Hace dos días se ha cumplido el 40 aniversario de la muerte de Francisco Franco. Estos días se habla mucho de la España de la dictadura, pero también de la España democrática y constitucional del siglo XXI
VALENCIA. Las efemérides son buenos momentos para recordar, poner en su sitio cuestiones que a diario pasan desapercibidas o sobre las que pesan verdades oficiales difíciles de rebatir, gracias al sistema goebbelsiano que tantos réditos ha dado a en nuestra sociedad. El pasado día 20 se cumplían 40 años de la muerte natural y en la cama de un hospital de la Seguridad Social, de la persona que ostentó la jefatura del Estado durante más de tres décadas, la revista Plaza de este mes dedica un interesante reportaje, ‘Valencianos… Franco ha muerto’ que les recomiendo lean detenidamente.
Creo que es bueno recordar, repasar, conocer, incluso hacer ejercicios de nostalgia sobre lo que vivieron y sufrieron nuestros padres y abuelos, sin el conocimiento de la historia el peligro es lo que ustedes ya se imaginan: repetir los errores, ¿será por aquello de que el ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra? Curiosamente no somos tan proclives a repetir los aciertos, por ejemplo, imitar a los prohombres valencianos del siglo XIX como José Campo o Federico Trénor, precursores de grandes avances en nuestra ciudad y no siempre suficientemente valorados.
Si repasamos de manera somera las décadas del franquismo, no todas fueron igual de oscuras o negativas para el desarrollo de España, en parte por la presión exterior y la lógica de los tiempos. Así pues y como el otro día me recordaba Francisco Pérez Puche, miembro del Consell Valencià de Cultura, los años 40 fueron los de la pobreza, autarquía y aislamiento internacional, tras la II Guerra Mundial comienzan a llegar algunas ayudas; la década de los 50 se caracterizó por la resistencia, la humildad y la lenta reconstrucción que sirvió de base para el desarrollismo de los 60, los españoles con mucho trabajo y esfuerzo pudieron comprarse el 600, y los años previos a la muerte de Franco ya se hacía patente en la sociedad una demanda de libertad y aperturismo a una Europa que era el símbolo del futuro.
La democracia llegó a España, como recordaba hace unos días Adolfo Suárez jr. en un exitoso programa de TVE, gracias a la generosidad de todos los protagonistas y al haraquiri político de los miembros del régimen franquista, como se suele decir “de la Ley a Ley”. Todo ello sucedió, en parte, gracias a personalidades clave en la historia de España como Torcuato Fernández-Miranda, quien como recuerda el libro ‘El guionista de la Transición’, burlaba los controles que Franco le ponía para enseñar al futuro rey, Juan Carlos de Borbón, que España tras la muerte de Franco sería una democracia.
Pero en estos días lo que verdaderamente debemos celebrar los españoles es los 40 años de democracia, de paz, de estabilidad social y progreso, como ha dicho el Catedrático de Historia de la Universidad Complutense, Juan Pablo Fusi, “la mejora sustantiva de la vida cotidiana en España ha sido extraordinaria” y debemos valorarlo, porque a veces nuestra idiosincrasia nos lleva a una autocrítica ramplona e injusta.
El Catedrático de Estructura Económica y antiguo militante comunista, Ramón Tamames explica que hemos sido "avanzados de Europa en muchos aspectos” y ahora cuando se habla de una segunda transición no duda en afirmar que “el gran invento de la Transición fue la concordia, el sentido común, el pactar”. Los retos de los próximos años son de un gran calado para la unidad de España con las afrentas independentistas, la gobernabilidad que en las democracias occidentales suele basarse en el bipartidismo y la consolidación de la Unión Europea como espacio de libertad y derechos.
Uno de los ‘padres’ de la Constitución de 1978, Miquel Roca considera que "España vive en una permanente transición", algo que quizá no sea lo más aconsejable para caminar juntos y unidos hacia un futuro incierto. Como algunos recuerdan estos días, creo que con acierto, nuestro sistema ha demostrado más aciertos que errores y nuestra Carta Magna necesita mejoras, reformas pero no una enmienda a la totalidad del sistema como plantean algunos de los candidatos que pueden ver en la fotografía. Así que “les seré franco”, creo que los españoles tenemos que sentirnos orgullosos de la historia de nuestra nación con sus luces y sombras, y reafirmarnos en nuestras raíces culturales que nos han situado en la vanguardia de los países democráticos y con mayor calidad de vida del mundo.