VALENCIA (FOTOS: EVA MÁÑEZ). La tecnología se abre paso entre los Bomberos del Ayuntamiento de Valencia. Y es que se ha convertido en el primer Cuerpo de España registrado en la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (Aesa) y por lo tanto en tener su propia flota de drones legalizada, que actualmente se compone de tres vehículos aéreos no tripulados de diferentes características. Un dron Inspire 1, que cuesta alrededor de unos 6.000 euros y dos DJI Phatom 3, valorado en unos 4.000.
Valencia Plaza se acerca a la base de vuelo de Drone Spain, donde se realizan las pruebas de estos aparatos, que hasta el momento no pueden sobrevolar núcleo urbano. Esta empresa ha sido la encargada de internalizar el servicio y de poner apunto a cuatro integrantes del cuerpo, de los que solo Nacho Sepúlveda, quien nos acompaña, está en las operaciones del día a día. No obstante, la intención es tener dos bomberos por turno, lo que implicará formar a diez bomberos más en el pilotaje de estos vehículos para el que se tienen que sacar el título de pilotaje de dron y para el que practican en zonas indoor y en aeroclubs.
¿Y por qué decidieron tener esta flota? “Contactamos con Drone Spain por una inquietud”, apunta. “A mí me gusta el aeromodelismo, tenía mis propios drones y amigos que los utilizaban para grabar”. Fueron a congresos, a la Universitat Politècnica de Valencia y al final decidieron proponerlo a la jefatura, que les dio el visto bueno y les pareció útil.
Por el momento, la intención es trabajar en tres campos: la prevención, las emergencias y la formación. “Entre nuestras mayores inquietudes está en la prevención de incendios de parques naturales como puede ser El Saler, un emblema para Valencia”, explica Sepúlveda. Con el vuelo periódico de drones se puede generar un histórico que permite detectar focos potenciales de incendios, además de tomar decisiones de forma más precisa con una cámara térmica. “Si hay un conato de incendio puedes mandar el dron a ver qué ocurre hasta que lleguen los medios aéreos”, apunta.
Saca los drones de la maleta. En el caso de salir a una emergencia, donde se convertirán en un elemento clave, han hecho un curso de montaje rápido en el que enroscan las hélices de los drones de cuatro rotores, ponen la batería y empiezan a volar. Aunque el tiempo de autonomía es de 20 minutos, van preparados para poder estar en el aire hasta dos horas. “Aunque la ley no deja volar en espacios urbanos los bomberos podemos utilizarlos en situaciones de emergencia, y eso nos permite saltarnos un poco las normas, como cuando lo hacemos con los semáforos, pero siempre bajo nuestra responsabilidad”, apunta este bombero.
El dron es para una primera comprobación de víctimas en incendios, por ejemplo, o que han quedado atrapadas. También para situaciones que se dan en sitios poco accesibles o de alto riesgo. “Podemos enviar primero el dron para ver cuál es el riesgo y decidir qué instalación es la más idónea”, explica. Y es que los drones minimizan los riesgos asumidos por estos profesionales, ya que permiten saber en qué estado se encuentra el edificio en cuestión de segundos y si pueden entrar o no. A esto se suma la labor que pueden facilitar en búsquedas nocturnas y rescates o en el caso de producirse un terremoto. Evidentemente, todo puede observarse en tiempo real en una tablet que va incorporada en los mandos.
“Si un edificio está inestable, no puedes acceder porque la situación no lo permite y no puedes mandar a un compañero lanzas el dron y haces una primera inspección o búsqueda de accidentados”, apunta. También puede ser clave en el caso de accidentes químicos, mercancías peligrosas, accidentes bactereológicos, fugas de líquido radioactivo o cuando hay posibilidades de explosión. “Si le pasa algo es al dron, no a un compañero”, destaca Sepúlveda. Pone de ejemplo el reciente accidente en una pirotécnia de Zaragoza y la posibilidad de mandar uno de estos vehículos para hacer una inspección con una cámara térmica, ver si hay un punto caliente en la instalación y evitar sustos.
Otro uso que pretenden darle es la filmación de su maniobras y ejercicios en altura para la formación interna. Por ejemplo, tener una visión aérea de la formación de accidentes de tráfico o rescates en altura. A partir de ahí, las posibilidades que pueden encontrar parecen ser prácticamente infinitas. Ya solo queda que entren dentro de la hasta ahora restringida legislación.