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MAR ABIERTO  / OPINIÓN

Lo de Oltra

10/05/2022 - 

Quienes siguen este Mar abierto -mil gracias- podrán recordar que no he escrito aún sobre ‘lo de Oltra’. A conciencia. Me ha costado, pero hoy he decidido hacerlo.

Por lo que ya conocemos, sobre todo tras remitir  el Juez Instructor al TSJCV 71 folios para razonar que sea llamada como investigada al proceso seguido por presuntos delitos de prevaricación, ocultación de pruebas, desobediencia y malversación, en la gestión del caso de quien era su marido al tiempo de los hechos. Condenado a 5 años de prisión por un “delito continuado de abuso sexual con la agravante de prevalimiento”. A una niña de 13-14 años   tutelada por la Consellería que dirige la propia Oltra, dada su situación de desamparo.

Pero sobre todo, ante la insólita reacción, quién sabe si por soberbia, miedo, atrevimiento o todo ello, que está desplegando la Vicepresidenta Oltra, en una huida hacia adelante plagada de incoherencias respecto a su propia filosofía personal, sobre la que tantas veces ha aleccionado.  A (los) otros.

Ahora incluso poniendo el foco en otros planos de la agenda política, con la cortina de humo de una nueva “cooperativa” de izquierdas (‘Acord del Túria’), buscando cámara y redirigiendo posición, rumbo al “espacio que representa Yolanda Díaz”, según lo ha (in)definido Pedro Sánchez. Que no da puntada sin hilo… aunque  acabe con el de todos.

Vaya por delante la defensa de la presunción de inocencia, incluso para quienes, como ella misma, no la han respetado con los demás. Exigiendo ceses fulminantes y sin haber pedido nunca perdón por las causas impulsadas con ensañamiento contra centenares de personas luego absueltas.

Pero otra cosa son las responsabilidades políticas, compulsivamente exigidas y extensivamente definidas por la propia líder de Compromís incluyendo “la ética y la estética”. Ahora dice que eso ya no lo puede marcar nadie, solo  ella misma. Nada como el selfie moral, donde uno pone los límites según convenga.

El Juez instructor se pregunta por qué no se informó de los hechos a la Fiscalía ni a la Policía. O por qué el agresor siguió trabajando durante años con menores. Y resalta que se abrió una “peculiar instrucción paralela a la judicial carente de todo sentido” en la que “no había voluntad real de esclarecer los hechos, sino por el contrario, de ocultarlos”, que “comportaba el empleo de recursos públicos, humanos y materiales, con el consiguiente coste”, cuando “no puede negarse que los hechos afectaban de forma muy relevante a Oltra, no solo en el plano personal, como es obvio, sino también en el plano de sus responsabilidades políticas”.

Hay que recordar que cuando el acusado fue condenado por primera vez, la Consellería -tutora de la menor a la que debía proteger- proporcionó un Informe que desacreditaba a la víctima con “sesgo y dureza”. ¿Se imaginan a Uds. entregando ‘pruebas’ exculpatorias utilizadas por el  abusador sexual de su hija menor para intentar anular la condena? Pues eso.

Se puede entender, y hasta compadecer, el drama personal de Mónica Oltra. Aunque no para superponerlo al superior de una menor vulnerable. Pero se debe también esclarecer si en la gestión posterior, una vez conocidos los hechos, hubo anomalías, tengan o no relevancia penal, o algún tipo de ocultación/desprotección a una víctima menor bajo su tutela, especialmente por el cruce de emociones, jurídicamente conflicto de intereses, que suponía su relación con el agresor. Y esa es una cuestión que el Fiscal considera “razonada, ampliamente expuesta y motivada”.

En todo caso, la responsabilidad ya evidente es la política. Por la enorme contradicción con el “Hermana yo sí te creo” que Compromis, PSOE y Unidas Podemos han aplicado con severidad (salvo en este caso y el de las menores abusadas en Baleares con gobiernos afines, para los que se ha bloqueado cualquier comisión de investigación). Y porque basta la videoteca para ver retratada la incongruencia mayúscula entre lo que se reclama para otros y lo que justifica para sí.

A la Vicepresidenta le persigue su pasado y sus (pre)juicios lacerantes a los demás. Por más que recurra a delirantes conspiraciones. Porque son 7 jueces y varios fiscales quienes vienen sosteniendo los hechos en sede judicial. Y, sobre todo, porque son sus propias palabras las que (políticamente) la condenan.

¿Y Ximo Puig? Pues cómplice de la mala gestión y de avalar la incoherencia en su Consell, del que es máximo responsable. Porque no ha hecho nada, ni por una cosa ni por la otra. Ni siquiera para que la Abogacía de la GVA se persone en los procesos en que está afectada una menor tutelada.

¿Nadie en Compromis, PSPV-PSOE o Podemos cree a Teresa, la niña víctima evidentemente mal protegida (responsabilidades penales al margen) por el Consell de Puig y Oltra? ¿Nadie entre sus cargos públicos va a tener la valentía personal, la coherencia política y la dignidad ética de decirlo?

Realmente lo de la doble vara de medir, y hasta la doble moral, en este asunto no tiene un pase. Y, como decían los romanos, las cosas hablan por sí mismas. Res ipsa loquitur. Lo de Oltra, también.

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