grand place / OPINIÓN

Libertad

11/05/2021 - 

Decían que aquella primavera del AñoUno había traído aires de libertad. El gris del cielo del invierno iba dando paso a las nubes blancas y a los rayos del sol que por entonces aún traspasaban la atmósfera y llegaban a acariciar la piel cálidamente. Precisamente, fue en 2021 cuando uno de los pequeños países del Territorio-Europa lideró el proyecto Delorean, con un experimento piloto de transporte aéreo de humanos y mercancías con drones. Duró un año y pobló los cielos de Benidorm. Israel Quintanilla, profesor de la Universidad Politécnica, explicaba que esta nueva forma de transporte acabaría con la “emisión de gases de efecto invernadero”.

No entiendo muy bien esto de los gases, como elemento nocivo de la atmósfera. La mascarilla para el virus y la escafandra nos protegen de cualquier tipo de contaminación ambiental en caso de contacto con el exterior. Excepto que no cumplas con la disciplina aeróbica de las 15:00 horas, el trabajo y el ocio online nos libran de tener que salir a la calle si no es para algún acontecimiento realmente extraordinario. 

Como lo ocurrido en la desescalada de la cuarta pandemia. La covid-21 no recibiría su nombra hasta meses después. Pero lo bien cierto es que el nuevo brote ya se estaba incubando antes del verano. A ello coadyuvó la paradoja de confundir la libertad con la ingesta de líquido tóxicos hasta altas horas de la madrugada, ¡en plena calle y sin mascarilla! 

No se trataba de un acto típico de rebeldía, más propio de las generaciones jóvenes. Fue una operación orquestada desde arriba, durante años, con el objetivo de cambiar el mapa ideológico del TerritorioEuropa-ZonaSur. Desde la crisis financiera de primeros del siglo XXI se había estado gestando el renacer de los movimientos totalitarios y fascistas que habían provocado las grandes matanzas del siglo XX, con la dos Guerras Mundiales. 

En la Era Trump, un personaje proveniente de su Administración, Steve Bannon, se asentó en el corazón de Europa para establecer las reglas a seguir, financiando movimientos de extrema derecha, y provocando vuelcos electorales a través de las fake news y la desinformación en las redes sociales. El resultado fue la polarización de una sociedad hasta el extremo de considerar la libertad individual más importante que  la colectiva, que el bien común durante una emergencia sanitaria que aún se llevaba vidas.

Pero hubo otros factores a tener en cuenta, también basados en la desinformación y el engaño. Un ejemplo fue la confusión en la compra y venta de vacunas contra la covid-19. No, no había para todos y los países ricos acaparaban la producción mundial. De nuevo, en un pequeño territorio de Europa, su presidente pidió que se liberaran las patentes. Pero no se tuvo en consideración hasta que el líder del Territorio-América clamó por repartir la producción sin coste a todas las empresas del ramo. A ello se sumó el enfado del gobierno de la Unión con una de LasFarm, AstraZeneca, que no había cumplido con el contrato firmado y dejó sin suministro de vacunas a la mitad de la población.

Llegó el verano y  non había llegado al objetivo de vacunar al 70% de los ciudadanos europeos. Ello, unido a las ansias de libertad, terminaron por hacer fuerte al virus. Y David sigue sin aparecer. Hace días que anuncié mi vuelta del Territorio-Este, tras la revuelta iugur en los campos de algodón. Tengo que enviar a su laboratorio la vacuna de la cepa india, pero creo que sigue en cuarentena. O en libertad…