CASTELLÓ. Cumplir años es siempre un motivo de alegría. Significa gozar del placer de celebrar la vida. Significa ganar una nueva batalla al tiempo, finito y que siempre acecha. Significa tener la oportunidad, de nuevo, de poder disfrutar de aquellos a quienes más queremos. Pareja, hijos, familiares o amigos. Aquellos con los que emprenderíamos un viaje hacia la eternidad.
Pero, como todo, también tiene su parte negativa. En ocasiones, los años pesan, hacen enfermar o perder movilidad. Llegado el momento, obligan a abandonar el domicilio habitual para recibir los cuidados propios de la edad. Situaciones desagradables, pero sin las que no podría entenderse la larga y bonita travesía que es la vida.
Es esta última parte la que, según los datos del Censo anual de población publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), ha ganado terreno durante el último año. La movilidad en el interior de la provincia de Castellón entre los mayores de 65 años ha aumentado. En el último año, 28.046 personas han cambiado de residencia. Es una tendencia que va al alza si tenemos en cuenta que en 2022 un total de 26.855 mayores más dejaron su domicilio habitual y, en 2021, 25.930.
Para Javier Soriano, profesor de la Universitat Jaume I y especialista en geografía social y movimientos migratorios, la principal causa de este fenómeno es clara: "La población de la tercera edad es la que más asistencia requiere". Aunque, dentro de esta misma afirmación, el docente destaca la presencia de dos fenómenos paralelos. El primero," aquellas personas que por necesidad, gusto o comodidad emigra de un municipio a otro para irse a vivir cerca de sus familiares más directos o, directamente, para integrarse dentro de su residencia", explica Soriano. El segundo, algo más dramático, "aquellas personas mayores que no quieren irse de su casa y se aferran con uñas y dientes a su pueblo y a su casa de toda la vida", cuenta el experto. Ambos pueden explicar este aumento de los flujos migratorios de la población mayor de 65 años.
Para este último grupo, el más nostálgico y arraigado a su municipio de toda la vida, existe una solución: los centros de día. Estos permiten a los más mayores recibir los cuidados que necesitan durante el día (de la mano de profesionales) a la vez que no se ven obligados a abandonar el lugar donde tantos años han pasado.
Un buena muestra de ello es el centro de día situado en Atzeneta del Maestrat, un pueblo de 1.397 habitantes (395 de los cuales son mayores de 65 años) situado en el interior de la provincia de Castellón. Marta Beltrán, trabajadora social y directora del mismo, relata a Castellón Plaza la importancia de este servicio para aquellos mayores que no quieren abandonar la localidad: "Nosotros, en el centro, tenemos varias personas que pueden seguir viviendo en Atzeneta gracias a este servicio, pues sus hijos viven y trabajan en Castelló y ellos no quieren mudarse hasta allí. Su casa es esta, han vivido toda la vida aquí y lo que quieren es acabar su vida aquí".
El centro de Atzeneta ofrece a sus integrantes servicios básicos para que puedan pasar el día. Los mayores desayunan, comen y meriendan en su interior, además de tener a su disposición una trabajadora social, una psicóloga, un fisioterapeuta, una persona que se dedica a hacerles actividades de ocio y tiempo libre, dos cocineras, dos auxiliares de enfermería y un servicio de transporte.
La mayoría de quienes no pueden disfrutar de este beneficio (hay muchas localidades del interior castellonense que todavía no cuentan con un centro de día, por no hablar de una residencia), se ven obligados, en algún momento, a cambiar de domicilio. Este es el primer grupo de mayores, los que han hecho crecer la movilidad intraprovincial.
Pero esta no es la única que ha aumentado entre los mayores de 65 años durante este último año. También lo ha hecho la internacional, pues Castellón ha acogido 648 nuevos inmigrantes situados en esta franja de edad. "Son los jubilados europeos que vienen a instalarse aquí. Ya no vienen solo seis meses, sino que fijan su residencia aquí durante la mayor parte del año", afirma Soriano.
El experto no se queda ahí en su análisis, sino que argumenta que se está empezando a reproducir en Castellón el fenómeno ya visto en Valencia y Alicante: "Está empezando a funcionar el boca-oreja entre la población jubilada europea en el sentido de que, aquí, encuentran residencias a buen precio y condiciones climatológicas mejores que las existentes en sus países. Eso lleva a que se muden a España, ahora concretamente a Castellón. Este fenómeno, que viene sucediéndose en las localidades alicantinas y valencianas, se está empezando a reproducir aquí".
Esto, a la larga, tendrá consecuencias para la provincia. La principal, como cuenta el experto, será el "ver modificadas las tasas de envejecimiento a raíz de que población jubilada europea empiece a fijar su residencia aquí". Un ejemplo es la localidad de Cervera del Maestre, en la que un tercio de su población es extranjera... y muchos de ellos mayores.
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