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tribuna libre / OPINIÓN

Llegó la Dana y mando parar

Foto: ROBER SOLSONA/EP
10/01/2025 - 

La Dana es un ejemplo de como un fenómeno natural puede haber reflejado demasiadas incompetencias de nuestras administraciones para reaccionar ante la emergencia y lo que puede ser, incluso, más grave, de la capacidad del Estado para afrontar lo que nos aguarda. Hay que plantearse si es compatible la financiación singular que se está diseñando, con la capacidad de la Generalitat Valenciana (GV) para responder a la catástrofe; en otras palabras, hay que saber si ante grandes catástrofes regionales, contamos con un sistema político bien definido, que incluya la idea de una España realmente solidaria. El Estado y sus Comunidades Autónomas (CCAA) deberán retratarse en términos del nuevo modelo de financiación autonómica que decidan adoptar, respecto a lo que pueda ocurrir en Valencia tras la Dana, bien sacrificándose todos por la Comunidad Valenciana (CV) o bien ignorando sus enormes dificultades para enfrentarse, en solitario, a su destino como primera gran víctima del cambio climático dentro de nuestras fronteras.  

Los valencianos que se han salvado del temporal y los españoles en general han sido modélicos en solidaridad de la sociedad civil, hasta el punto de haber generado el escalofriante “Solo el pueblo salva al pueblo”. Ello ha ocurrido cuando la realidad financiera de la GV ya era límite, una situación que cruje cuando hay que pedir socorro y enfrentarse a grandes carencias. El desastre ha ocurrido cuando la deuda de su GV ya había llegado a unos increíbles 60.000 millones de Euros, un pasivo generado por una supuesta mala financiación, acompañada durante el periodo Zaplana- Fabra- Camps de operaciones juzgadas como corruptas. Ante este doble origen de la deuda, Ximo Puig trató, con un cierto buenismo, de aislar la deuda generada por la corrupción anterior, de aquella achacable a la mala financiación. No consiguió ningún resultado, como no fuera aumentarla en cada ejercicio, teniendo que recurrir al FLA para sostener a la GV. Poco importa este episodio en estos momentos, ya que el dato a afrontar es que la Dana ha descargado sobre una CV que se había propuesto vivir ignorando que lo hacía con una deuda equivalente a mas del 41% de su PIB, muy por encima de la lista de CCAA más endeudadas (Murcia, 32%, Castilla-LM, 31%, Cataluña 30.5% por citar las que superan el 30% del PIB).

A pesar de haberlo intentado distintos expertos, hoy resulta muy difícil cuantificar con un cierto grado de rigor, tanto las necesidades urgentes que existen tras tanta destrucción, como para financiar el rediseño de las poblaciones de l'Horta Sud, con los nuevos parámetros de zona inundable. Dependiendo de cuántos fondos vayan a préstamos y de cuánto dinero sea a fondo perdido, los niveles del pasivo de la GV pueden alcanzar niveles del 50% (en el numerador incremento de deuda de la GV, en el denominador menos PIB de la CV). A esta situación cuantitativa hay que añadir la desconfianza, prácticamente total, que la ciudadanía siente hacia su actual President, y con él, al  equipo que dirige.

Antes del 29 de octubre, en la CV, muchos ciudadanos, no necesariamente próximos a PP y a Vox, reconocían que les costaba compartir la metodología del Presidente Sanchez quien e, sin explicación pública alguna, propuso para un nuevo modelo de financiación autonómica. Una cuestión básica para el Estado, ahora cruelmente vital para la CV, que se  redacta por un grupo de expertos, nombrados por el Ejecutivo de Illa, quienes están poniendo negro sobre blanco, la promesa de una financiación singular para Cataluña.  No es necesario ser economista para saber  que estamos hablando de tres posible medidas genéricas: aumentar impuestos; restringir los ingresos del gobierno central en favor de las CCAA; y que Cataluña aumente sus ingresos en deterioro del statu quo del resto de CCAA (exceptuando Euskadi y Navarra) siendo lo mas probable, una combinación de estas tres posibilidades. Ante el problema territorial que arrastra nuestro Estado, que ahora la Dana lleva al límite, no es razonable que el PSOE deje exclusivamente en manos de una parte, un nuevo modelo que será difícil de revertir, a cambio de apoyos en las Cortes y en el Parlament. El problema no es Cataluña, sino la idea de usar la palabra federalismo como gran hallazgo pretendidamente progresista en el momento actual, con Alemania como modelo, donde no puede existir un FLA como el nuestro y que ahora se pretende condonar.  

Tras el dolor de contar fallecimientos; de asumir los errores cometidos en años (urbanismo irresponsable; olvido obras hidráulicas que no dan votos; aceptar sistemas de alarma con un único caudalímetro informatizado en el barranco del Poyo; etc.) y castigar a los que no estuvieron a la altura del desastre, ahora, la gran preocupación consiste en saber de dónde procederá el dinero para afrontar un futuro mínimamente esperanzador, cuando lo que se vive es una batalla cainita entre GV y  Gobierno, aparentemente mas preocupados por escurrir el bulto que por remediar la situación con agilidad, eficacia y coordinación..

Hoy los valencianos saben que ninguna ayuda de Estado va a llegar  a partir de la excepcionalidad fiscal de Euskadi (Cupo) y de Navarra (Concierto)  y que poco pueden esperar de una financiación singular que, solo habla de una solidaridad con el resto de CCAA difusa y voluntarista. No produce ninguna alegría constatar que si en algún momento llega la ayuda vital que Valencia precisa, la única esperanza sería el superávit que la Comunidad de Madrid pueda generar. Es muy duro llegar a esta conclusión. Mas allá de las urgencias parlamentarias, hay que parar y reflexionar en términos de Estado.

En las horas posteriores a la inundación vivimos las consecuencias de un sistema autonómico que no funcionó como debía. Rápidamente se recurrió a la interpretación de los textos derivados del Estatut, que se convirtió en una excusa para no actuar y acusar al otro de incapacidad, algo que ciertamente la GV derrochó a raudales para desgracia de todos.  A día de hoy, ya no hay dudas sobre lo desafortunado que resultó el no ofrecimiento del Gobierno para actuar, al margen de si había emergencia nacional o no. Era una situación de vida o muerte, eran momentos para la valentía y el liderazgo que desgraciadamente brillo por su ausencia.

Ahora, con la conjunción de la Dana y de un nuevo sistema de financiación, aparece la necesidad de trabajar con un mando único y quizás haya que recordar la existencia del artículo 155 de la Constitución, que no se escribió solamente para atajar independentismos. Ciertamente su aplicación pasa por un Senado que solo está sirviendo para hacer una oposición de opereta, en manos del PP . Si el Gobierno lo planteara, sería difícil de aceptar que desde el principal partido de la oposición, se siguiera especulando con el futuro de los valencianos. Es la imposibilidad de abordar desde la GV las consecuencias de la Dana, a fondo y con realismo, lo que conduce a reflexionar sobre esta decisión. Habrá que hacerlo, incluso a sabiendas, que en las circunstancias actuales parece una necedad defender la necesidad, de un entendimiento PSOE PP. Para bien o para mal, el nacionalismo periférico (vasco-navarrro, catalán, gallego, etc.) ha cambiado y habrá que asumirlo.

Pueden estar equivocados aquellos que piensan que la Dana es una tragedia, vivida como tal, por todos los políticos españoles, en el marco de la enorme tensión territorial que  experimentamos. Estamos ante un debate legítimo difícil  de seguir, cuando el barro no se ha limpiado del todo y la GV está pillada entre una falta de ideas y una enorme desesperanza de los ciudadanos. Sin embargo Valencia, aunque llorando, aguarda.

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