Son muchas las ocasiones, en que merece la pena arriesgar pese a la frustración, trabas y dificultades, por un trabajo, por un sueño, por convicciones y sentimientos. Es este el caso de quien suscribe, acérrimo defensor de la igualdad de derechos y oportunidades; de las libertades y el respeto a los derechos y obligaciones en el marco de la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico.
Es ese mismo afán, el que mueve a este columnista como a tantos otros letrados, a levantarse cada día para prestar asistencia y servicios jurídicos con la mayor diligencia, dignidad y esfuerzo hacia quienes carecen de recursos suficientes para sufragarse los servicios de un letrado particular, pese a las múltiples trabas, escollos y maltrato al que los abogados del turno de oficio nos enfrentamos a diario.
Para quien suscribe, no se trata solamente de cumplir con lo que mandata la Constitución, acerca de que la Asistencia Jurídica Gratuita constituye un servicio público sin coste alguno, para quienes carecen de suficientes recursos, de hacer efectivo el derecho a la tutela judicial efectiva o de la prohibición de la indefensión, sino que va mucho más allá.
Se trata, de mucho más que lo rubricado en un texto legal, se trata, ni más ni menos que de principios, valores y firmes convicciones, entre los que destaca que no puede haber Justicia sin igualdad real; se trata de vocación y amor hacia el ejercicio de una profesión por encima de cualquier tarifa de mercado o baremo establecido, pero especialmente, se trata de defender la dignidad de una profesión que desempeñamos alrededor de 43.000 abogados en el turno de oficio, con incansable esfuerzo, sacrificio y profesionalidad.
Tal como dijo recientemente el decano del Colegio de Abogados de Toledo, Ángel Cervantes, “no puede haber Estado social y democrático de Derecho, sin una abogacía potente”, pero además, tampoco puede haberlo si sigue denigrándose la función social que llevamos a cabo los letrados del turno de oficio, si desde los poderes públicos no se dignifica nuestro trabajo.
Lamentablemente, éste no es sino otro caso más de olvido y maltrato de la Administración hacia quienes día tras día nos levantamos impertérrita y ferozmente decididos a mantener en pie nuestro negocio y nuestras convicciones contra viento y marea.
Sí, los autónomos, los eternos castigados por los efectos de la crisis, trabas, y desidia de los distintos Gobiernos del bipartidismo, que como en el caso de quien suscribe, estamos acostumbrados a que la Administración pague poco, tarde y mal, en el mejor de los casos. Pues bien, a esta situación de asfixia y humillación que padecemos, cabe añadir los planes del nuevo Gobierno del señor Sánchez, con los que muchos autónomos vamos a sufrir el estrangulamiento de la subida oculta de las cotizaciones pergeñada por el Gobierno del señor Sánchez.
En el ejercicio de la abogacía, en el turno de oficio, como en el desempeño de cualquier otro oficio o profesión, cuanto esperamos los ciudadanos de las instituciones, son medidas, soluciones y que se promuevan las condiciones para poder llevar a cabo un determinado servicio, de calidad, eficaz, eficiente, cercano y cumplir con la función social que nos corresponde a cada uno.
Por ello mismo, frente al continuismo en la humillación, olvido y maltrato al que nos someten desde los distintos Gobiernos, este columnista les diría que dejen de castigar, a quienes tienen menos recursos, a aquellos autónomos que con sus ingresos no alcanzan el salario mínimo y a quienes libremente ejercemos nuestra vocación, que en muchos casos, además de contribuir a una importante función social, supone un pilar fundamental en el que se asienta nuestro Estado de Derecho. Puesto que conseguir que el derecho a la asistencia jurídica gratuita, deje de ser la cenicienta del sistema y se le brinde la dignidad, medios y recursos que merece y necesita, no será otra cosa que el triunfo de la ciudadanía y de la igualdad real de derechos y oportunidades que persigue quien suscribe.
Jesús Salmerón Berga es letrado del Turno de Oficio y asesor de Ciudadanos en la Mesa de les Corts Valencianes