No recuerdo con precisión si fueron los aficionados al Español de Barcelona, o los incondicionales del Osasuna de Pamplona, los que se aventuraron a colgar una pancarta con la siguiente leyenda ¡Las naranjas a segunda! ¿Mala sombra? ¿Humor de orca? En aquel tiempo el Valencia pasaba por malos momentos deportivos. La profecía acabó por cumplirse. El equipo del Bronco y Copero acabaría descendiendo a la división de plata, entre otros motivos por el empate a cero entre la escuadra de la tacita de plata y un Betis sin sudar la camiseta. Ya se había celebrado el mundial del 82, y el Naranjito, por cierto cumple cuarenta años, representaba a España en la escena global. València y la naranja fueron los elegidos. Algo no hicimos bien.
La taronja no está pasando por un momento dulce, devaluada por la entrada de España en la Unión Europea, la falta de inversiones en el sector agrario, y el acceso de nuevos mercados emergentes, Sudáfrica y Marruecos. Para conocer la situación a fondo, malestar generalizado de los cultivadores de la tierra, me desplacé en mi vehículo particular a la cita con Joaquín Ventura. Visité Riola. La geocalización me llevó al domicilio particular. Riola es un menudo municipio de 1800 habitantes en el término municipal de Alcira. A kilómetro y medio de Sueca. El pueblo de los jornaleros. La agricultura es una de las fuentes principales de ingresos. El patriotismo es poder comer y dar de comer a tus hijos.