Estreno, estreno. La conexión entre generaciones muy distintas de oficios muy parecidos, llevada a espacio de calor. Este verano, juniors y seniors almuerzan juntos
Laura Silleras, fotógrafa. 1979
El Flaco, fotógrafo. 1950
VALÈNCIA. Silleras y El Flaco no se conocían en persona. Silleras ha estado llamando estos días a El Flaco por teléfono para conocer su archivo, pero El Flaco no vio sonar las llamadas. Laura Silleras, ganadora de la beca Fragments este año por su proyecto sobre el Cabanyal, es una fotógrafa con una mirada capaz de componer imágenes que pareciera que llevan onomatopeyas. “Extravagancia cotidiana”, han dicho de sus imágenes. El Flaco, José García Poveda (algunos íntimos le llaman Pepe), reconocido hace unos días por la Generalitat, es el fotógrafo de archivo voluminoso, los ojos de una València que pareciera marchitarse pero siempre dispuesta a resurgir. El hombre que estuvo, que está.
¿Qué ocurre cuando se conecta a profesionales de generaciones bien distintas, separados por décadas y hábitos transformados? Para responder a esa pregunta (qué manía con buscar respuestas) comienza esta sección de calor en la que maestros y aprendices, experimentados y no tanto, se entremezclan para cuestionar el paso del tiempo.
Acción.
Laura Silleras: ¿Cuánto te ha costado esa cámara?
El Flaco: 700 pavos. La cambié por una foto, de Blanquita.
¿Cómo empezó lo vuestro con la fotografía?
Laura Silleras: Cuando estaba en un cursillo de fotografía, hace muchos años, en Visor. Vi una foto de Alberto García-Alix, Elena Mar, una chica sentada de lado, en una pared. Ahí me di cuenta que quería hacer fotografías que hicieran sentir a la gente lo esa foto me provocó a mí. No sé qué tenía la imagen, pero simplemente no te deja indiferente, te mueve, como la música te puede erizar la piel. No se puede describir.
El Flaco: Trabajaba en un aparato de propaganda clandestina. Empecé con una repromaster a hacer fotos, fotomontajes, comencé ahí a manejar. Aunque no sé hacer fotos, estoy aprendiendo, ahora aprenderé de ella.
Laura Silleras: Ahora va éste y dice que no sabe hacer fotos…
El Flaco: De verdad que no, voy a mis colegas a preguntarles cómo funcionan las cámaras. Comencé a hacer fotos, salía todas las noches, siempre iba con la cámara conmigo, por eso tengo tantas fotos de gente que no existe, cuyos hígados se fueron primero.
¿Llegásteis a decidir querer ganaros la vida con esto?
Laura Silleras: No me gano la vida con la fotografía. Si quisiera ganarme la vida simplemente por registrar un tipo de imágenes, creo que no me gustaría, me aburriría. Lo que intento de una manera u otra es construir un tipo de vida en el que pueda realizar la fotografía que a mí me gusta hacer. La fotografía me gusta que sea a mí estilo, aunque si las cosas comerciales me gustan y confías en mí, lo hago encantada. Es cuestión de que la persona que te contrate confíe en tu forma de mirar. Pero si me obligan a que lo que fotografío sea de ésta u otra forma, no soy yo.
El Flaco: Cuando tomé la decisión de ser fotógrafo, trabajaba en una librería, con una trastienda clandestina. Estudié económicas, pero me lo dejé, acabamos montando un bar, el actual Café Museu, se llamaba El Racó. Estaba a mi nombre y cuando hacían los atentados me tocaba ir a mí a la policía. Decidí dejarlo y vivir de hacer fotos. Me llamaron para trabajar en el Levante. Ferran Belda me dijo si quería ir allí. Estuve 15 días y a los 15 días me avisaron que me iban a despedir porque volvía a la que yo sustituía. Entonces fui al director y dije: o me contratas o me voy ya. Me quedé solo un mes. Quizá podría haber estado trabajando allí hasta ahora, igual económicamente estaría mejor, pero opté por otro modelo. Ahora me he tenido que jubilar porque ya no me llegaban trabajos suficientes, aunque ha sido estar jubilado y recibir más encargos...
Laura Silleras: Pues pásamelos a mí, chico.
En ambos casos los viajes son protagonistas de vuestras carreras.
Laura Silleras: Solía ir a una tienda de segunda mano de la plaza del Collado. Llegaba y decía: he hecho esto pero me ha salido mal. Los abueletes me decían en qué me había equivocado. Seguí así, estudié comunicación audiovisual, me ofrecieron irme a Madrid de asistente pero dije que no. Me marché a Berlín, quería desarrollar mi mirada personal. Si quieres ser el asistente de alguien, tendrás mirada de asistente. Si quieres ser fotógrafo tienes que hacer tu propio camino. Recuerdo en Berlín estar trabajando en un estudio de fotografía, con una beca. Me acuerdo una sesión para una publicidad. Estaba el fotógrafo con su trípode ante un modelo. Se fue a por un vaso de agua y yo le di click a la cámara. ¿Quién ha hecho esta foto? Al día siguiente me echaron a la calle. Tenía ansia por hacer. De ahí me fui a México. Varios meses, años, entre Berlín y México. Vivía, estudiaba, paseaba, comía, hacía ejercicio, hacía fotografías. Durante toda mi veintena he mantenido esa vida. Es una vida más difícil, pero que nos quiten lo bailao.
El Flaco: Empecé tarde a viajar. Ya en los noventa. Viajé a Cuba, casualmente. Porque no encontré pasaje para ir a Nicaragua (ahora voy a volver, me voy a poner una hucha para ese viaje). Tuve que hacer parada en La Habana. En el avión me encontré a una fotógrafa alemana. Me dijo que dos franceses iban como locos tras ella, si se podía quedar conmigo en la habitación para evitarlas.
Laura Silleras: Parecerías buena persona, con las gafas…
El Flaco: Bueno, ¿os cuento la historia o no? Es muy bonita… Los franceses la llamaban por teléfono. Le dijeron que habían quedado con un fotógrafo cubano muy famoso que nos invitaba a cenar. Ella les contestó: si no va El Flaco, yo no voy. Y así cenamos con Alberto Korda. Cogimos una borrachera tan fuerte que al día siguiente ya era su amigo. Le dije, ¿sabes una cosa? Me voy a quedar en Cuba. Todo fue gracias a los buitres franceses…
¿Qué andáis buscando cuándo hacéis fotos?
El Flaco: Tengo una contraluz que me está dando por saco.
Laura Silleras: Me tengo que plantear por narices esa pregunta porque como soy de la generación del concepto, si no tienes un concepto claro, si no tienes una respuesta… Libero una energía cuando hago fotos, es un asunto físico, como el músico cuando toca. Intento entender el mundo y a mí misma echando fotos. No me hubiera relacionado con la misma gente sin la cámara.
El Flaco: No puedo salir de casa sin la cámara, porque si veo algo que no puedo fotografiar… me da una rabia. Además me la he comprado sin zoom para estar más cerca. Pero lo he hecho un poco de menos. Ayer vi tres gaviotas que estaban comiendo, pero no me pude acercar...
Laura Silleras: Muerte al zoom. Hay que acercarse. Coger y acercarse. Si no, no lo vivimos
El Flaco: Si estás haciendo una foto a un francotirador, lo mejor es estar lejos...
Laura Silleras: Si quieres hacer una foto de un francotirador, acércate, si no es que quizás no es tu guerra.
(El Flaco, entre tanto, hace fotos a Laura Silleras y a los que estamos alrededor. Como si un tic le llevara a dar al click.)
¿Qué exigencias os ponéis al fotografiar?
Laura Silleras: Muchas veces es salir a la deriva. Ahora, por la beca de Fragments, en marzo inauguro mi primera exposición en el MuVIM y mi primer libro. Eso, materializar un proyecto en algo físico, me obliga a plantearme preguntas, porque todas las fotos no valen. Hay que tender un puente para llevar al espectador a un ámbito de reflexión.
El Flaco: Yo…
Laura Silleras: ¿Puedo decir algo? Creo que generaciones anteriores a la mía no se planteaban tanto cómo tenían que hacer fotos. Era una cosa más instintiva. Preguntar a un fotógrafo por qué tira fotos es como preguntarle a un pájaro por qué canta.
El Flaco: Las fotos que hacía por la noche es porque estaba allí, la gente se fiaba, tengo fotos que no podré usar nunca, tengo fotos muy raras de gente. Me gusta que me posen, que me miren, les hablo.
El mar y el Cabanyal están ahora presentes en vuestra obra.
Laura Silleras: Nací aquí. Viví en el Cabanyal hasta los ocho años, la parte más importante de mi vida, hasta que murió mi abuela. Me iba a pescar con mi abuelo a las rocas, veníamos al tío Pepe a tomar un helado, me hacía el catxirulo… El impacto de la muerte de mi abuela fue tan intenso que mi madre decidió irse del Cabanyal. Comenzamos a vivir en otras partes de la ciudad. Yo comencé a viajar por el mundo. Pero siempre volviendo, volviendo, buscando mis raíces. Mi bisabuelo y mi abuelo se sentaban en esa esquina, en esta bodega. Eh, que soy de aquí, que me agarro aquí. A mí lo que más me mola es estar por aquí tomándome un vermut, más que vivir en Nueva York, que es muy estático sonoro pero luego estás allí pagando mil euros por una habitación de mierda, con tres trabajos a la vez para subsistir…
El Flaco: ¿Cómo te pagabas los viajes?
Laura Silleras: Currando. Cuando vivía en Nueva York tenía, literalmente, tres trabajos. Me dieron tres veces el máster para el International Center of Photography, pero lo tuve que rechazar. Costaba 70.000 dólares, me becaban el 80%. El resto me lo pagaba con un trabajo en la universidad. Pero me hacía falta dinero para vivir allí. Me vine a València al banco, a pedir un crédito, diciendo que me habían cogido a mí entre gente de todo el mundo en uno de los centros más prestigiosos. Pero no me lo dieron. Me lo tuve que dejar y volver, ponerme a trabajar en el puerto. Para asimilarlo hice mi proyecto sobre el Cabanyal.
El Flaco: Por la mañana, cuando suena el despertador y a las siete me levanto, abro la nevera y saco un bocadillo congelado para mi hija. Me asomo al balcón y veo el amanecer en la playa, eso no tiene precio. Empiezo cada día haciendo una foto de ello. A veces se me olvida la tarjeta y cuando voy a por ella, el sol ya ha salido. Sale el sol cada vez de una forma y de un color.
¿Qué ha cambiado en la fotografía?
El Flaco: Lo que echo de menos del analógico es estar en el laboratorio, en mi laboratorio de la calle Túria, viendo salir las fotos en las cubetas, me tomaba un traguito de ron. Ese momento lo perdí.
Laura Silleras: Me gustaría que las nuevas generaciones tuvieran algunas nociones de cómo funciona el analógico. Tirar con digital es como tener una AK-47. El hecho de tener que pensar cuando haces cada fotografía es algo que el digital no te aporta.
El Flaco: Cuando me iba a Camboya, las revelaba in situ para verlas porque no tenía control sobre lo que hacía.
Laura Silleras: Pudiendo tirar 36 fotos, para qué 2.000…
El Flaco: He borrado todas las fotos que te he hecho.
Laura Silleras: ¿No te han gustado?
El Flaco: Es que te movías.
¿Se puede vivir de lo que hacéis?
Laura Silleras: Mal. No sé si es por falta de cultura visual, pero me pone de muy mala leche trabajar para vender mi tiempo a alguien que no lo va a valorar.
El Flaco: Ahora es difícil. Desde la crisis se fue al garete. Pero venga, poneos ahí que os voy a hacer una foto.