La globalización, esa aparente panacea para algunos pero inevitable desafío para todos, esta resultando ser una liga deportiva donde cada equipo juega con unas reglas diferentes y eso es insostenible
La humanidad está en desarrollo constante desde que aquel mono bajó del árbol, y hemos estado dando saltos evolutivos tanto en lo individual (diferentes especies de homos) como en lo colectivo (múltiples sociedades y civilizaciones). Así hoy nos encontramos en esa sociedad mundial, la aldea global de Marshall McLuhan, llamada globalización, y una de sus patologías, el movimiento ilícito de capitales, emerge estos días en los titulares periodísticos en la forma de los papeles de Panamá.
Una de las principales características de la era en que vivimos es el alto grado de conectividad en las relaciones humanas, no existen prácticamente fronteras en las comunicaciones y medios de información, aparte de las idiomáticas y las establecidas por las dictaduras, gracias a los mass media y a INTERNET. Tampoco existen grandes dificultades (además de contar con la financiación necesaria) para trasladarse a cualquier confín del planeta por el gran avance en los vehículos e infraestructuras de transporte. Hasta ahí todo bien, pero hay que tener en cuenta que esa sociedad mundial se encuentra dividida por estructuras políticas llamadas Estados, y aquí es donde empiezan las disfunciones.
existen otro tipo de individuos y sociedades que se empeñan en intentar eludir sus responsabilidades tributarias usando paraísos fiscales, territorios donde hay otras reglas de juego
Si en las relaciones privadas internacionales en un sentido extenso, es decir de las personas físicas y jurídicas globalizadas (sobre todo para las multinacionales como diríamos antes o para las empresas off shore que diríamos ahora) y aún más para el dinero, no existen fronteras aparentemente, en cambio territorialmente se aplican las normas de derecho público sobre una población concreta y bajo la dirección de un gobierno internacionalmente reconocido. Éste es el escenario óptimo para eludir los controles, iniciando el juego del gato y el ratón entre los gobiernos (y en el fondo las sociedades de las que emanan) y los defraudadores/encubridores internacionales, en una lucha que recuerda mucho a la que soportaba la España de dos hemisferios contra los corsarios que se refugiaban en puertos piratas.
Esta disyuntiva de ilícitos y defraudaciones, a usted, a la mayoría de los lectores y a mí, no se nos planteará, pues somos trabajadores por cuenta ajena al servicio de empresas o del Estado, o pequeños y medianos empresarios y autónomos, y hacemos posible con nuestros impuestos el sostenimiento del Estado Democrático Social y de Derecho que disfrutamos, cuya sostenibilidad es puesta en duda por la crisis, y por eso se debe ser más riguroso en el cumplimiento de nuestros deberes cívicos, o patrióticos como se diría antaño.
Pero existen otro tipo de individuos y sociedades que se empeñan en intentar eludir sus responsabilidades tributarias usando paraísos fiscales, territorios donde hay otras reglas de juego y su derecho público es permisivo respecto al origen de los capitales extranjeros, dándoles igual que provengan de criminales, dictadores, empresarios corruptos o demócratas de toda la vida pero defraudadores y que podríamos englobar en varios grupos (y no son numerus clausus):
1º.- Las personas que cumplen con la legalidad tanto en la forma como en el fondo de la norma pues trabajan y residen fuera de España, por lo que sólo recibirían cierto reproche social.
2º.- Los contribuyentes que aún cumpliendo formalmente la ley, han cometido fraude de ley. No se les podrá imputar/demostrar delito alguno, pero tendrán todo el rechazo social.
3º.- Los individuos que han cometido y se les ha podido imputar y demostrar el ilícito penal, por lo que no sólo deben tener el mayor reproche y rechazo social sino que además caiga sobre ellos todo el peso de la ley.
La solución (que pensaran ustedes) o mejor dicho las posibles soluciones a este problema son muy complejas por la gran cantidad de intereses en el tablero pero no por ello se debe de desistir en intentar aplicarlas, fundamental es acabar con esos agujeros negros (paraísos fiscales) donde reina la opacidad, potenciar el intercambio de información y evitar el secreto bancario, vigilar las empresas que operan en esos entornos sin que tengan una actividad ni fin societario claro aparte de los meros servicios financieros, etc., pero sobre todo se necesita la voluntad política de nuestros líderes para realizar los cambios legislativos pertinentes.
Y esta situación de disfuncionalidad también ocurre respecto otras relaciones como son las comerciales, laborales, etc., donde países ajenos a nuestro entorno occidental (que juegan con otras reglas) compiten con nosotros mediante prácticas en el fondo de Dumping provocándonos una serie de transformaciones sociales, el debilitamiento (esperemos que no sea destrucción) de la clase media, que puede socavar nuestras estructuras sociopolíticas. Porque si queremos seguir experimentando esta revolución del mundo globalizado hiperconectado todos debemos tener las mismas normas que cumplir y con las que competir, y si no terminarán por levantarse las fronteras en la típica reacción termidoriana, impidiendo, que creo que no, la llegada de la próxima revolución 4.0, con el internet de las cosas (IOT), la robotización o colonización del mundo por parte de los Drones de todo tipo o la hibridación entre el mundo real y el espacio Cyber, aunque quizás esta sea su solución.
Donde pronto se podrán observar los efectos de estas prácticas poco solidarias de evasión fiscal, por parte de algunos dirigentes que aparecen en los papeles, será en la próximas elecciones de este año, por ejemplo en el Reino Unido el 5 de mayo (elecc. regionales/locales), durante el mes de junio en México (el 5 elecc. regionales/locales), en Italia (el 12 elecc. regionales/locales) y en Islandia (25 elecc. presidenciales), o en Rusia el 18 de septiembre elecciones generales, o en Brasil el 2 de octubre elecciones regionales/locales, entre otros países, o incluso en España que no se sabe si va a ver elecciones (por el momento todo indica que sí) y tampoco se sabe el alcance de todos nuestros conciudadanos implicados, Dios dirá y ustedes lo votarán.