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el centre del carme inaugura su primera retrospectiva

Llorenç Barber: "El músico que solo sabe música no es músico"

16/12/2023 - 

VALÈNCIA. “El sonido son todas las maneras de ser escuchado”, recogió Llorenç Barber en una conferencia hace años de Max Niehaus. Hace suyas palabras de teóricos que van desde Platón hasta John Cage. Un hilo que tiene en común el lugar al que miran: el futuro, que es —para Barber y tantos otros, antes y ahora— un nuevo mundo llamado a conjugarse en primera persona del plural. El futuro entendido, no como un lugar que llega, sino un presente que empuja a la creación. Ese es uno de los ejes del pensamiento del artista sonoro y total que es Barber, a sus 75 años. Ahora, reúne en la sala Ferreres-Goerlich del Centre del Carme varias activaciones sonoras (él mismo insiste en que “nunca se ha hecho algo así en España”) para pensar desde ese lugar y en común. 

Lo hace a través del juego, porque “los auditorios son para los auditores, el arte sonoro es juego y tiene que ver algo con lo infantil”. También concentra el pensamiento de muchos autores, pero los materializa en piezas que tienen nada de teoría y mucha práctica, porque “está muy bien el pensamiento, pero en cuanto te pones a crear, toca bajar a la calle”. Y lo hace con la intención de ampliar conocimiento porque “el músico que solo sabe música no es músico”. Y que quede grabado a fuego, música y arte sonoro son dos disciplinas diferentes.

Todas estas frases, lúcidas y soltadas con la mayor de las espontaneidades, es la suma de muchos años de pensamiento colectivo. Y eso es precisamente lo que se ve reflejado en piezas como un sambori que responde a las pisadas con un sonido de campana, un paellófono, unas campanas volantes, o una instalación que cruza el juego de encestar garbanzos en unas ollas con la generación del sonido. En todas, el nombre de Barber está acompañado por tantos otros. En todas, hay algo de Montserrat Palacios, co-comisaria de la exposición, etnomusicóloga, artista, y pareja de Barber. Y desde hace cinco años, se sumó a la constelación Lorenzo Sandoval, también co-comisario del proyecto. 

Entre los tres han generado una red de exposiciones que supone la primera retrospectiva de la carrera artística de Barber. En febrero, la exposición del Centre del Carme que se inauguró ayer convivirá con otra en el IVAM que tiene el archivo de Barber como objeto de estudio, y habrá otra muestra, en formato performativo, en Haus der Kulturen der Welt (uno de los centros culturales de cultura contemporánea de referencia en Berlín) a lo largo de 2024.

Y cabe remarcar que es la primera retrospectiva porque ni el artista, ni los comisarios, ni Vicente Samper (coordinador artístico del Centre del Carme, provisional primer responsable del museo) tienen pudor alguno por reconocer una evidencia: València tiene una deuda con Barber por saldar. Y esta es solo la primera piedra. “No es una cuestión de heroísmos”, repetía el artista. “Con quien hay una deuda es con la creación, que ha sido apartada. Y eso ha perjudicado a España, a València y a los artistas. Es con ellos con quien hay esa deuda”, desarrollaba Palacios.

Barber aprovechó los micrófonos de los periodistas para deslizar un par de ideas claras y concisas sobre el mundo de la música y València: “La música sinfónica es una disciplina tardofranquista, que ha evitado la transición";  “Hay catedráticos de composición que no van a ningún lugar más que a clase”; “En València no se puede estudiar música electrónica”; "Tenemos un hijo que estudia música. Tienen buenos lugares, buenos instrumentos, buenos profesores técnicos. Pero no tienen músicos. O la mínima versión del músico. Y eso que hay muchas versiones. Y eso es un forat. Un forat que en València es mucho más notable porque tenemos 500 bandas que sirven para todo menos para crear. Van al repertorio, van a la fiesta, cobran poco y no inventan". 

O algo que recoge un poco todo lo anterior: “En València y en el resto del mundo es muy cómodo pensar en música como la ópera, la sinfónica y cuatro que tocan la guitarra. En València, más que la guitarra, la banda. Es una estupidez quedarse ahí. Porque es quedarse fuera de la historia. Y en eso somos héroes. Y hoy aplica aquí el mundo del futuro. Porque ahora mismo nos estamos perdiendo lo mejor”.

“Yo no toco campanas, toco el cosmos”

Por supuesto que Llorenç Barber es el artista que recorrió diferentes ciudades tocando campanas. Todo empezó en Ontinyent, en 1988, donde fue a dar un concierto y, en una conversación informal en el que estaba presenta el concejal de Cultura, dijo Barber que le haría ilusión tocar las campanas de la Parroquia de Santa Maria. Y el concejal, que se llevaba bien con el párroco, lo hizo posible. “Siempre nos han ignorado las instituciones, pero los concejales de los pueblos han sido quienes nos han dejado hacer”, reconocía el artista.

Entonces llegaron los conciertos de ciudad, en los que Barber activaba los sonidos que naturales y humanos de cada lugar que visitaba. Después llegaría la naumaquia, cuando incorporó los sonidos navales, del puerto, y de los cañones. Mientras, partituras y partituras que exploran desde la composición más vanguardista hasta un impulso casi plástico que las convierten en objetos a enmarcar se acumularon en cajones. Y algunas de ellas, las inéditas y las que se han tocado, también están en la exposición. 

Y luego llegó la biomúsica: “El sonido es la relación de los seres vivos con el cosmos en el que están. Por lo tanto, el lugar, el espacio, la distancia, el movimiento, el gesto... Todo esto es música sin que suene”. De ahí la posibilidad de un nosotros; una escucha que implique al creador y al escuchante, pero también a todas las especies que viven en el entorno de ese sonido. Por eso, que de Llorenç Barber se diga simplemente que toca campanas le irrita a él soberanamente, y a eso contesta: “¡No toco campanas, sino el cosmos y la altura!”.

Llorenç Barber. La construcción de un nosotros múltiple está hecha para jugar, para acercarse al público sin renunciar al puro pensamiento. Un equilibrio que desvela, a la vez, vida y obra. “Robert Filliou es un artista fluxus que decía que el arte es aquello que hace que la vida sea más importante que el arte. Entonces, cuando la vida y el arte se confunden, surgen figuras como la de Llorenç. Surgen figuras que posibilitan el nosotros, que es la propuesta de Llorenç”, resumía Monserrat Palacios.

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