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Matriu, una comedia seria sobre la conciliación familiar en el teatro

Marian Villaescusa sube a escena a dos actrices que detallan las dificultades de la crianza 

2/03/2022 - 

VALÈNCIA. Marian Villaescusa ha abierto no pocos melones en su nueva obra, Matriu. La violencia obstétrica y la conciliación familiar son los más subrayados, pero hay otros temas ligados a la maternidad que no por secundarios resultan menos importantes. De ahí que la dramaturga, directora de escena y actriz prefiera utilizar el término cata cuando repasa el surtido de asuntos acallados: “Son muchos asuntos en hora y pico. Digamos que damos a probar diferentes tipos de experiencias para que luego la audiencia termine de reventar el melón en casa”.

Ella no las ha vivido en primera persona, pero ha pasado tardes enteras inquiriendo preguntas y más preguntas a las amigas que protagonizan la pieza, Marta Salinas y Margarida Mateos, madres entre las dos de tres niñas llamadas Julia, Carmen y Lucía. De sus conversaciones, ha concluido que las mujeres sí hablan entre ellas de sus embarazos, sus partos y la crianza, pero de manera reservada, como la habitación propia de la que hablaba Virginia Woolf, pero compartida.

“Mi abuelo me ha contado la mili, sé lo que es tener fimosis, pero desconocía la episiotomía o qué se siente al dar de mamar. Me parece importante verbalizar estas vivencias y transmitir que esto no es teatro para mujeres, porque en ese caso, hasta el momento solo habríamos visto teatro para hombres”, opina.

En el montaje, programado del 3 al 6 marzo en la Sala Russafa no se abren melones, al menos no de lleno, pero sí se usan sandías. La fruta se emplea para representar a la bebé. El teatro de objetos es una de las disciplinas que se intercalan en la propuesta. También hay danza para plasmar a través del movimiento corporal el trance de un aborto involuntario. Y teatro físico. Y clown. Y musical.

“La obra es muy naturalista, porque reflejamos la realidad tal y como es, pero como mostramos el proceso de creación en sí, jugamos con la metateatralidad”, explica Villaescusa.

Reincidente en biodramas

No es la primera vez que sube a las tablas una trama biográfica. En su debut, Shhhh!, hablaba en primera persona sobre su cáncer de pecho, exponiendo el mutismo y los eufemismos que rodean la enfermedad. A aquel proyecto, reconocido con el Premio SGAE – Russafa Escènica en 2018, le siguió la infantil Ximpún, donde naturalizaba el duelo. El catalizador de aquella idea fue la mala sensación que, recién diagnosticada de su dolencia, le provocaron varios padres del centro donde imparte clases de teatro al pedirle que no se lo contara a sus hijos.

Esta nueva propuesta nace de su incerteza de poder ser madre. Un amigo le transmitió que podía serlo, aunque no necesariamente de hijos. Quizás en el futuro no pueda o no quiera gestar bebés , pero sí seguir creando teatro que aborde el drama desde el humor. “Jugar al contraste es algo habitual en la ficción, y servirse del humor para tratar temas dolorosos o tristes es una manera más interesante de llegar a la emoción del público”, considera.

Con Matriu ha dado un paso más hacia la estilización interpretativa. Para la recreación y el relato de episodios biográficos que provocan sufrimiento en sus actrices, las está ayudando a sostener la emoción a partir del juego escénico, evitando ser tan naturalista como en su ópera prima.

Y eso que se cuentan tres cesáreas o el shock que provoca en las madres el cambio de consideración tras el parto. “Cuando estaban embarazada sentían que eran muy importantes, que la gente las atendía mucho, y cuando sus bebés nacieron, a pesar del huracán de hormonas y el posparto, pasaron a ser las últimas en el orden de prioridades. Me confiaron que les resultó muy duro. No se cuenta y no se espera”, lamenta Villaescusa.

Lo que más emociona a Marian es el tributo que hacen con este montaje a la prole del elenco. Que las tres sean niñas da sentido a su propuesta. A las más mayores, su madre les cuenta cómo fueron sus partos; la pequeña, un día sabrá que formó parte de todo el proceso. “Esta obra es para ellas”.

Mare i actriu

El título de la pieza quiere decir matriz en valenciano, pero también está pensada como un juego de palabras entre mare y actriu, a modo de neologismo similar al de mocatriz, término inventado por el dúo musical Ojete calor para la canción homónima en la que se refieren a las aspirantes todoterreno a modelo, cantante y actriz. 

El juego escénico rompe la cuarta pared para mostrarle a los espectadores y espectadoras la gestación de un espectáculo protagonizado por dos madres, una recién parida que acude a los ensayos con su bebé y otra con dos niñas que ya están escolarizadas.

El padre de la “sandía” en la vida real es José Olmos y en la pieza interpreta al ayudante de dirección. Su incorporación al elenco fue una decisión muy meditada. De hecho, iba a participar como ayudante de dirección, pero no en escena. Lo que cambió todo fue que en las reuniones para preparar la dramaturgia estuvo presente barriendo el local y llevando a su hija en un portabebés. “Era el mundo al revés: normalmente, la ficción presenta a tres hombres trabajando y a una mujer sirviéndoles el café. Necesitaba incorporar la imagen contraria en mi escenografía, de manera no forzada. Su mujer, Marga, se negó a hacer alarde del marido perfecto. No quería hacerle un homenaje ni presentarlo como el padre del año”, explica la creadora.

En último término acordaron mostrar la corresponsabilidad en la crianza, pero sin poner en valor lo que en el caso de esta pareja es y, por regla general, debería ser normalidad.

La obra es una conciliación constante. La bebé de Marga y José ha estado presente en los ensayos, que se han parado toda vez que la niña tiene que mamar o se le ah de cambiar el pañal. Esa dinámica continuará este fin de semana, ya que la compañía ha hecho un esfuerzo económico por pagar a una persona que atienda a la menor durante las funciones.

“Me hubiera parecido un sinsentido no hacerlo así. Hubiera sido hipócrita. Se nos llena la boca hablando de conciliación. Lo repetimos como loros sin experimentarla. Hay que hablar de ello, pero con conocimiento. Lo he vivido de cerca y es muy duro, pero entre todos hemos podido levantar este proyecto, porque hemos asumido que la vida de esa criatura estaba por encima del trabajo. Hemos de mancharnos todo y criar en comunidad, ser más consecuentes”, valora la dramaturga en su propia y profesional lectura del proverbio africano “hace falta un pueblo para educar a un niño”.

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