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LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR

Lloyd Cole y esas canciones que solo se bailaban en Valencia hace mucho, mucho tiempo

25/09/2016 - 

VALENCIA. Ayer Lloyd Cole comenzaba una gira española que le trae hoy domingo a Valencia, donde actuará en el Loco Club tocando canciones de sus primeros años de carrera. Cole es todo un clásico, un autor que bebe tanto de Dylan como de Television, y en sus comienzos, cuando debutó como Lloyd Cole & The Commotions, fue especialmente celebrado en Valencia.

Quizá al decir esto caiga en esa modalidad de chovinismo a la valenciana que tanto repelús me da, pero creo que muchos años atrás, Valencia fue el mejor sitio para descontextualizar una canción y convertirla en algo con lo que sus creadores jamás soñaron. Por un motivo u otro, esto fue así, cuando a lo largo de la década de 1980, el circuito de discotecas y bares de la costa funcionó como campo de pruebas. El público bailaba canciones que los disc jockeys se aventuraban a poner sin ningún pudor o prejuicio, ajenas a cualquier programación convencional, y mezcladas entre sí de una manera promiscua En muchos otros clubes del mundo, desde el Blitz a The Haçienda, se han hecho experimentos de todo tipo de cara a las pista de baile. Pero a mí me siguen pareciendo un caso aparte las que tuvieron lugar aquí, en esa etapa que acabaría dando pie al bakalao y su ruta, retratados por Carlos Aimeur en su novela Destroy, y que pronto contará con una biografía oral firmada por Luis Costa.

Su bolsa es nuestra bolsa

Pero volviendo al asunto al que me refería al principio, eso se lo intentas explicar a cualquier de los interesados y por más que te empeñes, no acaban de imaginarse bien de qué les estás hablando. Lloyd Cole, por ejemplo. El éxito que tuvo este hombre en Inglaterra, Europa o Estados Unidos es independiente de los seguidores que fue multiplicando a lo largo de la costa valenciana. A los ingleses y al público pop en general les enganchó por medio de canciones tan maravillosas como Perfect Skin o Rattlesnakes. Aquí esos títulos también calaron, pero sin duda el éxito local más improbable de su carrera fue la versión de baile del tema My Bag. Cuando se lo dije me miró algo incrédulo, como si me lo estuviera inventando o fuera completamente imposible.

Música en un idioma extranjero

Lloyd Cole es un tipo educado, amable, muy buen conversador. Es un músico que ha mantenido el nivel a lo largo de varias décadas, tanto cuando gozaba de popularidad como cuando no. Ha sacado discos mejores y otros peores, a veces ha caído en la tentación de endulzar excesivamente su sonido para volver al éxito. A veces ha grabado discos tozudamente melancólicos. Pero siempre se ha guardado maravillosos ases en la manga como Music In A Foreign Language, que se abre diciendo I am cold, distant, increasingly resistant to your smile / And this I don't deny. Soy frío, distante, cada vez más resistente a tu sonrisa, y no voy a negarlo. Y después, en el estribillo, esta metáfora, y que cada uno la interprete como prefiera: Música en un idioma extranjero / Palabras que no comprendemos / Las melodías no aparecerán entre nosotros / E incluso si quisieras, no podemos cantar.

Vuelta al cole con Lloyd Cole

Hace tres años, en la cafetería de un hotel madrileño le pregunté a Lloyd Cole por una serie de cuestiones que contestó con una reconfortante sinceridad. Me contó lo complicado que resulta mantener un nivel de grabación cuando realmente ya casi nadie compra discos. Su hijo William tiene un grupo; tocaba la guitarra en el álbum del que hablábamos entonces, Standards, le ha acompañado en directo en diversas ocasiones y hoy estará con él en Loco Club. “Lo he llevado conmigo a algunos festivales porque tocar en ellos es siempre especial. Me pide muchos consejos y luego siempre hace lo contrario a lo que le digo”. Cole es de los que tiene una libreta que va con él a todas partes y así es como la utiliza: “Si me despierto en medio de la noche tosiendo, apunto en el cuaderno algo así como que hay un ejército de bacterias en mi garganta que conspiran para que no pueda cantar. Es solo un brote de escritura que quizá después se convierta en algo, o no”. Hay artistas que se pueden permitir el lujo de parecerse a cualquier otro normal porque su música ya habla por ellos. Artistas que no necesitan ser estrellas porque la verdadera estrella es su obra. Si no fuera porque le gusta Bob Dylan, Lou Reed y Television, diría que Lloyd Cole es un escritor que en realidad no puede evitar hacer música.

Fenómenos extraños en la Valencia paranormal

Al terminar la entrevista le comenté la anécdota de marras, una que un título de canción distinto le he comentado también a Mike Scott de The Waterboys, a John Lydon, a Robyn Hitchcock. Esa anécdota que viene a decir que una de sus canciones, al margen de la suerte que pudiera correr en sus principales mercados, gozó de una gran acogida en Valencia. Acogida que evidentemente no se traducía en ventas gigantescas, pero que sí le concedía a la canción en cuestión el estatus de himno, aunque fuese a pequeña escala. Lo fue The Whole Of The Moon, de Waterboys, que en Inglaterra solo llegó al número 3 de las listas de singles en 1991, a raíz de un recopilatorio de sencillos de la banda. Claro que en este caso, habría que revisar lo “a pequeña escala”, porque Waterboys iban a abrir para Simple Minds en el estadio del Levante en el verano de 1986 sin ser un grupo masivo. Todo esto se lo comenté a Scott en una charla reciente y me dijo que no sabía lo de la popularidad The Whole Of The Moon aquí. “Me encanta tocar en Valencia, una de las últimas veces alguien me regaló una camiseta del Valencia C.F. con mi nombre. En 1986 no llegamos a tocar en aquel estadio porque nuestro mánager no confirmó que fuésemos a actuar. Pero alguien decidió seguir adelante a pesar de que nuestro nombre nunca debió anunciarse”.

Canciones que solo triunfaban aquí

Algo similar, aunque a una escala mucho más pequeña, pasó con canciones como el remix de Ghosts, de los neoyorquinos Comateens, que en su día solo lograron un cierto suceso en Francia. Con una cara B de John Foxx, This Jungle, que acompañaba a la más conocida Europe After The Rain en 1981. Y para colmo de la excentricidad, Four Enclosed Walls de PiL sonando en Barraca un par de años antes de que el público pidiera una canción del mismo grupo rebautizándola como El mescalinoso, que es como se referían a This Is Not A Love Song. A Lloyd Cole le ocurrió con My Bag, con la versión maxi del tema, incluido en el tercer y último álbum que grabó con The Commotions. Al oírlo sonrió con incredulidad. En su país la canción obtuvo una posición más bien humilde en las listas de éxitos. Aquí fue coreada con devoción hedonista un fin de semana tras otro en las discotecas donde el amanecer no llegaba nunca. Un pequeño espejismo que, en la obra de un autor de largo recorrido como Lloyd Cole, no es más que un simpático adorno, aunque estoy seguro que más de uno de los asistentes a su concierto de hoy en Valencia le pedirá My Bag.

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