Foto: Biel AliñoVALÈNCIA. En los viejos buenos tiempos en los que en España había libertad para hacer chistes homófobos, racistas y machistas sin que ningún ofendidito viniese a lloriquearte, un ciudadano decente podía disponer de un puñado de certezas. Una de ellas era contar con un periodo y material de campaña electoral acotado, concreto; posiblemente cutre visto desde nuestros ojitos postmodernos, pero muy fácil de identificar. Un cartel de agente inmobiliario para empapelar las calles, un vídeo electoral más o menos histriónico que repetir machaconamente, un eslogan hortera, unos cuantos mítines masivos y a votar (y después al bar a hacer alguna broma sobre gangosos y a quejarse de lo frito que te tiene la parienta).
Sin embargo, en esta época de decadencia líquida en la que se están perdiendo las buenas costumbres, los partidos llevan meses inundándonos con contenidos que nos animan a entregarles nuestra alma, o al menos, una papeleta durante un ratito. Y, claro, cuando a una pobre periodista se le pide que analice la propaganda de los comicios autonómicos que se avecinan, se encuentran con un sindiós: chorrocientas intervenciones en medios, cuatro millones de actos, mil variaciones de carteles, reels, tuits sobre cualquier asunto de actualidad que les apañe, hashtags, promesas, propuestas y declaraciones de todo pelaje; más vídeos de más intervenciones en actos públicos, tiktoks para ganarse a los zetitas. Fotos con bebés, fotos con perros, fotos con tractores, fotos con trabajadores de distintos sectores, fotos con jubilados, fotos con paellas gigantes. Contenido y contenido y más contenido desparramado en redes sociales; contenido fragmentario hasta donde alcance la vista.
En definitiva, una avalancha de información que incluso hace difícil identificar qué de todo eso es el spot electoral del partido, el vídeo estrella, la cápsula audiovisual mágica que deba perdurar en las retinas de los votantes… y en las clases de comunicación política del futuro. ¿Se mostrarán los clips de la campaña autonómica valenciana como ejemplo de brillantez comunicativa en las aulas de 2033? Lo dudo mucho pues, salvo excepciones, estamos ante un catálogo de filmaciones descafeinadas, con espíritu pocho. Spots que, en su mayoría, parecen un mero trámite entre las otras incontables exigencias comunicativas del ecosistema político actual; un ecosistema que, en realidad, siempre está en campaña.
En algunos casos, servidora se ha visto obligada a rebuscar entre esa montaña de material publicado online hasta dar con lo que se supone que es el spot de una formación, sepultado entre los ochocientos clips con vocación de viralidad que han ido publicando antes o después. Pero mi compromiso con el periodismo y con la democracia es invencible, así que me he sometido a espeluznantes sacrificios con tal de conseguir ese material. Sacrificios como buscar a qué hora emitían en À Punt los espacios gratuitos de propaganda electoral autonómica Y TRAGARME SEGUIDOS TODOS LOS SPOTS. ¿El daño psicológico derivado de este ejercicio? Solo el tiempo lo dirá. 
Al otear el spot del PSPV, un navegante primerizo podría creer que está en realidad ante una campaña de la Conselleria de Turisme: su cachito de mar, su cachito de montaña, sus fuegos artificiales, territorio valenciano qué hermoso eres, la millor terreta del món, tal y tal. Entremedias, mi disonancia cognitiva favorita de todos los tiempos: ¡imágenes del rey Felipe entregando un premio dentro del vídeo electoral de un partido que asegura tener alma republicana! Qué maravilla, chica. Que ya sabemos que para el PSOE nunca es el momento de plantear el temita de la corona, pero ya directamente hacer guiños a la monarquía en tu propaganda electoral supone alcanzar una cota de noeselmomentismo completamente nueva para esta gente. ¿El resto del vídeo? Planos de gente trabajando (ya sabéis, tejido productivo, valencianos que hacen cosas), Ximo Puig saludando a diestro y siniestro (por algo el lema es ‘El president’ y au) y luego dándose un paseíto por el antiguo cauce del Túria mientras lanza palabras clave progres: derechos, diálogo social, igualdad de oportunidades… En resumen: imágenes amables de stock, sonrisas genéricas y una contradicción ideológica como una catedral. Bastante PSOE todo.
En el spot de Ciudadanos hay muchos elementos cautivadores. Por un lado tenemos los tonos beige que lo impregnan todo. También la imagen de Mamen Peris arremangada subiendo la persiana de su negocio (en la referencia intertextual más obvia que jamás la semiótica ha experimentado). La vibra idéntica al ambiente que se respira en la oficina del gestor que me lleva la declaración de la renta (y al que hago muchísimo la pelota porque aspiro a ser su clienta favorita y tengo mucho miedo de estafar a Hacienda sin querer. Si me estás leyendo, te quiero). Pero sin duda mi ingrediente favorito es que absolutamente nadie en este anuncio parece tener las más mínimas ganas de vivir. No están tristes, no están enfadados, no están entusiasmados. La indiferencia más absoluta les recorre mientras leen el ilusionante contrato en el que la candidata de Ciudadanos les anima a ser decisivos y no votar con la nariz tapada. Una atmósfera alicaída que recoge a la perfección el sentimiento que recorre al partido naranja. Mi más absoluta enhorabuena por haber sabido captar tan bien una sensación tan etérea como la abulia. La abulia decisiva, la mejor abulia.
Fuera caretas: la búsqueda de lo que se supone que es el anuncio del PPCV me ha hecho sufrir hasta el extremo de estar a punto de llamar dramando desconsolada a Guillermo López, jefe de Opinión de Valencia Plaza y coordinador de este especial del 28M. He visto 750 millones de grabaciones de Mazón en todo tipo de entornos y ninguno era su spot oficial. Finalmente, la antes comentada traumática exposición a la franja publicitaria de la televisión pública valenciana me llevó a una filmación de Mazón paseando por la playa y lanzando sus propuestas de campaña. Pero dado que ese vídeo no está disponible en ningún otro espacio (o, al menos, una conspiración me lo oculta), he decidido darme un garbeo por una serie de inquietantes clips en los que Mazón, bastante serio, te manda que sonrías porque va a bajar impuestos a los jubilados y disminuir la burocracia. Sonríe porque tú eres el cambio y el cambio va a ganar, comenta. Smile es una película estadounidense de terror y thriller psicológico estrenada en 2022 en la que mucha gente, en efecto, sonríe con todas sus fuerzas.
En Unides Podem han decidido que graphic design es su passion y, de nuevo en una grabación casi clandestina, han recurrido no a uno sino a dos efectos visuales finísimos. Primero, un jueguecito de bloques de colores que se expanden y se aprietan como un grafiquito de reparto de escaños. Luego, un detalle que me tiene fascinada: cortinillas como si fueran papeles rotos… ¡con sonidito de folios rasgándose y todo! ¡Desde que hacía portadas con WordArt para los trabajos de clase no veía tanta magia visual ante mis ojos! Yo siempre estoy a favor de una buena cortinilla, ya sea de estrellas, un fundidito a negro, una imagen psicodélica que gira sobre sí misma… Todo me va bien. ¿El contenido del vídeo? Pues gente con banderas varias caminando. Y un mensaje: que ellos ya han hecho lo que podían con lo que tenían y que si no les votas no pueden seguir tirando del carro. Por cierto, el hombre que aparece hablando con gente y en primerísimos primeros planos es Héctor Illueca, el candidato de Unides Podem a la Generalitat. Lo digo yo, ya que no lo nombran en ningún momento, por lo que sea.
Con Compromís voy a hacer trampa, que para algo este es mi texto, oigan. El spot electoral oficial es este en el que Baldoví te cuenta que es un tipo muy majo, repasa su currículo y dice que quiere un Botànic más reivindicativo. Un poco formulario A32 para presentar en la ventanilla 5H. Luego tienen este skecth en homenaje a la tradición del sainete valenciano que a mí me da un poco de cosica, la verdad.
Pero la auténtica perla de la campaña es el VIDEOCLIP de Compromís. Así sí, hombre. Esto esperaba yo cuando me lancé a bucear a pulmón en la propaganda electoral del 28M. Un poco de brilli-brilli, un poco de cringe, un poco de FANTASÍA. Yo esto a las dos de la madrugada me lo bailo en una verbena muy a gusto. Punto extra para quien tomara la decisión de marcarse una rima asonante de lobby-money-Baldoví. Pocos se atreven con esos riesgos creativos. Vamos, si estuviera en mis manos, cambiaría la ley electoral para exigir que todos los spots políticos a partir de ahora fueran videoclips de temas compuestos ad-hoc. ¿Acaso la vida no contiene suficientes penurias? ¿Acaso no merecemos programas electorales cantados? Yo digo sí.
Si Desokupa, una empresa de alarmas y el ayudante de dirección de Raza (1941) tuvieran un hijo, ese hijo sería el spot electoral de VOX. Entre la musiquita de tensión que recorre la grabación, el inquietante lenguaje no verbal de Carlos Flores, y el empeño apocalíptico en hablar de recuperar la seguridad en nuestras calles, a mí este vídeo me ha generado ANSIEDAD. Os dejo con sus 29 segundos de alarmismo social y me voy por un Diazepam. ¡Feliz fiesta de la democracia!
