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se prevé una caída del 20% del gasto medio de las familias

De la liquidación a la salvación: así afronta la Navidad el comercio valenciano

9/12/2020 - 

VALÈNCIA. "Esto ya no va a ser una tienda, esto va a ser un alquiler turístico". Un comercio más que se suma a la lista de cierres. En pleno centro de València, este local dedicado al negocio del calzado no ha podido soportar el tirón y ha decidido bajar la persiana. Eso sí, lo hará después de Navidad. Si el resto de años era un momento de ponerse las botas, en 2020 será, en su caso, para deshacerse del género. Es un ejemplo de las liquidaciones por cierre con las que uno se empieza a topar en este tipo de negocios.

El cartel se presenta en rojo llamativo colgado en la puerta, y las rebajas acusadas se viven en las entrañas de Paez. "Nos ahogan mucho con impuestos. Si tengo que pagar un autónomo para mí, y otro para mi marido si me pongo enferma...", reflexiona la gerente de esta tienda: "Así no se puede sostener". ¿Alguna ayuda o bonificación fiscal? "Nada", expresa sin enfado pero rotunda. Acaba así la historia de un negocio que aterrizó hace tres años. "Cuando llegamos aquí, empezamos de cero y abrimos la tienda". Pero esto no va, lamenta: "Al final nos toca poner de nuestro bolsillo".

El hundimiento de las ventas es consecuencia directa de la caída de la actividad turística. En este caso, lo que se había vivido como una simbiosis, se ha convertido en descalabro. "La falta de turistas nos ha afectado mucho: el 50% de nuestros clientes eran turistas", asegura la responsable de Paez, quien además apunta otras causas a tener en cuenta. Entre ellas, los cambios de hábitos de los consumidores como la menor movilidad. "La gente ya no viene al centro, toda la calle está igual". Los anuncios de 'disponible' ya adornan muchas fachadas como las bolas navideñas penden de un abeto.


Y es que, según los datos de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged), la demanda desde el estallido de la pandemia "continúa en mínimos y afecta especialmente a las perspectivas sobre la realización de grandes compras". Así, el volumen de consumo ha caído en un 7,2% hasta septiembre, siendo los complementos y la moda los sectores más perjudicados. La alimentación, básico en la cesta de la compra también baja ligeramente un 0,2% y el resto de productos cae un 12,7%, de acuerdo con sus estimaciones.

Una situación que el comercio ha acusado gravemente desde que se declarara el estado de alarma. España es, de hecho, donde la caída del comercio ha afectado más gravemente a la economía, a juzgar por la imagen que dibuja Anged a partir de datos de la OCDE. Según estos, el comercio español ha restado 9,5 puntos al PIB, una cifra que se eleva 0,7 puntos sobre la media de la OCDE. Una contracción que tiene su reflejo en las ventas de un comercio que mira con mucha incertidumbre la Navidad. La alegría de otros años da paso a un futuro en escala de grises.

Lo cierto es que la venta online sí se ha disparado por el temor de la ciudadanía a las grandes aglomeraciones, pero muchos pequeños comerciantes del centro de la ciudad siguen explorando todavía este canal, lo que les deja sin poder competir en un canal que cada día suma más adeptos. De acuerdo con un el Informe de Comercio Electrónico, publicado por CNMC, el comercio electrónico en España durante el primer trimestre de 2020 superó los 12.243 millones de euros, un 14% más que el año anterior. Una situación que contrasta con la del comercio minorista que en el mismo periodo cayó un 3,1%.

Unas fiestas teñidas de incertidumbre

"Este año va a ser una Navidad atípica por la incertidumbre sobre la evolución de la pandemia y las restricciones vigentes", apunta Silvia Huerta, delegada de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en la Comunidad Valenciana, quien señala que estas fiestas se plantean con una demanda "con mucha contención de gasto con una reducción del 20% en comparación con 2019", incluso en familias con una posición económica más desahogada.

"Siempre en esta época el consumo es mayor que durante el resto del año, pero en este 2020 no se va a alcanzar los niveles de otros años", insiste Huerta. Así, según los cálculos de la OCU, el presupuesto medio de las familias será de 526 euros, lo que supone 129 euros menos que en las Navidades de 2019. En concreto, un tercio de los españoles gastará menos de 200 euros, mientras que un 26% calcula que su horquilla se moverá entre los 250-500 euros. Otro 26% prevé un desembolso que puede llegar hasta los 1.000 euros y solo el 14% estima que superará esta cantidad.

Principalmente, el gasto se reduce en cenas y comida. Si el pasado año el 8 alrededor de una mesa, este año solo tiene pensado hacerlo el 44%. También se reduce las expectativas en cuanto a comidas y cenas de empresas. Solo el 16% tiene previsto celebrarlas frente al 45% de 2019.

La delegada de la OCU en Valencia, Silvia Huerta. Foto: EFE/BIEL ALIÑO

También disminuirá el desembolso en fiestas, viajes y planes de ocio debido a las restricciones de la pandemia. Por tanto, el mayor gasto lo coparán los regalos, especialmente para los más pequeños. En este sentido, la OCU estima que las familias se van a gastar 163 euros de media en presentes para los más pequeños de la casa y unos 172 de media en regalos para los adultos. Unas compras que Huerta recomienda adelantar y planificar para evitar grandes concentraciones en las superficies.

No obstante, aventura que gran parte de las compras se harán vía online. Según una encuesta de la organización, el 65% de los usuarios asegura que comprará vía online, aunque combinará sus compras con la tienda física. Mientras que el 19% señala que solo comprará por Internet y un 16% lo hará exclusivamente en los establecimientos convencionales. "Ha habido un cambio en el comportamiento de la mayoría de consumidores por miedo a acudir a sitios donde puedan producirse grandes concentraciones o para evitar acudir al centro de las ciudades", puntualiza Huerta.

Precisamente el canal online es una de las bazas de la gran distribución. Desde Anged, su portavoz en la Comunitat, Joaquín Cerveró, destaca que una de las ventajas del grandes superficies es que juegan la partida en los dos tableros: el canal físico y el online que en los últimos meses ha experimentado un salto cuantitativo y cualitativo. "Ha sido una auténtica revolución y la tendencia se mantiene. La onmnicanalidad es nuestra ventaja competitiva: permitir al cliente que compre cuándo, cómo, dónde y de la manera que quiera", apostilla.

No obstante, reconoce que el devenir de la campaña navideña y el comportamiento de la demanda es incierto, pero confía en que se reactive. "La verdad es que es el año más atípico y raro de la historia del comercio en los tiempos modernos. Esperamos que después de la experiencia del Black Friday haya un pequeño respiro y balón de oxigeno frente a la atonía que se venía observando", señala. Para dinamizar el consumo, asegura que se han lanzado "ofertas atractivas" para que los clientes se motiven y garantizando al máximo la seguridad en los locales para dar la tranquilidad al consumidor de que cuando acude a los establecimientos se encuentra en "espacios seguros".

Joaquín Cerveró. Foto: EVA MÁÑEZ

Un 15% de los comercios ya ha cerrado

Un escenario que complica la ya angustiosa situación de muchos negocios valencianos ubicados en el centro de las grandes urbes. Y es que el comercio no solo acusa una caída de visitantes, sino también una menor afluencia de tráfico por la falta de accesibilidad. Según denuncia la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico de València, "las nueve líneas de la EMT que modificaron su recorrido a su paso por el centro suponen ahora tan sólo el 22% de los usuarios, una cifra que evidencia la caída notable en el número de viajeros, que no encuentra en el transporte público un medio eficaz", advierte.

Muchos miran con un halo de esperanza estas fiestas para recuperar ventas, pero lo cierto es que el futuro es muy incierto. Muchos ya han desistido y se han visto abocados a bajar la persiana. "El 15% de los comercios valencianos ya ha cerrado", lamenta Rafa Torres, presidente de la patronal Confecomerç. "Los comercios en los barrios están aguantando mejor porque la gente se está desplazando menos, pero las zonas más grandes, como el centro, que dependen del turismo y sufren el teletrabajo sufren más", puntualiza.

 Presidente de Confecomerç, Rafael Torres. Foto: EDUARDO MANZANA

Aunque para muchos la Navidad será su 'tabla de salvación', reconoce que hay mucha incertidumbre. "Es verdad que la tasa de ahorro de los hogares es más alta y hay más dinero porque la gente no ha podido viajar y el gasto ha sido menor estos meses, pero la gente tiene reparo en gasta porque no sabe si su empresa va a cerrar y eso genera retroacción. Hay una ralentización clara", insiste.

Por sectores, explica que el equipamiento personal, esto es, moda, cosmética y complementemos, se ha visto más dañado, mientras que equipación deportiva, electrodomésticos y muebles están funcionando bien. "Prefiero ser optimista y confío en que la situación se anime", apostilla Torres. La esperanza es lo último que pierde el comercio que se aferra al espíritu navideño, en un año marcado por la tragedia, y esa mayor posibilidad de gasto para 'salvar la campaña'. 

No obstante, hace un llamamiento a la asistencia a la tienda física ante el elevado incremento de la compra online, un canal que los negocios más pequeños aún no tienen implementado. También a las administraciones para que, por un lado, alivien la carga impositiva a los establecimientos mediante exención de impuestos, así como pongan en marcha más ayudas directas. "Pedimos que ante el parón demanda se hagan políticas de incentivo como los bonos comercios porque sin ayudas ni campañas de dinamización, hasta un tercio negocios acabará cerrando en próximos meses", advierte el presidente de Confecomerç.


El centro 'fantasma'

"Había una chica que entraba por la plaza. Se oía el taconeo". Así explica con sagacidad el panorama del centro de València uno de sus comerciantes, Terencio, quien manifiesta haber notado considerablemente la ausencia de transeúntes. "Hemos notado la caída de la afluencia de gente", asegura a este diario. Y ya no es tanto el turismo, de quien no depende en exceso esta tienda de artesanía, sino la menor movilidad de los que asiduamente acudían al casco histórico o singularmente al Mercado Central. "Al Mercado suele acudir gente mayor, y es esta la que más conciencia ha tomado", relata este vendedor. Por las mañanas, al estar abierto el Mercado, suele haber "algo de movimiento", pero por las tardes, lamenta, "es desolador". Es desolador "que en una ciudad como València, con un centro como este, veas pasar las bolas de hierbajo del desierto".

En términos económicos, el negocio artesanal de Terencio y su mujer está viviendo "un poco de todo". Por un lado, se está viviendo cierta "falta de dinero" en los consumidores y las ventas "han bajado bastante". Tras la reapertura, en abril, las ventas parecieron mantenerse, pero ahora están cayendo de manera "preocupante". Sin embargo, en su caso está experimentando en la clientela cierta recuperación del apego por sus hogares tras haber pasado meses recluidos en sus casas, lo cual está llevando a prestar mayor atención al mobiliario y la decoración. "He visto que hay gente que ha descubierto su casa", explica: "Al estar en casa dos meses, has visto que en ese rincón, a lo mejor, podías poner algo. O que necesitabas dos cajas".

En este sentido, el balance parece no ser catastrófico. Pese a la caída de la facturación, no se ha llegado a un nivel que obligue a la liquidación. "Ahora se trata de aguantar el tirón, no hay otra", dice Terencio. No tienen empleados, y eso supone tener una menor carga en los gastos fijos, pero el hecho de que tanto su pareja como él estén metidos en el negocio conlleva cierto riesgo: si éste falla, les falla todo. Así, lo cierto es que su capacidad de inversión "se ha visto muy mermada" en los últimos meses para renovar el género y afrontar la campaña navideña: "Hemos invertido mucho dinero en juguetería, que si no se vende, eso nos haría mucho daño".

El sector del turrón y el dulce, por su parte, parece que aguanta mucho mejor estas fechas. La tradicional confitería Galiana, abierta desde el siglo XIX, no tiene mucha queja, pero sí ha notado reticencias a salir de casa por parte de los mas mayores. "Estamos teniendo muchas llamadas de gente mayor que nos dice que no se atreve a venir", explica el gerente del negocio, Amando Galiana. Esto ha empujado a desarrollar una parte de la venta que no se había desarrollado del todo hasta el momento: la venta a domicilio.

"No pasa nada, le decimos que no se preocupe, que se lo llevamos gratuitamente a casa". Es un servicio que no se hacía casi hasta este año y que ahora, con la pandemia presente, la tienda está fomentando y publicitando. "De hecho, esta mañana iremos a repartir ocho paquetes", asegura Amando, quien admite que aquí no están yendo mal las cosas. "La gente está temerosa de que nos cierren y se está adelantando a comprar. Me sabe mal decirlo pero a nosotros la campaña nos está yendo bien".

Uno de los pilares fundamentales de este establecimiento es la tradición: "Nuestra clientela es muy tradicional. Por ejemplo, el día de la Purísima tiene la costumbre de venir. No venir a muchos de nuestros clientes se les hace difícil". De ahí que la caída del turismo no parece que haya repercutido en exceso. "Aunque parezca alucinante lo que voy a decir, a nuestra clientela le gusta la cola. Tenemos clientes que muchas veces se quedan en la cola hablando y no le importa. Además, es gente que ves de año en año y Galiana, si no tiene cola, no es Navidad", explica con orgullo. 

Sin embargo, esto no es lo habitual. Otros sectores comerciales lo están notando y mucho. En la relojería de María Dolores, las cosas no van mucho mejor. En plena calle de San Vicente, el negocio ya no sólo tiene que luchar con el crecimiento exponencial de la venta online, a la que todavía no se ha sumado, sino que la falta de turistas y la reducción de los desplazamientos está suponiendo la puntilla. "Turismo no hay, ya no se ve, y ahora la gente ya no quiere salir, se está quedando más en casa y prefiere comprar todo por internet", se queja.

"Nosotros tenemos página web, pero mucha de nuestra clientela es tradicional", explica la responsable de la relojería, por lo que admite que ese campo no es su "fuerte". Y con este panorama afronta una Navidad del todo atípica. "Yo tengo pocas esperanzas", asegura al respecto. Ya en los últimos años, las ventas habían sufrido una recaída por la normalización de las ventas por internet, por lo que este año se espera seguir este camino. "Ahora, con esto, no creemos que vaya a mejorar".

Aquí tampoco han accedido a ninguna ayuda. "Pedí una ayuda al Ayuntamiento pero no me la concedieron", dice María Dolores tras el mostrador, y está siendo su seguro de autónomo el que está ayudando "un poco". Del resto, ninguna facilidad más: los recibos siguen llegando inclementes y el propietario del local continúa cobrando el alquiler religiosamente. Negocios como este ven la Navidad como una tabla de salvación, pero lo ven con desconfianza. Y miedo.

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