VALÈNCIA (VP). El 29 de octubre, una catástrofe natural sacudió nuestras vidas, dejando imágenes y sensaciones profundamente desoladoras. En este contexto, tan difícil de abordar y complejo, la solidaridad se visibilizó con fuerza, asumiendo un papel protagonista.
Como enfermeras, con la empatía y el compromiso como valores fundamentales, asumimos esta situación como una prioridad. Desde la ONG Solidaridad Enfermera del Consejo General de Enfermería, presenciamos cómo la avalancha de donaciones y ayudas provenientes de los 52 Colegios Provinciales exigía una urgente centralización. Fue entonces cuando Mapfre ofreció su respaldo institucional, acompañado del fuerte compromiso social de la entidad, poniendo a nuestra disposición un centro logístico que se convirtió en el corazón operativo desde el cual comenzamos a actuar.
Los 2000 metros cuadrados del espacio, inicialmente amplios, fueron poco a poco ocupados por una avalancha de palets, cajas, mobiliario infantil y material higiénico-sanitario procedente de toda España.
Aunque la sede de Solidaridad Enfermera está en Madrid, fue necesario desplazarnos a la zona afectada, ya que la magnitud del problema requería más apoyo. En ese momento, el equipo de voluntariado de la aseguradora nos brindó el soporte de una amplia red de personas con experiencia previa en implicarse activamente en los problemas sociales, con un enfoque especial en colectivos vulnerables. Estas personas, educadas en solidaridad, aportan mucho más que esfuerzo físico.
Mas de 100 voluntarios de Mapfre se volcaron en tareas clave: abrir cajas, filtrar, clasificar, organizar, distribuir, inventariar… Gracias a su implicación genuina, este proyecto, que sigue adaptándose a necesidades cambiantes, pudo avanzar con rapidez. La ayuda y el respaldo de la aseguradora Mapfre, especialmente en los primeros momentos, fue el motor que permitió responder con agilidad y atender cada nueva necesidad de las personas más afectadas.
Entre los/as voluntarios/as había quienes habían vivido de cerca los efectos de la DANA. Sus vivencias y testimonios en la primera línea les proporcionaron fuerza y motivación adicionales para ayudar. Además de las tareas logísticas, participaron en mapeos, recopilaron información sobre recursos disponibles y facilitándonos contactos con entidades para establecer colaboraciones. Asumieron labores que iban más allá de lo esperado, todo ello simultáneamente mientras se ponía orden en la nave.
El espacio de Mapfre, que al principio parecía un caos, pronto se transformó en un claro ejemplo de que cada gesto cuenta. Incluso en los momentos más difíciles, la solidaridad marca la diferencia. Gracias a todos los empleados de Mapfre que lo hacéis posible, con vuestra dedicación, fuerza y positividad, a pesar de un contexto que a veces invita a lo contrario.