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EL MURO / OPINIÓN

Más teatro del bueno, por favor

La calidad se reconoce. El público lo sabe, aunque lo importante es reactivar el teatro institucional. Después del reciente concurso público estamos en buenas manos. Saben de qué va. Los espectadores esperan impacientes. Sólo que los agujeros heredados…

17/04/2016 - 

Un profesional de la Administración autonómica vinculado a las Artes Escénicas se sorprendía el otro día gratamente del éxito que estaban teniendo los últimos espectáculos institucionales programados en el Teatro Principal de Valencia después de años en los que la ocupación había sido más bien tibia y cuando se habían realizado similares acciones de márquetin y publicidad. La respuesta era muy sencilla: el público no es ignorante y cuando la oferta ofrece calidad el espectador reacciona sin dudarlo. No hay mayor secreto.

Así ocurrió sin ir más lejos la pasada semana con la puesta en escena de  “El alcalde de Zalamea”, una producción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) bajo la dirección de Helena Pimienta -todo agotado en las cuatro funciones-, los recitales de este fin de semana de Raimon -todo vendido también- o lo que está por venir, por ejemplo, con la adaptación de la obra de Arthur Miller “Panorama desde el puente” a cargo del Teatre Romea y LG Théâtre  que se representará del 20 al 25 de abril en el escenario de las Barcas.

Triste resulta recordar que en estos recientes años el Principal, buque insignia de Teatres de la Generalitat, había caído en DECLIVE ABSOLUTO

Triste resulta recordar que en estos recientes y pasados años el Principal, buque insignia de Teatres de la Generalitat, había caído en el declive más absoluto, la programación apenas tenía la menor coherencia y la atención era mayor hacia un teatro comercial que debería de haber tenido otros escenarios y no haber hecho competencia desleal a los espacios que sí se dedican a esa parte de la escena. Hasta el extremo de que la propia Diputación, titular del espacio, aún en tiempos de Alfonso Rus como presidente de la Diputación echó más de un pulso para recuperar el centenario teatro.

Seguro que si la producción de “El alcalde de Zalamea” hubiera aguantado más días en cartel se habrían agotado las entradas y hubiera sido una ocasión magnífica para que las nuevas generaciones se acercaran a un clásico como el de Calderón de la Barca. Y es que el teatro de calidad, las producciones públicas sin descanso y la coherencia programática han transitado mucho tiempo por el desierto valenciano como hizo Job por el suyo.

Sí, todos sabemos que espectáculos como los de la CNTC son caros y que un montaje como el referido necesita de una veintena de actores de primer nivel y un equipo de técnicos descomunal. Pero también son espectáculos que pagamos todos de nuestro bolsillo con dinero público y tenemos el mismo derecho de ser espectadores de lujo. Por ello se debería insistir mucho más en la necesidad de que las producciones públicas, tanto de la CNTC como del Centro Dramático Nacional o del Teatro de la Zarzuela, por poner ligeros ejemplos, tuvieran una mayor presencia en provincias y no murieran tras su solitario paso por Madrid en muchos de los casos. Es una negociación a fomentar y más que necesaria si aspiramos a ver teatro de gran nivel. Tampoco sería descabellado que los espectáculos que reciben una ayuda pública en nuestra autonomía llegaran a las principales ciudades de nuestras comarcas. Si se trata de poner condiciones y de alcanzar acuerdos con programadores y compañías sólo hay que intentarlo.

Sé positivamente que la situación del teatro en nuestra comunidad va a cambiar. De hecho está cambiando. La llegada de Manel Chaqués a la subdirección de Teatres es una garantía, como será la gestión de Abel Guarinos como nuevo responsable de CulturArts. ¿Por qué? Pues porque son gente de teatro público que llevan más de veinte años trabajando por él, lo conocen, lo han vivido y se lo creen. Esa es la diferencia. 

Y ellos saben que para ganar público no hace falta gastarse auténticas millonadas en producciones -¿alguien se acuerda qué fue de la adaptación aquella de “Bienvenido Mr. Marshall!” o “Balansiya”, caprichos políticos que nos costaron tener que pagar ahora el agujero que hoy arrastra Teatres y que tanto quebraderos de cabeza le están costando al secretario autonómico de Cultura Albert Girona? Como las decenas de millones que cayeron en producciones y arreglos varios para la aniquilada Nau de Sagunt cerrada desde hace algunos años. Se trata de tener buen ojo, dedicación y objetividad. Nada de intereses particulares ni gustos personales.

Sí, hace falta animar al sector como primer reto ya que es quien se ha de ocupar de hacer realidad el sueño de un nuevo comienzo o de una resurrección tantas veces reclamada que deje de lado el sectarismo, el capricho, el oportunismo y el desinterés real por una de las disciplinas que hace décadas hizo a Valencia una de las auténticas cunas del teatro y vivero de actores que antes exportábamos y en los últimos lustros han tenido que emigrar para desarrollar su profesión.

Lo de José Luis Pérez Pont al frente de la dirección del Consorcio de Museos aún está más por ver en toda su extensión debido a su reducida experiencia de gestión, pero aseguran quienes estuvieron en el tribunal que lo escogió que su proyecto era el mejor. Ha de ser plural y abierto. Es la clave. Suerte para todos ellos. Su fortuna será la nuestra. Llevamos tiempo mereciendo algo mejor: participativo, solidario y sobre todo ilusionante. No podemos perder más tiempo y menos aún olvidar que han sido veinte años de travesía sin rumbo fijo, salvo excepciones, en asuntos de teatro y arte.

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