VALÈNCIA. No hará falta que este 8 de marzo las mujeres salgamos a la calle para hacernos visibles. No hará falta porque las mujeres, más que nunca, han estado presentes durante la pandemia. También han estado presentes para la Fundación por la Justicia (FXJ), que ha seguido luchando por los derechos de las mujeres más precarias, las mujeres inmigrantes, las que nos cuidan.
Desde hace un año, limpiadoras, cuidadoras, auxiliares y enfermeras se han hecho indispensables para hacer frente a un virus mortal contra el que han luchado en primera línea de fuego. Y no utilizo el femenino como lenguaje inclusivo, sino como muestra patente de que se trata de profesiones feminizadas, donde las mujeres que limpian -también en los hospitales-, las que cuidan a nuestros mayores y atienden a nuestros enfermos son casi en un 90% mujeres.
No he dado la cifra real de cada profesión, sino la aproximada de todas estas. Y tampoco hay que ir a la estadística. Lo vemos. Todos hemos visto a "las" cuidadoras cuando podíamos visitar a nuestros familiares en las residencias, las más golpeadas por la pandemia. Lo vemos día a día en los hospitales: "la" limpiadora que entra en la habitación a primera hora de la mañana, "la" auxiliar que lava y asea al paciente, "la" enfermera que procura la medicación al enfermo…
La crisis de la covid-19 ha aflorado lo que ya conocíamos pero no veíamos hasta que se han convertido en esenciales. Tanto en primer linea como en el hogar, han sido las mujeres las cuidadoras y las curadoras, las que han liderado el rol de los cuidados durante la pandemia, también de sus familiares, un trabajo menos considerado y, generalmente, precario.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba de que las mujeres superan el 70% de la fuerza de trabajo social y sanitario que está haciendo frente a la pandemia. Y. sin embargo, se enfrentan a discriminaciones y desventajas incluso salariales. "Ello se debe a las estructuras jerárquicas, aún en manos de los hombres, y a los estereotipos de género que se traducen en una segregación ocupacional", señalaba la OMS.
Y mientras trabajadoras esenciales, las de primera línea, han liderado esta pandemia, los estereotipos de género también han estado presentes en la investigación científica, pero pocas han liderado equipos o han aparecido en prensa hasta que las hemos hechos visibles en la carrera por el hallazgo de la vacuna. Como Katalin Karikó, llamada la madre de la vacuna contra la covid por sus estudios sobre el ARN, o Kizzmetia Corbett, que ha liderado el desarrollo de la vacuna contra el coronavirus en Estados Unidos. En China ha liderado el proyecto la epidemióloga Chen Wei. O Uğur Şahin, desarrolladora de la primera vacuna contra el coronavirus en Europa y Maria Rosaria Capobianchi, directora del equipo de investigadores en Italia que ha aislado el virus de la covid-19 por primera vez.
Efectivamente, han estado un poco más presentes, pero sólo un poco más que en 1927, cuando se celebró la 5ª Conferencia Solvay sobre fotones y electrones, en el edificio que la familia del mismo nombre -más tarde asociados por matrimonio con los Jansen, de Johnson & Johnson- tenía en el parque Leopoldo de Bruselas (Bélgica). En primera línea de la foto de los insignes participantes estaban Albert Einstein y Marie Curie, esta última como única mujer.
Hoy hay algunas más. No muchas más. ¿Por qué las mujeres no escogen carreras científicas? ¿Por qué no lideran los equipos en loa universidades? ¿Por qué no aparecen en los Consejos de Administración de los grandes laboratorios? Estas y otras preguntas se hace hoy el Parlamento Europeo, precisamente para visibilizarlas, para tomar medidas que minimicen el impacto de género. Están ahí, pero raramente lideran los equipos y dan nombres a sus descubrimientos. Y raramente aparecen en la foto de los laureados, aunque su trabajo es el de la primera línea del frente.