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el sur del sur / OPINIÓN

Los mejores no están en las listas electorales

23/05/2023 - 

“Hay gente que nunca debería haber estado en política”, sentenció contundentemente un candidato municipal al que entrevisté la pasada semana. Tiene mucha razón, desgraciadamente se cuelan muchos individuos en las instituciones que no están a la altura de lo que significa representar a la ciudadanía. Personajes mediocres, oscuros e incluso peligrosos se hacen hueco gracias a que a alguien le pareció buena idea que su nombre ocupase una lista electoral. Ahora que todos nos hemos escandalizado con la infamia de Bildu de que incluyesen en sus candidaturas a 44 condenados por terrorismo, conviene recordar, salvando las distancias, que no es la primera vez ni será la última que una formación política busque acomodo a unos frikis e iluminados en sus equipos.

Manuel Torres, número siete en la lista de Vox en las elecciones municipales de Chiclana de la Frontera (Cádiz), anunció que abandonaba la candidatura y pidió el voto para el PSOE debido a que como él mismo expresó en su comunicado “tras conocer a los miembros de la lista no era lo que esperaba” y quiere lo mejor para su pueblo; vamos, que se encontró al equipo de Pancho Villa. La conformación de papeletas electorales con perfiles sacados de una película de Torrente o de los cómics de Mortadelo y Filemón es más habitual de lo que parece. Error que suelen cometer los partidos de nueva creación. Ansiosos de construir una estructura faraónica para copiar a las siglas tradicionales se conforman con el primero que pasaba por allí para presentar candidaturas; así pasaba que en Ciudadanos, Podemos o Vox el que sabía estar en el lugar adecuado en el momento preciso se veía encabezando una lista electoral. 

Hay cargos públicos que se pellizcan cada día porque no se pueden ni creer que hayan pasado en poco tiempo de ser unas personalidades anodinas a pisar la moqueta de la influencia y la notoriedad. Recuerdo en una ocasión cuando una concejal que llegó al consistorio de su ciudad de rebote ante la renuncia de algunos de sus compañeros se pavoneó de que los policías municipales se cuadraban cuando ella pasaba por delante. Mi abuelo decía que no sirvas a quien sirvió, ni pidas a quien pidió; la política está llena de gente que nunca debería haber ocupado un escaño, tenían la legitimidad, no la actitud que les capacitaba para ello. Muchos viven su experiencia política como su viaje a Disneyland particular, un país de las maravillas sin Alicia en el que ellos son los putos amos cuando ni en sus sueños se imaginaron llegar a serlo.

No voy a descubrir América si digo que en política no están los mejores. En lugar de darle vueltas al hecho de la falta de talento en la cosa pública prefiero indagar en el porqué, en las causas de que no estemos representados por lo mejor de cada casa. El sistema electoral español fundamentado en las listas cerradas, genera que terminemos eligiendo indirectamente a ese que el capo, que ha diseñado las candidaturas, ha visto más adecuado para ocupar; idoneidad que no se basa en el la verdadera meritocracia reposada en el talento sino en la falsa dictadura del esfuerzo. Ese afiliado leal al que manda, que no se pierde una carpa y va a todos los actos sin aportar una idea o propuesta, será el que vaya en los primeros puestos. Sin embargo, el que de verdad puede aportar con su trayectoria quedará relegado al ostracismo orgánico. Estoy en contra de la meritocracia y defiendo la talentocracia porque muchas veces no tenemos un gobierno de los capaces porque se entiende que un militante perseverante será un buen líder. Hay personas que tienen el entusiasmo para echarse un equipo a la espalda, otras, por mucho que se esfuercen, no alcanzarán las virtudes necesarias.

El motivo de la vergüenza ajena que dan ciertos cargos públicos es porque el prescriptor que les eligió para ocupar una lista electoral no utilizó unos criterios reforzados a la hora de escogerlos. Desesperados por llenar municipios de sus representantes, han preferido la cantidad antes que la calidad, que luego no se extrañen de que algunos les salgan rana y sean más noticia por sus ocurrencias que por sus artes políticas. 

Cuando no puedas contener las lágrimas de pena o de risa al ver el nivel de nuestra clase política, piensa que muchos están ahí porque una mente perversa les dio un empujón; eran ciudadanos como tú y como yo, pero mantuvieron la fría compostura  de no moverse cuando hacían la foto.             

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