GRAND PLACe / OPINIÓN

Marchons, marchons…!

25/04/2017 - 

El primer mandamiento del periodista es ir a las fuentes. Así que, estupefacta por el resultado de la votación en Francia, la misma noche electoral decidí consultar directamente el programa electoral de Marine Le Pen. Antes que repetir contra la candidata francesa le mismo lamento antifascista, y las descalificaciones que vertían a diestro y siniestro los medios de comunicación y los analistas de todos los colores, quería ver -leer- con mis propios ojos qué es lo que había convencido a los franceses. Las encuestas la daban a las diez de la noche como ganadora frente al guapito de Emmanuel Macron, favorita para pasar a la segunda vuelta. Sí, sin aspavientos y sin signos de exclamación.  

Bien, pues abrí en mi buscador de Internet la página web del Frente Nacional, que así es como se llama el partido que Marine Le Pen heredó de su padre y fundador. Al entrar en la web, pueden desplegarse varios menús en la parte superior. Voy directamente a abrir “Le projet”, el proyecto. Y, entre varias opciones, las más sugerente es “Les 144 engagements présidentiels”, los 144 compromisos presidenciales. Es decir, la palabra y el honor de Le Pen. Pocos de sus votantes se lo habrán leído, y no muchos de sus oponentes. Pero, excepto algunos pequeños detalles, la mayoría de sus propuesta suenan bien: una Francia libre que garantice las libertades individuales y los derechos de sus ciudadanos, una Francia segura que restablezca el Estado de Derecho para todos velando por la protección de los derechos individuales y reencontrándose con sus fronteras para frenar la inmigración incontrolada, una Francia prospera con un nuevo modelo en favor del empleo… Y así hasta 144 compromisos.

Marine, como se hace llamar tanto en los carteles electorales como en su página web, ha obviado su apellido Le Pen y, reduciéndolo a algo ínfimo y quasi residual, comienza en el prólogo de su memorándum por poner Francia en orden, devolverle su libertad y la palabra al pueblo. ¿Verdad que lo firmamos? 

Pero a continuación y sin ningún paréntesis ni conmiseración, en el tercer párrafo apela a la demagogia fascista de culpar al otro, al diferente. Reproduzco estas líneas traducidas literalmente del francés: “También quiero darle su dinero a los franceses, porque durante muchos años, nuestra política social y fiscal empobrece a las clases medianas y populares, mientras que enriquece a las grandes corporaciones, y derrocha el dinero público a través de una inmigración totalmente descontrolada”.

Vamos a ver la versión alemana: “El judío se hace también intempestivamente liberal y se muestra un entusiasta del progreso necesario a la humanidad. Poco a poco llega a hacerse de ese modo el portavoz de una nueva época. Pero lo cierto es que él continúa destruyendo radicalmente los fundamentos de una economía realmente útil al pueblo…”. Vaya, se me ha colado un fragmento de la “Biblia nazi”… ¿Intercambiamos la palabra judío por inmigrante? 

“Review of ‘Mein kampf’, by Adolf Hitler” es la crítica escrita por George Orwell sobre la obra del caudillo alemán en 1940 (traducción de Javier Raya): “Sin contarlas como teorías económicas, el fascismo y el nazismo son mucho más escandalosos psicológicamente que cualquier concepción hedonista de la vida. (…) A pesar de que el socialismo, y el capitalismo incluso a regañadientes, hayan dicho a sus pueblos ‘te ofrezco pasártelo bien’, Hitler les dijo ‘te ofrezco lucha, peligro y muerte’, y como resultado toda una nación se postró a sus pies”.

Le Pen también ofrece un nuevo modelo patriota que garantice la protección social de los franceses de cuatro apellidos. Ya nos va sonando más, ¿verdad?. “En el nombre del pueblo” es como ha hablado Marine en su campaña, mientras los sin-color de Emanuelle Macron se erigen triunfales en los seguros ganadores de la segunda vuelta. 

Pero en esta vida no hay nada seguro, sólo la muerte. Y pocas campanas habría que lanzar al vuelo cuando los fascistas de Le Pen tienen un partido con una base popular cada vez más sólida, que abarca desde la extrema derecha a la extrema izquierda, desde el obrero con la fábrica deslocalizada hasta el joven desempleado. Un amplio espectro social frente a un partido personalista, el de Macron, En Marche, con una vida política de apenas siete meses y con el IBEX 35 francés guardándole las espaldas, con lo que ello conlleva de desprestigio en la Europa post-crisis financiera.  

  Acabamos de descubrir el resurgir de la vieja guardia francesa que se rindió ante Hitler y que ofreció París en bandeja de plata a las tropas nazis a mediados del pasado siglo. Acabamos de ver el odio populista al diferente de la vieja democracia británica tras el referéndum del Brexit. La milenaria democracia griega ya hace tiempo que tiene su Amanecer Dorado en la calle y en el Parlamento. ¿Cuánto tardarán en resurgir los fascistas italianos? Parece que Europa está dando un giro de 180 grados y seguimos restregándonos los ojos con los nudillos, estupefactos. 

Menos mal que en España, 40 años de democracia han logrado borrar 40 años de fascismo. ¿O no? Vaya, me olvidaba del funeral del ex ministro franquista Utrera Molina, cuyo féretro llevaba en hombros el ex presidente de la Comunidad de Madrid y ex ministro del PP, Alberto Ruiz Gallardón. Junto a él, un puñado de camisas azules cantaban el himno falangista, el “Cara al sol”, con el brazo en alto al estilo nazi, en señal de reconocimiento al firmante de la pena de muerte del joven anarquista Salvador Puig Antich, en 1974. ¡Ah!, que era su suegro… En todo caso, ya sabemos dónde se esconden los fascistas españoles. Porque, haberlos, “haylos"…