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el cudolet / OPINIÓN

Las naranjas valencianas: ¿A segunda?

29/01/2022 - 

No recuerdo con precisión si fueron los aficionados al Español de Barcelona, o los incondicionales del Osasuna de Pamplona, los que se aventuraron a colgar una pancarta con la siguiente leyenda ¡Las naranjas a segunda! ¿Mala sombra? ¿Humor de orca? En aquel tiempo el Valencia pasaba por malos momentos deportivos. La profecía acabó por cumplirse. El equipo del Bronco y Copero acabaría descendiendo a la división de plata, entre otros motivos por el empate a cero entre la escuadra de la tacita de plata y un Betis sin sudar la camiseta. Ya se había celebrado el mundial del 82, y el Naranjito, por cierto cumple cuarenta años, representaba a España en la escena global. València y la naranja fueron los elegidos. Algo no hicimos bien.

La taronja no está pasando por un momento dulce, devaluada por la entrada de España en la Unión Europea, la falta de inversiones en el sector agrario, y el acceso de nuevos mercados emergentes, Sudáfrica y Marruecos. Para conocer la situación a fondo, malestar generalizado de los cultivadores de la tierra,  me desplacé en mi vehículo particular a la cita con Joaquín Ventura. Visité Riola. La geocalización me llevó al domicilio particular. Riola es un menudo municipio de 1800 habitantes en el término municipal de Alcira. A kilómetro y medio de Sueca. El pueblo de los jornaleros. La agricultura es una de las fuentes principales de ingresos. El patriotismo es poder comer y dar de comer a tus hijos. 

Los campos de Joaquín están ubicados a escasos metros de su casa. Gestiona cerca de 22 hanegadas. No es poco. Joaquín es un tipo de semblante serio, meticuloso en formas y excelente persona de fondo. Nos desplazamos en su viejo Seat Panda blanco ahuesado. Durante el trayecto me cuenta que está jubilado. En la reserva laboral entre comillas. Pisamos el terreno. Damos un paseo por los naranjos. Mimados. Tratados con aceite mineral para atacar, prevenir  las plagas. El campo lo atiende casi todos los días. Se siente preocupado, es la primera campaña que no ha vendido la naranja. Mi padre la vendía más cara que yo hoy en día. Es un desastre. El presente es negro. El futuro incierto. La situación le ha obligado a abrir un sitio web para vender a domicilio, lasnaranjasdelacasa.com. Lo noto triste, es un romántico, mantiene la naranja por una cuestión familiar. Es una herencia de mi abuelo. Nos despedimos.

La Ribera mola mucho. La valencianidad brota por los cuatros costados. De regreso le doy vueltas al coco, somos conocidos en el planeta entero por nuestros ricos cítricos. Por nuestra huerta. Por nuestras playas. Y no estamos aunando esfuerzos por mantener esa riqueza venida a menos. A punto de llegar a mis dominios, recibo un mensaje de un familiar lejano, Rafael Seguí, el precio de la naranja en París está a 5 € el kilo. Me choca que el día anterior una señora en un mercado de València le regateaba a un vendedor veinte céntimos del precio de venta. En el super están más baratas ¡Pues vaya al super a comprarlas!  respondió el tendero. Resucitemos al Naranjito, lo necesitamos. Fitur debe servir para algo.

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