VALÈNCIA. La luz es fundamental en todos los aspectos de nuestra vida. Tanto, que su importancia va más allá de las aplicaciones que podríamos llamar “científicas”. Por ejemplo, es un elemento esencial en otra dimensión vital de la existencia humana: el diseño. Los diseñadores de Mazda no trabajan solo con materiales. También utilizan la luz y las sombras como una herramienta más que contribuye a dar forma a las superficies de los coches de la marca, con un lenguaje de diseño único.
La luz llena los espacios de vida, colores y formas. Aunque a veces no nos demos cuenta, está por todas partes. Es un agente natural que interviene en los procesos biológicos y es lo que hace posible que nuestros ojos vean la belleza y el mundo que nos rodea. Sin embargo, la luz no se limita a aportar “iluminación”. Sus interacciones con el entorno pueden utilizarse como una herramienta de diseño y creatividad.
¿Y qué podemos decir de las sombras? No son lo opuesto a la luz, sino un elemento complementario que ayuda a definir volúmenes, a crear expresión y a producir impresiones. Para crear un objeto especial como, por ejemplo, un vehículo, es importante saber jugar con esta dualidad y con la interacción entre sus matices.
La inspiración japonesa de Mazda Kodo, que literalmente significa “alma del movimiento”, es la esencia de la inspiración de Mazda. Hace referencia a una filosofía de diseño típicamente japonesa que considera los vehículos como objetos vivos. Para aplicar la filosofía Kodo es preciso combinar tres elementos: el Ma, que es la belleza y la armonía del espacio vacío; el Sori, o las curvas armoniosas y equilibradas; y el Utsuroi, los juegos de luces y sombras.
Los diseñadores de Mazda trabajan con las interacciones entre estos tres elementos para definir el modo en que la luz modifica las superficies de un coche, con el fin de sugerir ese efecto visual inimitable de movimiento perpetuo que diferencia los modelos de Mazda de los de cualquier otro fabricante. Las luces y las sombras que se reflejan en el interior del vehículo, en el salpicadero, los asientos y los paneles laterales son tan importantes para la apariencia del vehículo como las luces que acarician sus líneas exteriores y los vibrantes colores de la carrocería.
Para materializar el concepto del Ma, es decir, la estética del espacio que se deja deliberadamente vacío, Mazda ha eliminado todas las aristas en las superficies laterales del coche. De este modo crea un lienzo en blanco sobre el que se posa la luz para transmitir sensaciones de belleza natural. Como dice Gustave Djon Toug, diseñador sénior de Mazda: “Los reflejos son una pieza esencial dentro del lenguaje de diseño de Mazda. Le damos mucha importancia al modo en que la luz interactúa con el coche y a cómo va revelando la estética de sus superficies, resaltando los detalles de diseño, la precisión de las formas y la riqueza de los colores”. Este recurso se percibe, por ejemplo, en el reflejo en forma de S de los paneles laterales del Mazda CX-60, que brillan con un caleidoscopio de luces cuando el coche se desplaza, creando patrones fluidos que reflejan el entorno y refuerzan la sensación de movimiento. El resultado es un coche que parece dotado de vida incluso cuando no se mueve. Todo ello es una expresión muy genuina de la estética japonesa, con propuestas en continua evolución que fusionan el minimalismo de las formas con una enorme riqueza expresiva.
Por su fuerza emocional y el contraste entre sus cualidades, las luces y las sombras redefinen por completo la percepción del observador. Son dos elementos en una secuencia infinita de cambio, que ofrecen posibilidades ilimitadas para diseñar y crear objetos capaces de despertar emociones.