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Los espectadores son los protagonistas de un 'happening' colectivo propuesto por Wim Vandekeybus

8/05/2019 - 

VALÈNCIA. “Tal vez sea un cabaret de preguntas sin respuestas. Tal vez trate de ti. Tal vez deberías venir solo. Tal vez, al final, encuentres a tu amor verdadero. Tal vez sea un viaje al lado oscuro. Tal vez no sea para ti. Quizás llores. Tal vez te recuerde que naciste desnudo. Tal vez sea todo una mentira y eso te va a gustar. Tal vez sea como cualquier otra droga. Tal vez te cambie sin vuelta atrás. Tal vez ni siquiera llegues al final Tal vez sea el momento de abandonarte. Quizás otros no puedan describirlo. Tal vez deberías ir a descubrirlo por ti mismo”. Sugerente?¿Enigmático? El rompedor coreógrafo, actor, escenógrafo, fotógrafo y cineasta Wim Vandekeybus (Amberes, 1963) tienta a los espectadores a acudir a su espectáculo Go Figure Out Yourself con este seguido de posibilidades. Después de décadas de experimentación escénica, cinematográfica y audiovisual, el creador belga al fin se decide a romper la cuarta pared. En nuestra ciudad, los muros derribados, metafóricamente hablando, serán los del monasterio de San Miguel de los Reyes el 10 de mayo, en el contexto del Festival 10 Sentidos.

Cinco bailarines tomarán de la mano a la audiencia para protagonizar un happening colectivo del que serán protagonistas. Los asistentes están invitados a divagar por un espacio abierto y desnudo a su libre albedrío. No obstante, la directora artística del festival de artes vivas, Meritxell Barberá, advierte que a nadie se le fuerza a participar. “Se genera mucha naturalidad. Es una vivencia festiva que, en coherencia con el lema de esta edición, Bestias, habla de violencia y de marcialidad, pero desde lugares más estéticos y formales. Vandekeybus aboga en este trabajo por estar en comunidad y compartir celebraciones, este tipo de dinámicas aligeran los problemas y los conatos de conflicto en las relaciones humanas”. El artista multidisciplinar incide en ello.

- ¿Qué satisfacción has encontrado al romper la cuarta pared?
- Un contacto directo con el público. Esto significa también una respuesta inmediata al material. De modo que abandonas tu seguridad y eres juzgado al instante. Tuvimos que acostumbrarnos a eso y a ser pacientes y a veces muy directos para guiar la libertad de los espectadores.

- ¿Cuánto tiene que ver esta propuesta con la necesidad de reconectarnos con nosotros mismos después de la omnipresencia de los dispositivos móviles?
- El contacto social es físico, táctil, tiene una mirada. Nosotros, los occidentales, a veces no estamos acostumbrados a este contacto directo, a esta oferta, a esta tentación, a este compartir. El teatro y la danza todavía son medios que necesitan de un público en vivo y no sólo de una pantalla. En nuestro mundo no físico, donde cada contacto es reemplazado por un reemplazo distante, anhelamos un piel con piel simple, una calidez, un regalo, un desafío, una apuesta.

- Siempre te interesó la psicología, de hecho, comenzaste estudios universitarios. ¿De qué manera has sondeado la psicología de la audiencia en este trabajo donde les das libertad absoluta?
- La gente actúa de manera extraña cuando forma parte de una multitud. El individuo es rápido frente a la lentitud del grupo. Los espectadores se juzgan entre sí y se sienten observados. Hay vergüenza y una incomodidad que tiene que ser trabajada durante la función. A lo largo de la representación puedes ver cómo van decidiendo las personas: a dónde ir, si participar o no, si mostrar una respuesta o fingir, si seguir o pasar. Esta es la parte interesante de la noche en que no todo se decide de antemano para el público, cada persona debe completar una parte importante del viaje. El solo hecho de que no haya asientos ya está creando un elemento impredecible que debe tomar forma.

- ¿Te ha sorprendido algún comportamiento humano en otras representaciones de esta pieza?
- Oh, sí. Algunos sienten la necesidad de rebelarse contra todo, o de negarse, o de participar demasiado. A veces, son los miembros de la audiencia quienes intiman con los bailarines o tratan de liderar la acción. Pero sobre todo hay un intelecto intuitivo general que hace que las funciones sean muy especiales. Con los adolescente también muy bien de una manera conmovedora.

Wim Vandekeybus tomó al asalto la escena contemporánea en 1987, año en el que  estrenó la primera propuesta de su compañía Última vez, What the Body Does Not Remember. La pieza llevaba la danza a nuevos extremos físicos, en los que el cuerpo humano era sometido a una presión insostenible y se buscaba la respuesta reflejo en los bailarines. En Nueva York, el revolucionario coreógrafo y los compositores Thierry de Mey y Peter Vermeersch recibieron el prestigioso Bessie Award por su “confrontación brutal entre la danza y la música, su paisaje combativo y peligroso”.

Con la caída del muro de Berlín a las puertas, había una tensión política y social en el mundo que se había trasladado a los lenguajes del movimiento. El belga formaba parte de esa revolución en la danz, y en estas tres décadas no ha cejado en su propósito de reinvención. “Desde mi punto de vista, es necesario que la forma cambie cada vez, por eso un día puedo crear un espectáculo esencialmente musical (nieuwZwart) y después, para el próximo proyecto, hacer una película basada en las experiencias de un hombre (Monkey Sandwich) y entonces concebir un montaje para jóvenes con quien normalmente me cuido mucho de mezclarme (Radical Wrong), optar por una obra de mitología clásica (Oedipus/Bêt noir) o incluso decantarme por una pieza analítica en la que la fotografía tiene un papel protagonista (Booty Looting)”, explica.

Visitó València en 2005, donde representó su obra de 1989 Les porteuses de mauvaises nouvelles en el hoy extinto L’Altre Espai. La pieza le supuso al rey del exceso físico su segundo premio Bessie y el London Dance. Meritxell Barberá se encontraba entre los espectadores de entonces y como a muchos bailarines y coreógrafos hoy consolidados en nuestra comunidad, aquel hallazgo sembró en ella nuevas aspiraciones creativas: “El trabajo que presenta ahora en su regreso a València es algo totalmente diferente, interactivo, con una banda sonora cambiante pero muy fiel a su estilo, en un espacio no convencional donde los espectadores realizan un recorrido”.

- ¿Consideras, como dejas entrever en la web, que este trabajo puede ser el último ritual funerario del teatro?
- Es una promesa de que la obra reflexiona sobre el teatro en general. Cuando se rompe la cuarta pared, el teatro puede morir y disolverse entre la multitud. El público se convierte en los actores, en los bailarines, en la escenografía...

- El juego siempre ha sido fundamental en tus creaciones. ¿A qué invitas al espectador a jugar en esta ocasión?
- A Stratego. A un juego de guerra contra la nada donde los espectadores son los soldados utilizados por los líderes. A un juego divertido contra nada. Es una metáfora sobre la cantidad de elecciones que tomamos como una ilusión de libertad, pero no decididas por nosotros, sino por otras personas.

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