Más que esperanzador

VALÈNCIA. Con este concierto de puertas a abiertas, James Gaffigan se ha estrenado al frente de la OCV como nuevo titular de la formación después de que transcurrieran dos años sin director, y debemos decir que la carta de presentación (dejando a un lado el Réquiem alemán que dirigió en diciembre de 2019) ha sido más que prometedora teniendo en cuenta la todavía incipiente relación entre ambas partes y del director con el auditorio. Pienso que el momento para el fichaje del director norteamericano ha sido el ideal puesto que ya puede acreditar un prestigio poco discutible, y a la vista de las citas que tiene comprometidas (orquestas americanas de primer nivel, Met y teatros y orquestas de Europa también de primera fila), quizás en un par de años su contratación habría sido mucho más complicada para un teatro con unas circunstancias económicas, que no musicales, como Les Arts (véase el caso de Gustavo Gimeno sin ir más lejos). Seamos realistas, fichar a una primera batuta mundial es inasumible en estos momentos, así que apostemos por alguien que tampoco es tirar una moneda al aire, pues ya tiene una carrera en lo más alto y que por su juventud todavía tiene mucho que decir. Quien sabe.

Muy acertada la elección de la emocionante Fanfarria entre elegíaca y filosófica, “para el hombre común”, como la tituló Copland, para abrir no solo el concierto sino todo un período que esperamos sea amplio y fructífero. Tengamos en cuenta también el origen neoyorquino de Gaffigan y el triste 20 aniversario que se cumplía el día precedente al concierto, siendo esta una música que se ha empleado en ocasiones para abrir actos u homenajear a tantos hombres y mujeres comunes que fallecieron en aquellos terribles atentados. Unos compases declamados con gran asertividad por los metales y puntualizados con gran violencia por la percusión.

Gaffigan dirige usualmente sin batuta con una variada gestualidad prefiriendo extraer el sonido de la orquesta con la expresión de sus manos que ordenar obsesivamente cual metrónomo la música. Si bien sin descartar que en ocasiones también se centre en marcar las entradas y el ritmo con precisión, podemos decir que su gestualidad es más tendente a la expresión y dinámicas de la música que a mantener un orden, lo que desprende confianza en los músicos. 

Excelente en la transparencia y la frescura en el ataque la primera sinfonía de Prokofiev con un trabajo magnífico de las maderas. Faltó algo de gracia en la Gavotta aunque los rubatos fueron señalados y traducidos con maestría. 

Tras ello un Mozart más que notable que puso en evidencia lo que ya sabemos:  la gran capacidad camaleónica de esta formación para para cambiar de idioma y de sonoridad con una lectura intensa en la que Gaffigan mostró también saber adaptarse al lenguaje mozartiano que, si bien fue clave para que el ruso produjera su Sinfonía Clásica, requiere una articulación y un sonido muy distinto a la de la obra precedente.

Cerró el concierto la selección que en 1919 Stravinsky realizara del ballet El pájaro de fuego para su interpretación en salas de concierto. Una lectura en este caso de memoria por parte de Gaffigan, suntuosa y virtuosa, con una soberbia OCV en la que brillaron todos los solistas entre estos Bernardo Cifres a la Trompa, Magdalena Martínez en la flauta o Pierre-Antoine Escoffier en el oboe y Rafal Jeziersky Excelente la transición desde el pianissimo de la cuerda a la espectacular coda, quizás demasiado inclinada a hacer prevalecer los metales que sonaron a todo trapo  en un climax algo sobreactuado y de cierta impronta “americana” en lo que respecta a la brillantez de los metales por encima del resto, que quedó algo relegado en la sonoridad del brillante final. Cuestiones, quizás, que se irán puliendo conforme Gaffigan vaya “haciéndose” con la complicada acústica del auditorio. 

Ficha: 

Domingo 12 de septiembre

Obras de Copland, Prokofiev, Mozart y Stravinsky

Orquesta de la Comunitat Valenciana 

James Gaffigan, director musical