CASTELLÓ. En poco más de un mes el recinto de festivales de Benicàssim volverá a activarse a los mismos niveles de antes de la pandemia. El FIB desplegará su cartel del 14 al 17 de julio, mientras que el Rototom hará lo propio del 16 al 22 de agosto. Además, antes de que las legendarias citas musicales lleguen, dará la bienvenida al verano la tercera edición del Mar de Sons, el ciclo de conciertos se transforma este año en festival, concentrando en tres días -el 30 de junio y el 1 y 2 de julio- toda su programación. La ciudad volverá así a la normalidad, tras ofrecer el año pasado propuestas más reducidas como la del Luce Benicàssim. Evento que los mismos propietarios del FIB lanzaron ante la imposibilidad de ofrecer un festival con miles de personas.
Ahora bien, aunque el contenido musical de las próximas semanas parece estar más que claro, la siguiente incógnita a resolver es la del recinto. El Ayuntamiento de Benicàssim anunció en 2020 un plan de adecuación del recinto de festivales, aprobado por la Generalitat Valenciana, para mejorar sus instalaciones, reforzar la seguridad y minimizar el impacto acústico en las zonas residenciales del municipio. Unos trabajos que no estarán a punto para este verano y es que, según ha explicado a este diario el concejal de Urbanismo, Carlos Díaz, se trata de un trabajo, en realidad, de muy largo plazo, que tardará en verse totalmente completado.
En efecto, la primera de las actuaciones, la de la "insonorización" del recinto, empezó a trabajarse en mayo del año pasado y todavía no se ha terminado. Por otro lado, según señala Díaz, está pendiente el desmontaje de las líneas de alta tensión que atraviesan el recinto, el cual debería ponerse en marcha en las próximas semanas.
Así mismo, la mejora que tampoco llegará este verano es la de la creación de un vallado perimetral de todo el recinto festival. La actuación, que ha contado con una inversión de la Diputación de Castellón de 180.000 euros y fue anunciada el verano pasado, supondrá terminar con los gastos anuales de alquiler de infraestructuras que protegen el camino hacia el festival. No obstante, todavía no se ha podido construir la valla circundante porque falta un informe de Carreteras.
Con todo, además de las mejoras técnicas, la pretensión del Ayuntamiento, ahora que es propietaria de los terrenos, es darle un vuelco a la explanada de conciertos. Lo que se quiere es generar un recinto que pueda albergar eventos durante todo el año. Para ello, hace falta, tal y como apuntó en su día la alcaldesa Susana Márquez, "acondicionar los espacios verdes, los aseos públicos", así como "reordenar los escenarios e instalar pantallas acústicas". Estas mejoras, sin embargo, tardarán en producirse.
En realidad, se conoce muy poco sobre el aspecto que, finalmente, tendrá el recinto donde año tras año hacen parada dos de los macrofestivales más importantes de España. Uno de ellos, el Rototom, ha mostrado en más de una ocasión su interés por participar en el diseño del espacio, para el cual imaginan una gran instalación modular que pueda adaptarse y reconfigurarse en función del aforo y las características del evento que se acoja en la ciudad. "Nos gustaría que el espacio se prestará con facilidad a pequeños eventos, ferias o que fuera un parque público cuando no hubiera eventos", manifestaba hace unos días su director, Filippo Giunta, en una conversación con este diario. Una propuesta que el mismo equipo se encargó de hacer llegar al Ayuntamiento el año pasado.
Sin embargo, el Ayuntamiento no dio una respuesta clara a su propuesta, aunque aseguró que se le daría uso sí o sí durante todo el año. Cabe recordar que, el recinto de festivales le costó a Benicàssim cerca de tres millones de euros, pero como compensación han ganado 100.000 metros cuadrados donde desarrollar a sus anchas cualquier tipo de actividad. Antes, debían negociar dueño por dueño el alquiler de las parcelas.
