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CRÍTICA DE DISCO

Luces y sombras en el capricho pop de José Mercé

19/07/2016 - 

VALENCIA. Dicen José Mercé y Javier Limón en el libreto de Doy la cara (Warner Music, 2016) que la producción del disco ha sido "uno de los viajes más divertidos, agradables, fáciles y bonitos de nuestras vidas". El álbum contiene para el seguidor habitual de Mercé y para cualquier otro público todos esos ingredientes, convertidos en versiones de algunas de las canciones pop más próximas al jerezano. Su vida cosmopolita instalado en Madrid, su bagaje junto a tótems de la historia de la música española -como el propio Limón-, han apilado esta corta galería de canciones que a golpe de duetos dejan luces y sombras en un disco eminentemente accesible.

No hay ambages en Doy la cara: el público es todo en el álbum. Es el propio de Mercé, que ya es mucho, pero es todo el que pueden sumar Vansesa Martín, Pablo Alborán, Andrés Calamaro o Chabuco. Son muchos públicos agregados y muchos hits acumulados en apenas 40 minutos de viaje. Sin embargo, este ejercicio de mínima experimentación y mucho reencuentro sirve para encontrar canciones reformuladas y atractivas de manera genial, pero también desafortunadas soluciones que mucho tienen que ver con el acompañante de viaje de Mercé en todos los casos.

Así, el disco se abre con una de esos momentos de lucidez: 'Por el Bulevar de los sueños rotos'. Cuentan Mercé y Limón que Álvaro Urquijo tuvo una "aparición vital" en el estudio  para aportar desde el principio "una energía sencilla y limpia a las canciones". Carece el disco de ello de tanto en cuanto. Por contra, Urquijo y Mercé aportan una nueva visita al citado vial que enriquece el pop más cuadrángular -en el mejor de los sentidos- en la que el cantaor abre un álbum para disfrutarse con este estilo ajeno por naturaleza a sus condiciones vocales. 

De ese respeto y corrección podemos hablar favorable o desfavorablemente durante el resto del álbum. Por ejemplo, en el caso de Vanesa Martín deberíamos hablar de alevosía de la concreción, del buen hacer si de versionar un clásico pop se trata. 'Te recuerdo Amanda' muestra tesituras sublimes de la intérprete y Mercé no se descarrila en una de las pocas canciones -todas ellas más que populares- que quizá haya crecido con la idea de grabar este álbum. Genial.

El tercero de los cortes, 'Tu frialdad', sirve justo para todo lo contrario. En un sentido postmoderno de la revisión vocal, Alborán se adueña con esa idea malentendida por la industria -y ya asimilada por el público- de que la versatilidad de registros está por delante de la canción. Los primigenios talent shows televisivos en España tuvieron que ver en ello. Y así, la canción bandera de los eternos Triana se debate en un vaivén de respeto y desmontaje según suena Mercé o el malagueño. De hecho, aunque es cierto que no reformula la canción original de Jesús de la Rosa, el primer minuto y la voz del cantaor provoca un ambiente emocional de gran intensidad. Alborán arrastra la canción a cambios armónicos en todas direcciones. El color es flamenco, de bossa, pop, de astuta canción melódica y lo que surja, anteponiendo lo propio al latir propio de la canción.

La banda de estudio propuesta -y mucho ojo con la alineación de lujo que Mercé ha armado para su gira, que el 23 de julio actúa en les Nits al Castell de Xàtiva- es como un anillo al dedo para 'Y sin embargo'. Más que en muchas otras, supura en el mejor de los sentidos el aspecto de compartir estudio con "colegas" en este caso. De ello hablan Mercé y Limón en el libreto y, con respecto a esta canción, la sensación de "estar en casa". Todo funciona, hasta el larguísimo fade out con el que la canción suena a la misma despedida amarga que aborda su letra inmortal.

Antes de seguir con cada uno de los temas, cabe detenerse para abordar una decisión en la producción bastante incómoda que Limón asume con convencimiento, pero que supone una disfunción sonora. La fórmula registrada de dueto es la más simple posible en el intercambio de voces: Mercé abre estrofas, sigue el acompañante, vuelve Mercé, vuelve el acompañante, estribillos juntos y puentes a convenir. Pues bien, ese riesgo de Limón es el de haber escogido que las voces, cuando suenan juntas, no tengan una confluencia de tiempos. Es decir, haberse grabado con libertad, como no escuchando al compañero de melodía. Precisamente, este año se cumple el 50 aniversario de la grabación de Revolver, álbum definitivo de los Beatles y en el que nació el sistema Automatic Doble Tracking que sirvió para que Lennon grabara sus tomas una sola vez y la misma voz se separaba mínimamente para doblarse de una manera de lo más armónica. Esta suerte de simetría, de la que da todos sus detalles Juan de Dios Martín en el disco de Tito Lesende Revolver, el disco de los Beatles que revolucionó el rock (Efe Eme, 2016), ha sido de vital influencia para acostumbrarnos a que la duplicidad de voces tengan por necesidad pop una coordinación clara. Y no es necesario que sea, en efecto, una 'voz doblada', exactamente idéntica, pero el ejemplo de la 'Milonga del moro judio' en las que la voz de Mercé y Jorge Drexler no paran de no encontrarse en ningún momento son capaces de desaprovechar la ocasión de haber unido a los dos artistas. De hecho, si algo aporta el disco de Mercé es la posibilidad de aproximar a su público a creadores tan importantes para la historia de la música popular latinoamericana como Drexler.

Más honesta en su sentido flamenco parece 'Contigo aprendí' que 'Tu frialdad'. Con esos aportes de saxo (mención aparte la participación de los músicos de Berklee College of Music), Alejandro Sanz y Mercé han explorado durante años ideas más o menos pop que les acercan al clásico de Armando Manzanero. Como en el caso de 'Te recuerdo Amanda', la canción es posible que sobreviva al álbum y se escuche a futuro. Más trillada -y es que pesa- es 'Volver', que no deja de ser una versión pop que casi suena a directo con la voz de Mercé. Por allí, a mitad de trayecto, aparece la taciturna presenta de Calamaro. En el capítulo de agradecimientos del disco dicen el cantaor y el productor que el argentino, "la estrella del rock latino más auténtica que conocemos", "llegó, la clavó y se fue". De hecho, más memorable es la harmónica cromática de Antonio Serrano que empasta la canción y la lleva a un lugar más renovado para el clásico de Gardel. 

Es hacia final de disco cuando esa idea de revisar clásicos pop se va convenciendo de ser más la revisión de clásicos populares. Con las canciones junto a Sanz y Calamaro queda claro, pero remata la propuesta 'Toda una vida' -que Mercé canta junto a su hija, doctora y profesora universitaria- O'Hara y 'Nostalgias' de Ainhoa Arteta. Por la vía coral en el primer caso y en su sentido más estricto, la lírica se impone como ingrediente moderadamente apetecible en el ocaso del álbum. Sin embargo, en este último tramo en el que a Mercé acaba imponiéndose como el verdadero protagonista de la vuelta a los clásicos, es una de las más gratas sorpresas como todo su background vocal y musical funciona en 'Llorarás'. La canción de Oscar Emilio León con la participación de Chabuco deja una de las puertas abiertas en lo estilístico más sorprendentes para el jerezano que firma con este disco un seguro éxito comercial que ojalá sirva para que sus próximos inéditos deje contagiarse de algunas de estas luces estilísticas que tan bien le sientan.

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