Las diseñadoras valencianas toman asiento para derribar el muro invisible (un par de ellos) y hablar de cómo su profesión tiene trascendencia social
VALÈNCIA. Diana de Arias convirtió una experiencia personal complicada en un impulso profesional, el que marca el cariz de sus trabajos como diseñadora gráfica. Ganó un premio CLAP (Premios Internacionales de Diseño, Branding y Comunicación) por su proyecto Decedario para personas con daño cerebral adquirido. Marisa Gallén, tal vez la diseñadora valenciana con mayor recorrido, dio sus primeros pasos integrada en La Nave. Últimamente ha sido responsable con su estudio Gallén + Ibañez del trabajo de nueva marca para Bombas Gens.
Hemos quedado a tomar el café en un terraza interior del Eixample. Los pilares ilustrados y la vegetación trepadora son el ornamento para dar martillazos a un muro invisible (en concepto de Jorge Galindo y Kiko Llaneras) comúnmente percibido como la separación entre generaciones. Aunque hay más de uno.
El diseño vincula esta vez una diferencia de tres décadas.
Marisa Gallén, 1958.
Diana de Arias, 1990.
Marisa Gallén: Era estudiante de Bellas Artes. No existía el diseño como profesión en València. En cuarto de carrera, viendo la portada de la Cartelera Túria, vi que tenían en el staff un trabajo de diseño de portada. Eso me gustaba… Porque yo no quería ser artista, no quería hacerme preguntas sobre cosas que en principio nadie solicita. Descubro de ese modo que puedo realizar un trabajo creativo sin tener que ser artista. A partir de ese momento entré en Caps i Mans, con Juan José Belda, Nacho Lavernia, Eduardo Albors…
Diana de Arias: Para mi generación el abanico del diseño precisamente era lo contrario, muy amplio. Pero elegí diseño gráfico porque cuando estaba en la ESO tenía una tutora de plástica que era diseñadora, me enseñó un poquito, solo un poquito, de lo que era el diseño. Fue decisiva.
Marisa Gallén: Me siento muy comprometida por el diseño, tengo pulsión, porque presta un servicio a la sociedad. El diseño optimiza la comunicación, favorece las relaciones, crea entornos más amables. El buen diseño genera espacios de convivencia. Pero al mismo tiempo me siento enfadada porque, con la crisis, la sociedad lo ha devaluado. Si éste es el valor que se le da… ¡me enfado y si me enfado ya no me aporta la felicidad que siempre me ha aportado!
Diana de Arias: Estamos mejorando poquito a poquito. La cultura requiere tiempo para establecerse en la mente, y muchos diseñadores estamos contribuyendo a ello. Cuando eres joven es cierto que toca comenzar con un mercado que no ofrece muchas posibilidades y se aceptan trabajos malpagados, creemos equivocadamente que es la vía para llegar a proyectos mejores en el futuro.
Marisa Gallén: Porque además contribuyen a precarizar el sector. Pan para hoy, hambre para mañana.
Diana de Arias: He intentando no aceptar trabajos con malas condiciones, aunque no todo el mundo, por sus condiciones personales, puede elegir.
Marisa Gallén: Actuamos en un mercado que no es transparente, no sabemos qué cobran otros diseñadores, por eso los jóvenes siempre preguntan: ¿y esto cómo lo cobras?, ¿lo que hago cuánto vale? No puedo ir a ningún mercado a hacer una comparativa. Al haber tantas hornadas de diseñadores cada año -que está muy bien- el cliente, que tiene mucho donde elegir, suele inclinarse por el más barato, que de eso todo el mundo entiende.
Diana de Arias: Hacen falta empresas que aportan valor para cuidar a las personas. Veo cada vez más proyectos que van por esa dirección. En mi proyecto de final de carrera pensé qué quería hacer, si comercial o social, y la veleta fue hacia lo social. Pero no se trata de generar necesidades inventadas, que está muy de moda, sino de cubrir verdaderas necesidades que la gente tiene. Me introduje en la asociación de daño cerebral e investigué para diseñar un juego de mesa, un juego terapéutico para personas que tienen problemas con el lenguaje y la comunicación. Yo tuve un daño cerebral con 23 años. Hubo un corte bien grande a nivel personal y profesional. El otro día Fani Grande me explicaba que había hecho el viaje del héroe: has tenido una enfermedad muy grave, has rehabilitado tus capacidades y no solo eso, sino que has vuelto a revivirla haciendo una investigación de campo. Creé Decedario.
Marisa Gallén: Todo el entorno artificial está diseñado, bien por diseñadores, ingenieros, arquitectos… Todo está diseñado, bien o mal, ya sea con voluntad de diseñarlo o como solución casera. Y casi todo lo malo suele ser casero, casi todo. Si todo el entorno está diseñado, la manera en la que esté hecho va a determinar si ese entorno está implicándonos o está agrediéndonos, fíjate si es importante. ¿Cómo no va a ser necesario buscar la excelencia en el diseño? Por ejemplo, ¿no hay nadie que recomiende a los bares que en lugar de una luz blanca pongan una luz cálida… porque la gente se sentirá más a gusto e irán más clientes?
Marisa Gallén: Hay tantas cosas que sobran en una ciudad. No sé si es que no hay normativas o no hay preocupación porque se cumplan, si no hay funcionarios suficientes para que digan: usted no puede poner ese rótulo gigante en la fachada porque el espacio público no es de usted, es de todos. Pero tiene solución, es una solución política. Lo que me molesta es que donde estaba Barrachina -con esas volutas de escayola- hoy haya un Pans & Company y no se haya protegido el interior. El que monta un negocio lo que quiere es hacer lo que le da la gana, pero si no hay una normativa que se cumpla…
Diana de Arias: Con la propuesta Ladies, Wine & Design, lanzada por Jessica Walsh en todo el mundo (en más de 140 ciudades), buscamos compartir conocimiento… Porque entre tantas conexiones hay demasiada gente desconectada.
Marisa Gallén: Las mujeres estamos bastante hartas. En cualquier lugar de prestigio, intelectual, el poder está en manos de hombres. ¿Por qué cuando vamos a un congreso de diseño casi todos los ponentes son hombres? Estamos cansados de las fotos de machos. Nos unimos porque necesitamos estar con otras mujeres para decir: ¡hagamos algo! Si todos los espacios de poder están dominados por hombres, lo normal es que ellos mismos nombren a hombres. Por eso las cuotas, nos gusten o no nos gusten, son un instrumento útil.
Diana de Arias: Llegados a este punto tenemos que quitarnos la mochila… juntarnos las mujeres pero también los hombres con nosotras, que se visualice lo que hacemos.
Marisa Gallén: Las mujeres necesitamos referentes. ¿Por qué nos cuesta tanto dominar el espacio público? Porque no estamos acostumbradas a que las mujeres estén ahí. La historia de la mujer es de una injusticia tremenda, se ha saqueado la autoría de tantas artistas. ¿Por qué cuando yo estudié Bellas Artes no había ninguna mujer en los libros de historia y no me parecía raro? Porque yo pensaba que las mujeres no hacían nada de eso, no me lo planteaba.
Diana de Arias: Han venido muchos hombres a escucharnos a Ladies, Wine & Design, y eso me motiva porque lo que decimos les resulta interesante y lo pueden aplicar. Es por donde hay que ir.
Marisa Gallén: Cuando diseño quiero que la habitación esté bastante oscura. No quiero las persianas abiertas ni todo abierto. Y no soporto trabajar con música.
Diana de Arias: Valoro mucho el silencio, poder focalizarme en lo que estoy diseñando. Al final estamos sometiendo al cerebro a una exigencia de la que no somos conscientes. Cuando estuve tres meses en el hospital, sin luz, sin hablar y sin ver, me di cuenta de todo esto y lo he llevado a mi trabajo. El día que salí del hospital no podía estar en la calle.
Marisa Gallén: He trabajado muchísimo para cultura, aunque en los últimos años poco. Y de entre todos me gustó mucho trabajar para el festival (de música contemporánea) Ensems. Era un cliente muy respetuoso, muy colaborador, si aportaba algo era para sumar. Cada año tenía un tema: la idea del norte, Europa, Cuba… y permitía salir de los códigos habituales de la música, el código visual se abría muchísimo.
Diana de Arias: El proyecto Decedario, destinado tanto a logopedas como al usuario, el que tiene problemas de comunicación en el lenguaje. Es básico que la persona esté motivada para que pueda reaprender. Por eso había que diseñar una herramienta muy modular, para que el logopeda pudiera adaptarlo a cada persona. Dentro de cada patología hay tantos casos distintos… El usuario tiene piezas que relacionan las imágenes con las palabras, a través de sílabas, letras, iniciales…
Marisa Gallén: Los diseñadores vivimos en una sociedad que privilegia los intereses comerciales. En mi caso trabajar para cultura me gusta porque permite entregar mi talento a una causa no tan comercial, con cierta vertiente social.
Marisa Gallén: Empecé mi profesión en un entorno totalmente analógico. Pero no lo echo de menos, para nada. Cuando aparecieron los ordenadores los mayores decían que eso mataba la creatividad. Las máquinas no matan nada, es el talento el que maneja las herramientas. Es el miedo a no ponerse al día.
Diana de Arias: Se trata de crear nuestras propias recetas. Yo siempre empiezo a trabajar sin tocar el ordenador. Papel, lápiz… Tocar, sentir, percibir, esa parte cálida y física. Luego ya llegará el ordenador.
Marisa Gallén: Yo voy directamente al ordenador, solo que sí que hay algunos trabajos que hago a mano porque deseo expresar esa manualidad. Pero si no, ¡al ordenador!
Marisa Gallén: Me encantaría transformar la ciudad. Concejala de diseño. Dejaría la ciudad con una luz tenue, muy agradable.
Diana de Arias: Me encantaría consolidarme como una empresa de referencia en el diseño de herramientas de rehabilitación.
Marisa Gallén: Es un diseño terapéutico, porque el buen diseño siempre es terapéutico. ¡Lo vas a hacer!
Diana de Arias: Me queda un montón, Marisa, me queda un montón.
Marisa Gallén: ¡Pero te queda toda la vida!