“Las autoridades marroquíes deben hacer cumplir todas las normas relativas a las campañas, incluida la prohibición de la compra de votos, la prohibición del uso de recursos públicos o instituciones religiosas para hacer campaña”. Y deben esforzarse “por garantizar que todo el proceso electoral se lleve a cabo en un ambiente pacífico libre de violencia o intimidación”.
“La práctica de quemar las papeletas válidas inmediatamente después del recuento de votos debe suspenderse”. Las autoridades “deben realizar esfuerzos para aclarar los elementos del marco legal sobre las listas de votantes, así como garantizar que los votantes, los partidos políticos y la sociedad civil puedan verificar la información”. Y deberían considerar “la revisión del sistema electoral, así como de la distribución de distritos, para aspirar a una mayor igualdad de los distritos sobre la base de criterios reconocidos internacionalmente”.
Son algunas de las perlas que aparecen en el informe Final Report on the Moroccan Legislative Elections publicado el 25 de noviembre de 2011 por el National Democratic Institute, ente que tantos han tratado de desacreditar en las distintas ocasiones en las que ha reaparecido este asunto durante la última década.
Pedro Sánchez encabezó la delegación internacional que elaboró y firmó el documento, junto a una canadiense y dos estadounidenses. Y es precisamente esa circunstancia una de las que se barajó en su día como posible explicación de la negativa de Mohamed VI a recibirle recién aterrizado en la Moncloa.
El monarca alauí ha conseguido ahora, probablemente, la humillación con la que buscaba devolver el golpe: que sea Sánchez el que se trague el sapo de reconocer la adscripción territorial del Sáhara Occidental a Marruecos. Resulta muy complicado adivinar las razones que hay tras una decisión así en un momento en el que el tablero geopolítico mundial es una túrmix desmelenada al borde del cortocircuito, pero esta clase de gestos encajan muy bien con personalidades autoritarias como la de Mohamed VI.
No obstante, las advertencias recogidas en el informe del NDI mantienen su condición de incompatibles con un Estado de Derecho democrático avanzado, le guste o no a nuestro vecino del sur (tampoco es muy ortodoxo situar al frente de la Fiscalía General a una exministra socialista, como ha hecho nuestro presidente, pero ese ya es otro cantar). Sánchez actuó con profesionalidad al subrayarlas como un déficit del proceso electoral.
Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, durante los últimos cinco años el número de países que ha avanzado hacia el autoritarismo ha superado al de los que lo han hecho hacia la democracia, según IDEA Internacional. Freedom House estima que menos de una quinta parte del mundo vive hoy en países completamente libres.
Alarmado por esta dinámica, Estados Unidos celebró en diciembre pasado una Cumbre por la Democracia. La Administración Biden está convencida de que este es el gran asunto de nuestro tiempo, porque los 'Bad Guys' de la 'Autocracy Inc' –Xi Jinping, Vladímir Putin, Nicolás Maduro, Alexander Lukashenko y Recep Tayyip Erdogan– “están ganando”, según documentó Anne Applebaum en The Atlantic.
La Casa Blanca se ha propuesto reunir a innovadores, inversores, investigadores y empresarios para impulsar tecnologías que incluyan los valores democráticos en su desarrollo y aplicación. Lo llama 'Grandes Desafíos Internacionales sobre Tecnologías para Afirmar la Democracia' y uno de ellos, el Tech4Democracy Global Entrepreneurship Challenge, ha sido encargado a la IE University, conjuntamente con la Embajada de Estados Unidos en Madrid.
Estamos en ese punto en el que resulta casi imposible saber qué debe pesar más en nuestro orden de prioridades, si el pedestre sistema electoral y de libertades democráticas de Marruecos, retratado por Sánchez y sus colegas de NDI en 2011, o los valores y activos estratégicos que hay tras el adiós definitivo al Sáhara. Lo mismo sucede con cada uno de los acuerdos comerciales que Occidente está dispuesto a sellar con los Bad Guys y demás regímenes anteriores a la Ilustración que avergüenzan al mundo desarrollado, con tal de demoler a Putin.
Hay algo que debemos interiorizar cuanto antes: estamos en un momento crucial en el que la democracia debe ser defendida. Y no sólo en el campo de batalla, en esa trágica e injusta invasión de Ucrania ordenada por Putin, en el agrietado suelo de Siria, en el escombrero de Yemen. Sino también en el terreno de la tecnología y la innovación.