VALÈNCIA. En un solo museo caben cientos de miles de obras de arte y no todas están entre sus muros. Algunas se esconden también entre libros, catálogos y revistas y estas se alojan a su vez en las salas altas y bajas de los museos: en las bibliotecas, el hogar de los libros especializados sobre el arte, en el que se recopila el archivo. Un espacio que a pesar de su labor es uno de los “grandes olvidados” de la ciudad. Este 24 de octubre se ha celebrado el Día de las Bibliotecas para reconocer la importancia de estos espacios como “centros de cultura y conocimiento”. Una celebración que para las bibliotecas de los museos valencianos viene con una reivindicación muy marcada: que se les conozca.
Paseando por las plantas altas del IVAM se encuentra Eloísa García, la jefa de esta biblioteca que lleva en pie desde que abrió el museo: el 28 de febrero de 1989. Para ella, este espacio funciona como una extremidad más del museo y no se puede comprender un espacio sin el otro. Dice que, a pesar de que la biblioteca tenga ya 36 años, aún es una gran desconocida porque cuesta “darle visibilidad”; si bien desde el museo se intenta que los visitantes accedan a este espacio para informarse mejor sobre las muestras que se exponen.

- Biblioteca del IVAM -
- Imágenes cedidas por el IVAM
“Tenemos una enorme colección sobre Julio González e intentamos siempre que los libros que se muestren primero sean los que hablan de las muestras que se pueden visitar. Queremos que la biblioteca se convierta en un espacio en el que aprender y donde se pueda generar un vínculo con las galerías del museo”, destaca la jefa de este espacio. A lo largo de los años en los que ha trabajado en la biblioteca, destaca que los perfiles han evolucionado mucho, pasando de ver a estudiantes de cualquier materia a personas que van en busca de un fondo más especializado, algo que es símbolo de “los tiempos que corren”, aunque internet parece que sigue ganando la carrera al papel en según qué casos.
De las grandes joyas que se pueden ver y tocar en la biblioteca destacan los fondos de Josep Renau y los catálogos de las exposiciones históricas del IVAM. Su gran reivindicación, además de que se les conozca, es que el espacio pueda ampliarse para que los usuarios “le saquen el mayor partido posible mientras se mueven, consultan y miran los ejemplares que tienen a su disposición”.

- Biblioteca del MuVIM -
- Imágenes cedidas por el MuVIM
Dentro del MuVIM se encuentra Sergio Vilata, que dirige una biblioteca que está intentando abrirse paso en el museo a través del vestíbulo, intentando visibilizarla en las zonas de descanso: “Hace unos meses que intentamos solventar el desconocimiento de las bibliotecas en los museos llevando los materiales de la biblioteca a las zonas de descanso de la entrada del museo, lo que ha hecho que tengamos poco a poco más usuarios”.
Una manera de redirigirles a un espacio en el que están también los fondos de la Diputació de València con grandes joyas como el archivo de la familia Rius-Monfort o el Archivo de la Fundación de la ermita de Llutxent. A estos se les suman grandes legados documentales como el de Floreal Palanca, el de Ronald Fraser y el del diseñador y cantautor valenciano Carles Barranco, entre otros.

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- Imágenes cedidas por el MuVIM
En esta biblioteca, que se inauguró en el 2001, está también la historia viva del museo que se recopila en el archivo del MuVIM -y que contiene desde los catálogos hasta la documentación efímera del museo que comprende los carteles, trípticos e invitaciones a actos públicos y exposiciones. “La ciudadanía tiene que enterarse de todo lo que tenemos en la Biblioteca. Más allá de la investigación, es un espacio en el que aprender y descubrir más sobre València y su historia”, destaca Vilata, quien aunque sabe que sus fondos se pueden consultar a través de su web no es comparable con poder disfrutar de la información en papel.
Entre las plantas altas del Museu de Belles Arts pasea Rosa Rodríguez Canals, la bibliotecaria del museo y una de las grandes "guardianas" de este “peculiar espacio” que entre sus estanterías alberga hasta 14.000 catálogos de exposiciones colectivas, y miles de libros sobre arte y especializados. Entre monografías, recortes de prensa y los fondos del museo, Canals explica que la biblioteca está siempre viva gracias a sus usuarios y sus donaciones. Señala también que su forma de uso nunca es lo mismo y que igual hay meses que tienen “un montón de estudiantes de bellas artes o investigadores” y otros en los que se queda más vacía.

- Biblioteca del Belles Arts -
Una de las grandes labores del Belles Arts es el intercambio de fondos con otros museos. Canals explica que se puede consultar un extensísimo archivo sobre muestras de todo el mundo gracias al intercambio de los fondos sobrantes del propio museo: “Nosotros intercambiamos los catálogos del Belles Arts con los de otros museos, como si fueran cromos. En nuestro equipo tenemos una relación activa con más de una treintena de instituciones -entre las que destacan El Prado o la Galería de los Uffizi- para enriquecer nuestros fondos”.
Fondos que se emplean para la investigación y para ampliar información sobre las exposiciones vigentes en el museo, y que muchas veces se trasladan al despacho del director: Pablo González Tornel que tiene su espacio abarrotado de libros. En cualquier caso, los libros siempre están en constante movimiento y tienen los cuidados de bibliotecarias como Canals, que lleva en el museo desde que empezó sus prácticas de la universidad cuando era joven.
Desde el presente, celebra que la biblioteca está más viva que nunca, pero hace un llamado a los ciudadanos a aprovechar de estos espacios: “Somos las grandes olvidadas de los museos, y somos muy importantes”. Y contra el olvido, lectura y conocimiento, y muchos libros alrededor de una mesa abarrotada en la que el silencio siempre se abre un hueco.

- Biblioteca del Belles Arts -