VALÈNCIA. El inicio del periodo de Rebajas tras las fechas navideñas suele ser época de euforia para el comercio. Colas en las puertas de los establecimientos, negocios abarrotados de clientes en busca de las mejores ofertas y trasiego en las principales calles comerciales de las ciudades. Una cita ineludible para muchos comerciantes, que supone días de arduo trabajo, pero también de incremento de ventas.
No obstante, en los tiempos actuales de pandemia, la fotografía este pasado fin de semana, cuando arrancaron los descuentos, ha sido bien distinta. No solo el miedo y las restricciones han menguado la clientela, sino que las inclemencias del temporal tampoco han ayudado a que el inicio de la campaña de rebajas se asemejara al de otros años. Menos afluencia y calles vacías fueron la tónica de unas jornadas que no auguran buenas previsiones para el comercio, uno de los sectores económicos más perjudicados por la actual coyuntura.
Actualmente, en los establecimientos se permite un aforo del 30%. Una limitación que, sumada al cierre de la hostelería a las 17 horas, la ola de frío, la desregulación de las rebajas desde el año 2012 y la incertidumbre económica, no están provocando "un arranque de un período de rebajas convencional, sino todo lo contrario". "Ha sido un fin de semana aciago, marcado por un descenso de la actividad", según la patronal Confecomerç. Una campaña que, aseguran, ha comenzado "con mal pie, empañada por unas medidas que impactan de lleno en su actividad y por tanto en la viabilidad de las empresas". "
"La limitación de aforo al pequeño comercio provoca irremediablemente que un período de fuerte incentivo para el sector, como son las rebajas, se vea gravemente afectado", subraya la entidad que representa al pequeño comercio.
Una caída de la afluencia que también ha resentido las ventas de las grandes superficies. "Las restricciones no son buenas y son un obstáculo añadido a la problemática situación que venimos arrastrando desde hace bastantes meses. Ello, aderezado con la situación climatológica de este fin de semana, ha supuesto un coctel perfecto para que la caída de la afluencia se haya situado entre un 20-25% respecto del año pasado", explica Joaquín Cerveró, portavoz de la Asociación Nacional Grandes de Empresas de Distribución (Anged).
Y es que el cierre de la hostelería a las 17 horas establecido en la autonomía ha tenido un importante impacto en el comercio. "En circunstancias normales, ir de compras va mas allá de la mera transición económica y de la adquisición de un producto, sino que supone un acto lúdico y cuasi social. Pero ahora la gente acude a la tienda, compra lo que necesita y se va", puntualiza Cerveró.
Fruto de esta situación, la estancia media en las grandes superficies se ha reducido estos días. La mayoría de centros comerciales se nutre del trasiego de las tiendas y las cafeterías, la combinación perfecta de una tarde de ocio. Pero con el cierre a las 17 horas de la restauración, disminuye la afluencia. "La hostelería para un centro comercial es muy importante y hemos notado que la estancia media del cliente ha bajado. La gente antes venía en familia, compraba, se tomaba algo y prolongaba su tiempo en el centro. Ahora acuden más a primera hora de la mañana y conforme avanza la tarde, se reduce el tráfico de gente", explica el jefe de Relaciones Públicas de Nuevo Centro, David Mazcuñán, que señala que en su caso, el descenso de la afluencia ha sido del 25%.
Y es que el comercio lo tiene claro: el cierre de la hostelería no favorece los desplazamientos hacia las zonas comerciales, porque es un aliciente menos que tiene el consumidor para acudir a hacer sus compras, especialmente a recintos alejados de las urbes. También en el Centro Comercial Arena han acusado una menor afluencia por el cierre anticipado de las cafeterías. "Después de las 17 horas es cuando menor afluencia registramos", explica José Pazos, gerente del centro.
"Antes venían grupos familiares con hijos y ahora como mucho acuden parejas. El consumo ha cambiando y ahora es por necesidad y no por ocio. La gente ya no viene a pasear", señala. De hecho, sostiene que dado que ya se ha reducido la vida social, muchos consumidores tampoco tienen tiempo para el disfrute y en artículos de moda gasta menos. "Esta campaña de rebajas no va ser como en años anteriores, con largas colas y gente esperando a que se abrieran las tiendas", sentencia Pazos.
Tambien desde Anged consideran un factor a tener en cuenta en la menor asistencia de clientes a los espacios comerciales la limitación del 30% del aforo en los parkings de sus instalaciones, mientras que los aparcamientos públicos o de otros espacios pueden alcanzar el 100%. "Desde el punto de vista sanitario no tiene mucho sentido, porque es mucho más seguro usar el coche privado que el metro, autobús o taxi. Qué mejor burbuja social que acudir en el vehículo privado de cada uno para desplazarse. No tiene mucho sentido la limitación y supone problema para los centros comerciales, porque muchos de sus usuarios los usan como aparcamientos para hacer otras gestiones", asegura Cerveró.
Pese a todo, el comercio reivindica sus establecimientos como espacios seguros. Así, por ejemplo, en Nuevo Centro y Arena se ha implementado un sistema de conteo para tener el control en tiempo real del aforo y se está alerta para que en caso de colas fuera de las tiendas no se dificulte los accesos a otras zonas. Y es que son conscientes de que el miedo y los rebrotes han mermado la confianza en los clientes. Tanto Anged como Confecomerç recalcan que los establecimientos cuentan con todas las medidas sanitarias y cumplimiento de la normativa para garantizar una compra segura.
No obstante, y a la vista del impacto económico que tendrá la caída de afluencia en los negocios, desde la patronal del pequeño comercio insisten en la necesidad de un plan de ayudas para 'salvar' a los establecimientos. "Somos uno de los sectores más afectados. Por eso nos parecería un grandísimo error que el Gobierno central no incluyera al sector comercio en lo referente a las exenciones de las cuotas a la Seguridad Social procedente de los ERTE, como sí se plantea para otros sectores", recalcan.
"Si la premisa es 'no dejar a nadie atrás' entendemos que debería ser razonable apoyar a todos los sectores por igual, dado que han resultado perjudicados por la pandemia, y su actividad se ha visto afectada, como es el caso del comercio, con caídas de facturación del orden de entre el 40 y el 60%", advierten. "Estamos muy preocupados ante la intención de que la Generalitat no contemple al comercio en el plan de rescate. No concebimos que lo pueda dejar al margen del programa de ayudas al comercio local, que en plena crisis mantuvo empleos a pesar de todo, que en la pandemia ha demostrado comportamientos ejemplares para seguir atendiendo a los ciudadanos y que es el responsable de más de 210.000 empleos. Por cierto, además se trata del sector que más jóvenes contrata (20%)", reivindican.