VALÈNCIA. “¿Qué cuerpos pueden estar en un escenario? ¿Por qué no colonizarlo con otros cuerpos ortodoxos? ¿Por qué la danza precisa una técnica o unos cuerpos perfectos?” estas son algunas preguntas que desde la compañía Titoyaya han resuelto en la que será su segunda producción de danza inclusiva, Soledad, que se estrena en Dansa València este mismo sábado y que se podrá fuera después del festival en el Teatre Rialto.
La compañía valenciana propone dale la vuelta al proceso creativo para hacer partícipes a personas que cuenten, en primera persona, sus experiencias de la soledad. Teniendo como única premisa reflexionar alrededor de este concepto, se pusieron en contacto -con la colaboración de Adonar- con diferentes asociaciones que asisten a personas que viven una soledad crónica. Concretamente, lo hicieron con el colectivo de personas mayores y con los jóvenes tutelados, que viven su infancia y juventud separados de su familia.
Un grupo nutrido de estos colectivos fueron los que, a través de su propio testimonio de soledad en primera persona, conformaron la historia que se podrá ver sobre el escenario. “A diferencia de nuestro primer espectáculo, Bandejats, en el que ya dimos un paso en este sentido, para Soledad queríamos llegar vírgenes a una primera ronda de ensayos para ver qué surgía a partir del tema propuesto”, explica Verónica García, co-responsable de Titoyaya.
Una vez contactadas con las entidades (Hogares Compartidos, Fundación Diagrama, Fundación Amigó y Fundación María Auxiliadora), llegaron a participar un puñado de personas que, si bien no tenían ninguna relación formal con las artes escénicas, sí “tenían una predisposición y un perfil escénico”. “En todo caso, no eran conscientes de la dimensión del proyecto, han ido dándose cuenta con el paso del tiempo, y no llegarán a serlo del todo hasta que pase”. Su estreno escénico será sobre el Rialto delante del público de Dansa València.
El proceso ha sido lento pero muy enriquecedor. Sus historias han estado acompañadas y cosidas por el guion de Xavier Puchades, que les ha dado un nexo, un tono poético y un hilo conductor que va a convertir la obra en un canto optimista: “A priori, son historias aisladas entre sí, una suma de experiencias, pero el hilo conductor (no quiero desvelar mucho) va a a llevar a que el espectador se de cuenta de que estas personas están acompañadas, acabar de manera positiva y no ahondar tanto en ese drama sino en buscar aquello más positivo”. La coreografía corre a cargo de Viviana Escalé y Gustavo Ramírez.
Tras estas historias, la denuncia de una soledad que no ha sido elegida, sino que el resultado del rechazo y la desidia de una sociedad que no para. Los restos son aquellas personas que, de manera crónica y transversal, sufren esta discriminación.
De las personas que participaron en el taller solo tres personas mayores y tres jóvenes acompañarán a los cuatro bailarines de la compañía. Otras personas que han participado en los talleres se han ocupado de cuestiones como la escenografía, o han participado en varios talleres fotográficos. Acompañando al proceso de creación de la pieza, Ernest Zurriaga ha preparado una exposición sobre las entrañas de Soledad, que podrá verse del 16 al 25 de abril en el vestíbulo y en las escaleras del edificio Rialto. Además, se han llevado a cabo dos talleres de fotografía para redes sociales, impartidos por Nerea Coll y Nacho Carrascosa, a partir de los cuales se ha creado una cuenta en Instagram gestionada por los participantes de la pieza. Algunas de las fotos de los participantes hechas durante los ensayos y el proceso creativo también se podrán ver durante la propia obra.
Soledad ha sido un viaje de ida y vuelta en el que, en todo momento, los y las participantes han estado arropados emocional y psicológicamente por Eloy del Teso. “Ante todo, y a pesar de tratar temas dolorosos, lo que más ha habido es ilusión y cohesión. Tal vez también mucha incertidumbre ante todo lo que pasaba”, comenta Verónica García. Para la compañía, este cambio en el proceso a la hora de crear una obra “te obliga a ser consciente y permite que fluya de otra manera. Tenemos que adaptarnos y, aunque no es dura, sí te obliga a otro tiempo y otras necesidades. De todo nos quedamos con una apertura a muchas preguntas que, como profesionales, nos ha hecho este proceso”. Esas preguntas son las encabezan este artículo. Los cuerpos de la soledad toman el escenario, en una disrupción que no es tan formal como social. Una disrupción que va a las entrañas del proceso creativo y se pregunta, ¿quién falta en el escenario?
Esta nueva pieza de la compañía valenciana se encuentra entre los proyectos artísticos seleccionados para formar parte del programa Art For Change de la Fundació La Caixa. De las 293 propuestas presentadas en la convocatoria de 2020, fueron elegidas 19, tres de ellas de danza. Art For Change es una iniciativa para la mejora social a través del arte y la cultura, generando procesos creativos en los que participan colectivos en situación de vulnerabilidad.