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DISEÑO PARA EL PENSAMIENTO

Los muebles, esos otros habitantes de la casa de Gran Hermano

La casa del reality más famoso de la televisión ha sido a lo largo de dos décadas escaparate alternativo para marcas del sector valenciano del hábitat

17/09/2018 - 

VALÈNCIA. En abril del año 2000 comenzaban las emisiones de Gran Hermano en Telecinco, la versión española del formato Big Brother y el reality que más audiencia ha tenido durante más de veinte años, veinte años de participantes de todo tipo y donde la casa y cada una de sus estancias terminaron por acaparar protagonismo como si de un personaje más se trataran, desde el confesionario al salón pasando por las escenas más tórridas en los dormitorios, los espacios ocultos, el jardín o ese lugar propenso a las discusiones grupales llamado cocina.

Cada habitación se convirtió así en un escaparate para el prime time o para los seguimientos 24 horas del programa, y empresas del sector del mueble, el textil o la iluminación encontraron en la casa de Gran Hermano una nueva forma de exhibir su producto. El product placement de las series o el cine aplicado a la telerrealidad donde sofás, lámparas o edredones pasaban a veces a tener más protagonismo que los concursantes que se comportaban como auténticos muebles. Eran los otros habitantes de la casa de Gran Hermano.

Estos concursantes iban y venían y la mayoría de sus nombres acabaron perdiéndose como lágrimas en la lluvia, entre replicantes y platós telebasura, pero edición tras edición (y van más de veinte) y aguantando numeraciones y variaciones de nomenclaturas (reencuentro, vip, revolution...) la ya famosa casa de Guadalix se convirtió en escaparate alternativo para el sector del hábitat y Gran Hermano fue así nicho histórico en el que empresas de la Comunitat Valenciana promocionaban sus productos año tras año hasta convertirlos en iconos para un público muy concreto y fiel (target, en jerga comercial).

Ese target bien es cierto que no auguraba muy buen criterio conforme el propio formato fue decayendo por el perfil de sus participantes, centrado además en el público juvenil, pero la decoración de la casa de Gran Hermano y los muebles que la habitan responden a tendencias a lo largo de los años, como si de un tablero de moda de Pinterest se tratase, con fans al acecho de las novedades de cada año. A veces por marketing, a veces por petición de la productora o por planetas que se alinearon, colocar una pieza en la casa suponía llegar a acabar con el stock de la misma, como fue el caso de los primeros célebres casos de edredoning bajo fundas nórdicas de una empresa textil de Ontinyent que derivó en pactos comerciales y en que surgiesen tiendas online dedicadas exclusivamente a la venta de objetos aparecidos en el reality. Compramos lo que se nos anuncia, y más si lo hace un famoso. Y la casa de Gran Hermano es muy famosa (y dentro todo se magnifica).

Año tras año, empresas valencianas del hábitat han destacado en este decorado real que era la madrileña morada de la sierra de Guadalix, pese a que con cada nueva edición el programa renovaba el interiorismo, las marcas, conscientes del éxito, continuaban exhibiendo otras piezas para moverlas en el mercado del mueble moderno de forma sutil. Piezas a menudo arriesgadas, llenas de color y muy decorativas, denominadores comunes del catálogo en el que se ha ido convirtiendo Gran Hermano. Uno de los casos de éxito más recordados precisamente por su rol decorativo y por la repetición en sucesivas ediciones llegó en 2010 de la mano de la empresa Lagrama, de Vinaròs (Castellón), con su colección estrella Avatar que permitía personalizar los muebles, algo que el reality explotó por medio del ilustrador Diego Latorre, también vinarocense. En este caso fue la productora la que se puso en contacto con la empresa para encargar el diseño del mobiliario, alargando esta relación comercial en otras ediciones como en la 12+1 con armariadas y cajoneras de colores, conjuntos de cubos para almacenaje en el dormitorio y estanterías modulares para el vestidor de la casa en 2012.

Ese mismo año, la empresa Fama de Yecla (Murcia, vecina de la Comunitat Valenciana también con tejido industrial en torno al mueble) colocaba sus sofás Arianne y Myapple, productos que en catálogo destacan por su amplia variedad de colores. El sofá Myapple se convirtió en “el sofá del confesionario”, líder en horas de pantalla para él solito, una pieza especial con su mítico tapizado rojo y que repitió en ediciones posteriores.

La edición anterior, la de 2011, incorporaba una segunda casa misteriosa, la denominada Casa Espía para dar juego al concurso, y en ella, el estudio valenciano Sanserif Creatius participó cediendo algunas piezas desarrolladas íntegramente en cartón ondulado, desde desde taburetes a papeleras pasando por sus asientos Bold, una serie de productos creados para concienciar y aportar valores medioambientales, desarrollados en colaboración con la firma también valenciana del Grupo La Plana.

Gran Hermano 12 destacó por el elenco coral de diseñadores de las piezas que conformaron su proyecto de amueblar la casa, con la empresa valenciana Vondom aportando mobiliario e iluminación de las colecciones Faz de Ramón Esteve, Blanca de Javier Mariscal, Vertex y Lava de Karim Rashid o Pillow de Stefanno Giovannoni.

La colección Faz del diseñador Ramón Esteve dió el toque especial a la casa aquél año, con un sofá que forma parte del imaginario de los fans del programa así como de una serie de piezas accesorias que configuraban aquella vivienda moderna que era la apuesta del proyecto.

El protagonismo en iluminación desde 2013 corrió a cargo de la empresa fabricante Ilexpa, de Manises, que aportó sus más de treinta años de experiencia para fabricar ex profeso una serie de lámparas y apliques en función de lo que la productora necesitaba para su proyecto global. A día de hoy, Ilexpa sigue comercializando uno de aquellos apliques bajo el nombre de ‘Gran Hermano’.

En 2014, otra firma murciana, Beltá, aportaba el elemento central de la casa: el sofá del salón. El sofá, modelo Ovvo, aportaba modularidad y colorido una vez más, con un toque distinguido esta vez. Las tiendas proveedoras de la zona de Canals y Xàtiva agotaron existencias a lo largo del programa.

Para la siguiente edición el sofá cambió por el modelo Nest de la valenciana Koo International, de formas curvas, elegante y con enormes cojines que siempre dieron juego en Gran Hermano. Diseñado por Lagranja Design, su presencia jugó un importante papel en la estrategia de internacionalización de la empresa, como si de la asistencia a una muestra se tratara.

Ya en 2016, y bajo la dirección de proyecto de Domenico Prati (el escenógrafo de las últimas ediciones de las galas de Gran Hermano y de otros programas como Operación Triunfo o Fama), destacaron como elemento de interior las celosías de la empresa Cerámica a Mano Alzada de Castellón, creadas por el ondense Miguel Bartolomé, en otro de esos casos en los que fue la productora la que dió con el producto y no al revés. Y es que Prati pretendía revisitar los años 70 a través del mobiliario, y el producto de Bartolomé encajaba a la perfección.

Ilexpa volvía a iluminar por quinto año consecutivo la casa de Gran Hermano en la última edición emitida del reality, esta vez con la lámpara Espirit y con otra serie de nuevos apliques diseñados a propósito para la casa de Guadalix.

Mañana martes arranca Feria Hábitat Valencia, el gran escaparate del sector del mueble y la iluminación, donde expositores y empresas se encargan de posicionar como referente el hábitat español, en una muestra mucho más global, amplia y rigurosa, sin tanta caspa y donde la calidad sobresale por encima de audiencias y nominaciones.

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