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Lo del Museu de Belles Arts de València

14/03/2019 - 

VALÈNCIA. Lo del Museu de Belles Arts de València. En esta categoría se pueden incluir más de una, dos o tres cuestiones. De esta legislatura, de la pasada y, si no cambia nada, de la siguiente. Pase lo que pase, siempre ‘Lo del Museu de Belles Arts de València’. La última, lo del cambio de imagen del museo. Sus gestores apostaron por un ‘lavado de cara’ que coincidía con la incorporación de Margarita Vila como directora y la apertura de las nuevas salas expositivas, cerradas desde 2016, cuando acabaron las obras de rehabilitación. Con el objetivo de hacer algo “minimalista” y “en la línea de las imágenes de los museos nacionales e internacionales”, dicen desde Cultura, apostaron por un logo que va, de hecho, muy en la línea del presentado por el Prado para su bicentenario, un parecido que pronto captaron los más avispados.

La dirección general de Cultura y Patrimonio se ha apresurado a defender su diferencia, aunque admitiendo el evidente parecido. Sin embargo, que la similitud sea solo una coincidencia, tampoco es una buena noticia, algo que parece todavía no alcanzan a comprender. Es sintomático de los ritmos en los que se opera desde la catalogada como segunda pinacoteca de España, un modus operandi cortoplacista que ha llevado a ejecutar un proyecto en la línea del resto de museos… sin casi tiempo para consultar lo que hace el resto de museos. 


En apenas unas semanas se ha solventado la redefinición de la imagen del centro, un encargo a una “firma multidisciplinar” por 6.360 euros (IVA incluido) -todo un chollo para el bolsillo de la entidad- que también incluía la realización de imágenes de El inicio de la pintura moderna en España, la nueva exposición del centro. La muestra, por cierto, compuesta por algunas de las piezas que daban forma a la recientemente cerrada sala Sorolla y que sustituye a la prevista de Vicente López, que llegará finalmente antes de verano.  

Modificar la imagen de una entidad, especialmente pública, se ha convertido en algo recurrente para explicitar un cambio en la dirección de la misma, una renovación que diga: esto es nuevo. Algo modernito, ya saben. Pero la policía no es tonta y las necesidades del museo –incluyendo las comunicativas, que no son pocas- van más allá de un parche puntual. Que lo que necesita son medios para poder levantar una institución que debería ser uno de los orgullos culturales de la Comunitat y que está ahí es una esquinica del río como si tal cosa. También un equipo de comunicación, que manda narices que el Museu de Belles Arts no tenga quien lo cuente. Y, faltaría más, una imagen hecha con el mimo que la institución merece. Mientras tanto, algo de maquillaje, pero nada de calado. 

Ya saben, lo del Museu de Belles Arts.

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