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gastronomía

Manolo Alonso, ambición sostenible

Con la mente clara y sin perder el tiempo, este cocinero ha conseguido llevar el firmamento Michelín a un chiringuito en la playa de Daimús

| 26/09/2015 | 2 min, 2 seg

DAIMÚS. Todo empezó en los setenta, cuando los padres de Manolo montaron un mesón en San Lorenzo del Escorial de donde eran originarios —de allí provienen esos maravillosos callos a la madrileña que todavía hoy sirven en Daimús—. Con el paso de los años, les llegó el cansancio y decidieron emigrar al Levante (a Oliva, donde tenían familia) en busca de una vida más tranquila.

Sin embargo, el trabajo en el campo no fue suficiente para mantener a la familia, y después de una temporada fuera de los restaurantes los Alonso volvieron a las cocinas gestionando para otros un camping y posteriormente un restaurante en Miramar durante seis años. Cuando Manolo tenía quince, a su padre le ofrecieron un viejo chiringuito en la Playa de Daimús. Ese día padre e hijo fueron a verlo y lo tuvieron muy claro: «Con esta situación, un negocio aquí debe de funcionar seguro». Era 1985, Casa Manolo acababa de nacer.

Manolo iba al instituto y después ayudaba a sus padres en el restaurante. Pronto descubrió en la hostelería su pasión y el oficio al que quería dedicarse el resto de su vida. En esos primeros años de vida, a Casa Manolo la gente se llevaba la comida y allí les vendían la bebida. Después llegaron los menús para el verano, el «coma todo lo que quiera por 500 pesetas» y hasta una pizzería para intentar luchar contra la estacionalidad de un local playero.

De la sala a la cocina

Manolo quiso ir a estudiar hostelería a la Casa de Campo de Madrid, era su sueño, pero eran tiempos difíciles y había que ayudar en el negocio familiar. Empezó trabajando en la sala y echando una mano en la gestión. Su hermano trabajaba en cocina, pero como le sucede a muchos cocineros, descuidaba los postres. El espíritu de superación y ambición de Manolo le llevó a hacer un curso de cocina dulce con Oriol Balaguer y a encargarse posteriormente de los postres de Casa Manolo.

(El resto de la entrevista en el número 11 de la revista Plaza, ya a la venta).

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