VALÈNCIA. Enorme, en todos los sentidos, el programa que este jueves se han metido los profesores de la Orquesta de València entre pecho y espalda, con cuatro obras a plantilla completa, más refuerzos, y con unas complejas y virtuosas partituras. Cuatro piezas deslumbrantes que demandan de la plantilla y de muchos de los solistas un esfuerzo más que notable. Lo mejor es que nuestra orquesta vuelve paulatinamente a encontrar su sitio tras unos años que, lejos de avanzar, significaron un periodo de retroceso en los resultados obtenidos.
Abrió el programa una precisa y bien tocada suite Española (Sevilla, Granada y Castillas) de Isaac Albéniz, a tenor de los comentarios de mis colegas, ya que no pude llegar a tiempo. La segunda obra de esta primera parte sería la exigente Rapsodia Portuguesa para piano y orquesta de Ernesto Halfter, que contó con la inestimable intervención solista de la pianista portuguesa afincada en Madrid Marta Menezes. Era uno de los platos fuertes de la velada y lejos de defraudarnos, nos dejó un excelente sabor de boca. Una pieza infrecuente en los auditorios españoles y, que en esta ocasión obtuvo unos resultados más que notables. Menezes hace suya la obra, se sumerge y se muestra sensible y poética, mimetizándose con la suntuosa orquesta a la perfección. No se muestra percutiva y racial como por ejemplo en otra gran lectura, Joaquín Achúcarro en la versión, de alguna forma opuesta, protagonizada junto a Enrique García Asensio y la ORTVE, que puede disfrutarse en Youtube y en la que el pianista adopta una posición protagonista. La excelente pianista lusa, al contrario, es más impresionista, que no tímida, y si acaso francesa por los ecos debussynianos o ravelianos, como se prefiera, que destila la partitura. Una excelente traducción de una obra realmente difícil para todos los comparecientes, también por tanto para la orquesta, sujeta a los sucesivos cambios de humor de la partitura, que se mostró sutil y detallista en los pasajes más íntimos y brillante y poderosa en los extrovertidos. Éxito para todos, especialmente para la solista que regaló una preciosa propina “Cantiga de amor” del compositor de Santo Tomé José Viana da Mota.
Tras el descanso otra descomunal y magistral partitura como es el poema sinfónico straussiano, Don Juan. Se le da bien a nuestra formación la música de Strauss y no fue una excepción esta notable y virtuosistica lectura, con una exigente, intensa y temperamental dirección de Chichon, muy encima de los músicos- una de esas direcciones “omnipresentes”- y poniendo al límite de las posibilidades técnicas, que no son pocas, tanto del conjunto orquestal como de cada una de sus individualidades. Chichon elige un tempo ágil sorteando los riesgos que ello conlleva, en unos pentagramas de una orquestación asombrosa y deslumbrante. Si bien no podemos pedir a nuestra orquesta que extraiga ese sonido denso más propio de las grandes formaciones centroeuropeas en una partitura de esta naturaleza, solo podemos que felicitarla por una traducción excelente cercana al paroxismo como en la reexposición final del tema cantado por toda la cuerda. Por poner un pero, eché de menos algunos portamentos tan típicamente straussianos en la cuerda, y la entrada las trompas en el célebre motivo fue poderosa aunque un tanto brusca sin apreciarse “como toca2 ese característico glissando buscando la zona aguda. Entre los solistas a destacar Roberto Turlo en el conocido solo de oboe y el concertino Enrique Palomares al violín.
Cerraba el enorme programa el espectacular Bolero de Ravel, ese hipnótico gran crescendo, quizás el más amplio de la literatura sinfónica, que exige máxima concentración tanto a la orquesta como a muchos de los primeros atriles. No todos estuvieron lo expresivos que la partitura requiere, pero hubo excelentes intervenciones como los solistas de caja, trombón, clarinete soprano, saxofón o fagot. Magnífica la planificación de Chichon de una obra que en este caso culminó con una última repetición y la variación final a modo de coda, verdaderamente espectacular. Bravo.
Ficha técnica:
Jueves 24 de marzo de 2022
Auditorio del Palau de les Arts
Obras de Albéniz, Halfter, Richard Strauss y Ravel
Marta Menezes, Piano
Orquesta de Valencia
Karel Mark Chichon