MADRID. Los mercados de renta fija han experimentado varios cambios desde la crisis crediticia de 2008 como, por ejemplo, un aumento considerable de las emisiones de empresas no financieras, la inversión con tasas de rentabilidad negativas o el crecimiento de las operaciones que no implican a los creadores de mercado tradicionales. El incremento de la deuda corporativa que se ha registrado, sobre todo, en los tres últimos años hace que el mercado resulte más vulnerable a cualquier deterioro del crecimiento económico y a un posible aumento de los impagos.
Ahora que los bancos centrales planean retirar las medidas excepcionales, volver a subir los tipos de interés y poner fin a la expansión cuantitativa (QE), puede que las rentabilidades negativas de los bonos gubernamentales pasen a ser historia. El crecimiento de la negociación electrónica continuará ayudando a los inversores a encontrar liquidez, aunque esto no impedirá que vivamos periodos de disfuncionalidad en los mercados.
De cara a la retirada de los programas de compra de activos es probable que las rentabilidades de los bonos repunten levemente en un primer momento pero, una vez se produzca, la demanda volverá a verse respaldada por los inversores a los que les preocupe cómo afectará el endurecimiento de las políticas monetarias a la economía y los activos de riesgo.
Por otro lado, y de cara al principal riesgo al que se enfrentará la deuda soberana en 2018, creemos que es el repunte de la inflación. Hasta ahora, las expectativas de inflación se han visto frenadas por diversos factores, como las nuevas tecnologías y el elevado exceso de capacidad. Sin embargo, es posible que la inflación interna (provocada por las bajas tasas de desempleo) se acabe enraizando y resulte difícil erradicarla sin una recesión.
Adiós (de momento) a los tipos cero
Las políticas de tipos de interés cero y negativos están desapareciendo gradualmente pero, a largo plazo, podrían volver a aplicarse. Es posible que, durante la próxima desaceleración económica, veamos un aumento de las medidas de estímulo fiscal. Sin embargo, esas medidas tienen sus limitaciones y, ahora que los bancos centrales han aplicado medidas excepcionales como los tipos de interés cero o negativos y la expansión cuantitativa, no se lo pensarán mucho antes de volver a aplicarlas.
En un entorno como el actual, en el que los tipos de interés están aumentando de forma gradual y la inflación empieza a repuntar, puede resultar interesante invertir en títulos ligados a la inflación. El riesgo de duración de estos títulos podría contrarrestarse puntualmente con futuros sobre deuda gubernamental. Es probable que el crecimiento económico sea positivo durante la mayor parte de 2018 y que los bonos corporativos registren bajas tasas de impago.
Pensamos que es posible adoptar un enfoque selectivo en crédito centrado en las empresas mejor posicionadas para beneficiarse de un mayor respaldo gubernamental a la economía. El progresivo aumento del gasto en defensa y la inversión en infraestructuras, así como cualquier modificación fiscal que beneficie a ciertos tipos de empresas, podrían servirnos como guía.
Paul Brain dirige el equipo de renta fija de Newton, parte de BNY Mellon