VALÈNCIA. La oficina de un banco no parece, en principio, el lugar más estimulante y divertido en el que podamos pensar. Una sucursal bancaria no suele ser sinónimo de jarana. Con su arco de seguridad, su luz fría, su insulso cartel de Rafa Nadal invitándote a domiciliar tu nómina y ese tono sigiloso y monocorde con el que sus empleados hablan, casi susurran, sobre fondos de inversión, renta variable o préstamos hipotecarios.
En ese ambiente árido y hostil para la creatividad y las ensoñaciones artísticas, “yo desde niña quería ser actriz”, poco iba a durar una joven de La Vall d’Uixó que prefería las palabras a los números y las emociones a los porcentajes. “Yo trabajé en la banca comercial un tiempo y, bueno, no estuvo del todo mal porque estaba en contacto con el público y hablaba con la gente, pero no era lo mío, no me apasionaba, me aburría”.
Marta Flich era una rara avis dentro de ese hábitat gris y encorbatado en el que acabó trabajando por una cuestión más práctica que vocacional. “Estudié Economía en la Universitat de València porque me parecía una carrera versátil y porque quería tener una herramienta con la que sobrevivir, pero sabía que después me iba a intentar dedicar a lo que de verdad me gustaba”. Se cansó de lidiar con los planes de pensiones, la compraventa de acciones o el Euribor y pegó un volantazo a tiempo. “Me fui a Madrid a estudiar interpretación, me hice mi book de actriz y poco a poco me fueron dando papeles en algunos capítulos de series”. Cuando el camino se bifurcó en dos direcciones, lo tuvo claro. “Seguía trabajando en La Caixa y me pedí una excedencia para irme a actuar con una compañía de teatro. La gente me decía que estaba loca. Sí, pero era mi locura”. Hoy es presentadora de televisión, actriz, cómica, escritora, divulgadora y una de las comunicadoras más lúcidas y mordaces de este país.
Ahora Marta Flich analiza y comenta la actualidad en clave de sátira cada tarde desde el plató de ‘Todo es Mentira’ en Cuatro, “estoy enamorada de mi trabajo, me lo paso aún mejor de lo que parece por la tele”, pero no olvida el rédito que le dio su pasado profesional. “Todo el mundo debería trabajar en un banco alguna vez y tener conocimientos de finanzas, es muy útil”, recomienda entre risas mientras reivindica la esencia práctica de la Economía, “nuestra vida es de una manera o de otra, somos más felices o menos, según cómo se distribuyen los recursos, y eso es Economía”.
Analizar el complejo e incierto panorama económico que deja esta pandemia es por tanto algo a lo que está más que habituada. ¿Cómo saldremos de esta crisis? ¿Cuándo? ¿Será 2021 el año de la recuperación? ¿Cómo encontrar el equilibrio entre salud y economía? Preguntas a las que esta valenciana (criada en La Vall d’Uixó) trata de buscar respuestas desde la prensa, la televisión o desde su propio videoblog.
“Es imposible de momento saber cuándo empezaremos a recuperarnos de esta crisis económica porque eso depende de la vacuna”. Lo que sí se aventura a pronosticar Flich es cómo será esa recuperación. “Está claro que el problema que ha originado esta crisis tiene nombre y apellidos, es una pandemia, se llama covid-19, por lo que en el momento que se ataje el problema, el repunte económico será rápido”. Una importante diferencia con la anterior crisis de 2008 en la que hubo que rescatar al sistema bancario, “aquello fue terrible, pero ahora el problema está muy localizado y en cuanto se extirpe, la economía resurgirá”. Un destello de luz en medio de tanta penumbra. Y no es el único. “También creo que es buena noticia el cambio de estrategia de la Unión Europea, que afortunadamente esta vez sostiene que es bueno gastar y que hay que inyectar dinero, evitando esos discursos de austeridad que tanto daño nos hicieron”.
Cuantificar por tanto esa recuperación, ponerle una cifra, es casi una quimera para Flich. Especulaciones. Quinielas. El Gobierno pronosticó recientemente un rebote del PIB del 7’2% en 2021. Un crecimiento que podría llegar hasta el 10% con los fondos europeos. Desde BBVA Research, en cambio, se han mostrado esta semana menos optimista reflejando en un informe que el PIB caerá este año un 11’5% y rebajando el crecimiento de 2021 al 6%. “Los números hay que hacerlos porque hay que plantear cuadros macroeconómicos, pero la realidad es que son poco fiables porque no sabemos cómo funciona esta pandemia ni cómo funcionan las reinfecciones, no tenemos precedentes”.
Tampoco resulta fácil resolver el tan manido debate entre salud y economía. “Cuando haya salud, la economía va a resurgir, pero de momento habrá que hacer caso a los virólogos y epidemiólogos, que cuando recomendaron el cierre perimetral de Madrid fue por algo”, asegura al tiempo que reprueba la gestión del Gobierno de Díaz Ayuso: “lo que no puede ser es que te quejes de ese confinamiento perimetral de la capital cuando has llegado a esa medida final por no haber hecho los deberes”. Ejemplos con los que sustentar su tesis no le faltan. “En la Comunidad de Madrid no se han contratado más médicos, no se ha reforzado la atención primaria, se gastaron 50 millones de euros en montar un hospital de pandemia cuando hay mucho ladrillo sanitario vacío y sin usar”.
Con su vida establecida en Madrid, pero con su identidad valenciana muy presente, “si vols fem l’entrevista en valencià”, Marta tiene la perspectiva necesaria para comparar dos escenarios que son antagónicos durante esta segunda ola de la pandemia. La Comunidad de Madrid supera los 400 contagios por cada 100 mil habitantes, mientras que el 80% de los municipios de la Comunidad Valenciana presenta una incidencia por debajo de los 100. “Yo diría que hay varios factores. Por un lado, la densidad de población de Madrid, donde la gente va pegadísima en el metro, y por otro lado, la gestión política”. Ejemplos concretos. “En Madrid no se han contratado rastreadores y se han reducido las PCR. No sé si en Valencia han contratado médicos y rastreadores, pero pinta que sí”.
No le quedan lejos asuntos que preocupan en el ámbito económico de la Comunidad Valenciana, “intento estar siempre conectada”, como el polémico dumping fiscal de Madrid que tanto enciende las críticas del Ejecutivo de Ximo Puig. “No sé si lo llamaría dumping, pero desde luego que hay un agravio comparativo entre comunidades autónomas. Aquí en Madrid, el Impuesto de Sucesiones y Donaciones está bonificado y aquí los grandes patrimonios no pagan, mientras que en otros sitios sí. Eso es insolidario”.
Marta Flich desmenuza los cuadros macroeconómicos para hacerlos digeribles. Tiene la capacidad (el don, el superpoder) de conseguir que incluso los asuntos económicos más farragosos, resulten entendibles para el gran público. Incluso más: ¡interesantes! “La economía es un ladrillo, pero yo intento que se entienda a través del humor y la metáfora”. Dos herramientas que maneja con destreza y utiliza con un fin social. “Se trata de desencriptar la economía, los números, para evitar la desafección y empoderar a la gente, de eso se trata”. Así lo hizo en su libro ‘Necroeconomía: el manual para entender la economía perversa’, en el que desarrolla la idea de un sistema económico “diseñado para que siempre pierda el más débil”. Sus 240 páginas están plagadas de ejemplos reales y cotidianos. “¿Vendes camisetas con un lema feminista para sacar pasta cuando en realidad te es indiferente la igualdad? Necroeconomía. ¿Tergiversas la verdad para ganar dinero? Necroeconomía”.
Ese modelo cruel y deshumanizado del que habla podría estar en retroceso, según su propia autora, “porque los movimientos de ultraderecha, populistas y demagogos, están perdiendo fuelle”. Esta misma semana habríamos asistido a un ejemplo de este debilitamiento. “La necroeconomía es el modelo que plantea la extrema derecha en España y en todo el mundo, pero parece que ya les están parando los pies. En Grecia por ejemplo al partido ‘Amanecer Dorado’ lo han calificado de organización criminal y han ido a la cárcel. En España esta semana hemos visto cómo VOX quedaba retratado con el fracaso de su moción de censura, en la que se le han visto las costuras y la falta de argumentos”.
Contundente y sarcástica. Así ‘reparte’ Marta Flich sin que le tiemble el pulso. Tiene un discurso ágil y veloz, casi ni coge aire, “ya has visto que no paro, nunca me callo”, y sus vídeos se han hecho virales porque es capaz de denunciar injusticias al tiempo que hace reír. Al final, esta valenciana logra eso que en la Facultad decían que debía ser la función última del Periodismo: informar, formar y entretener. Palabras mayores. Algo que podría parecer demasiado ambicioso, resulta sencillo cuando es Marta Flich quien se pone delante de la cámara. Menos mal que cambió de profesión y dejó aquella sucursal de La Caixa. La banca no siempre gana.