Un grupo de adscritos, que dicen sentirse “desprotegidos” por la estructura oficial de la institución, presenta una queja ante el portal de peticiones del Parlamento Europeo
VALENCIA. Mientras un profesor titular a media jornada llega a cobrar alrededor de 1.200 euros, un docente asociado con las mismas funciones debe conformarse con 400. Esta es la situación presente en la Universitat de València (UV), institución histórica donde la figura del personal adscrito ha ido degenerando con el paso de los años, hasta convertirse en una plantilla “profundamente desvirtuada”. Al desempeño de funciones inicialmente no previstas para los colaboradores, se suma la “falta de representatividad” que dicen sentir por parte de los sectores oficiales, lo que les ha llevado a organizarse en una plataforma al margen del sindicato central y organizar actos de protesta en paralelo.
El Colectivo de PDI Asociado de la UV, que así se hacen llamar, suma ya más de 300 miembros. Pretenden dar voz a los alrededor de 1.200 profesores asociados que tiene la UV, más de una cuarta parte del total de la plantilla docente. Este mismo jueves explicarán, en la Facultad de Magisterio, por qué han interpuesto una queja contra la Universidad ante el portal de peticiones del Parlamento Europeo. Pero han tenido acciones mucho más radicales, entre las que se incluye presentarse en la puerta del despacho del rector, Esteban Morcillo, para exigirle una subida de sueldo, según relatan los propios miembros de la plataforma.
La línea de protesta del colectivo es clara: “La UV es la que peor paga a sus asociados de toda España”. Exponen sus propios casos personales. “Llevo 14 años dando clases y mi sueldo no ha pasado de los 425 euros netos”, cuenta Benjamín Marín, profesor de Periodismo. Los hay ingresando entre 200 y 300. La cifras contrastan con las de un profesor titular al uso, cuyo sueldo oscila entre los 2.700 y 3.000 euros, pero también con la de uno contratado a tiempo parcial, que supera los 1.200. “Todo ello sin contar las horas de preparación de clase, tutorización de trabajos e investigación, que nosotros no tenemos reconocidas”, añade.
Esto no solo supone una "discriminación retributiva", sino que genera malestar entre titulares y asociados, que ven como su compañero cobra más por desempeñar las mismas funciones. El papel del profesor asociado está pensado para atraer a profesionales de los distintos sectores, con un alto grado de especialización y en muchos casos doctores, que deben compatibilizar la docencia con otra actividad. Pero eso es solo la teoría, porque en la práctica ha degenerado. Ejercen de sustitutos de ante bajas (“por el precio de un titular tienes a cinco asociados”), hacen más horas de las que están contempladas y no pueden cobrar pagas extraordinarias si dependen de otra entidad.
“Está claro que se ha producido una distorsión de su figura, se ha pervertido, y estamos totalmente de acuerdo en su reclamación retributiva”, admite Amat Sánchez, profesor y miembro de CCOO-PV, además de representante oficial del Personal Docente e Investigador (PDI) de la UV. No obstante, matiza que mientras para algunos este puesto es “un pluriempleo”, para otros se ha convertido “en una vía de acceso a la Universidad".
En el nacimiento de esta tendencia subyace el descontento con los órganos oficiales de la UV, motivo que les ha llevado a trazar su propio camino. “Van por libre de modo relativo”, precisa Amat Sánchez. Admite que desde hace tiempo, más o menos desde 2008, hay un “movimiento paralelo de protesta”. No obstante, matiza que algunos de sus impulsores pertenecen a un sindicato muy concreto (se refiere a Intersindical) y son miembros del comité de empresa. Es por ello que se muestra "profundamente sorprendido" con la vehemencia de sus reivindicaciones, “ahora que precisamente estamos negociando un convenio con la Generalitat”, algo hasta la fecha inaudito en la Comunitat.
Por todo ello, insta a esperar a ver cómo transcurren las negociaciones del convenio colectivo, “donde tenemos pensado crear nuevas figuras para dar respuesta a las necesidades de la Universidad”. Recuerda que sus reivindicaciones “se están tratando”, en referencia a la negociación de trienios y sexenios, pero recuerda que hay “topes legales”.
La explicación no parece contentar a un sector que se considera “el eslabón más débil” y dice haber recibido “poca atención”. “Morcillo nos ha tratado con una actitud muy política”, dice Marín, “buenas palabras, palmaditas en la espalda y mucho lo estamos mirando, pero nada más”. También hablan la “falta de voluntad del tripartito, que se comprometió a adecuar de medios a la UV”. El clásico argumento de la infrafinanciación, derivada de una deuda histórica, cuya asfixia seguirá manteniéndose si atendemos a los presupuestos de 2017.