La continuación del Memories Festival se celebra este fin de semana en Repvblicca sólo cuatro meses después de la primera edición
VALÈNCIA. Además de conmovedores y desconcertantes, los últimos minutos de la tercera temporada de Lost son, inevitablemente y le pese a quien le pese, unos de los instantes memorables de la industria audiovisual de las series de televisión. Uno de los antecedentes más significantes de la nueva e insostenible ola de productos seriados de esta década. Esa escena en la que Jack -con esa barba de alcohólico que también se anticipaba a movimientos futuros- y Kate se encuentran en los aledaños de una pista de aterrizaje es uno de los momentos álgidos de la serie; la vuelta de tuerca, la apuesta doblada… La confirmación de los flashforwards o supuestos viajes hacia delante en la línea temporal que, casualmente, tendrían una serie propia un par de años después. La frase: we have to go back.
El encuentro entre Matthew Fox y Evangeline Lilly es, más que nunca, el de los antagonistas. El del que no encuentra la salida del laberinto, frente al que ya está en otra página; el del que se reconforta en la nostalgia y el que trata de apartarla para ver lo que hay delante. “Vuelo de Los Angeles a Tokio, Singapur o Sidney… luego bajo del avión, me tomo una copa y vuelvo a casa”, explica Jack: “quiero que el avión se estrelle, Kate (…) cada vez que hay un sobresalto o una turbulencia, cierro los ojos y rezo para poder volver”. La analogía del kamikaze que quiere volver al pasado a través de un accidente de avión es probablemente una de las más finas y gruesas del que no procesa la nostalgia como un elemento transitorio. “No estábamos destinados a irnos”, concluye Jack. “Sí lo estábamos”, matiza Kate.
¿Quién dijo que no se podía comerciar con los sentimientos? Este fin de semana en València hay una nueva prueba de la facilidad con la que se le puede sacar rédito a la nostalgia. Sharemusic!, los promotores de Love The 90s -que el año pasado trajeron Ace Of Base, Gala, Snap o Corona-, no iban a ser los únicos en explotar ese filón. Territorio Musical -que tienen en cartera a Café Quijano- repiten propuesta y ahondan en el mismo concepto, que fundamentalmente consiste en rescatar grupos de los 80 y de los 90. ¿The Verve, Catatonia o Lush? ¿A-ha? ¿Pet Shop Boys? No: OBK, Nicki French o Spanic. El sábado, Memories Festival tendrá su segunda edición en Repvblicca.
Si tienes alguna duda, envuélvelo con papel de festival y sácalo a la calle. El mercado hará el resto. Al Memories Festival no le ha ido mal si tenemos en cuenta que esta, su segunda edición, llegará apenas cuatro meses después de la primera; aquella de principios de noviembre del año pasado, con Whigfield o The Essence, también se celebró en Repvblicca con el halo de festival. El cartel especificaba aquello de zona food, games, market y zonas VIP; quizá demasiados anglicismos para un festival que apela la recuerdo de la España de los 80 y los 90. Sin embargo, es cierto: la mezcla y la vestimenta de evento especial no les debe de haber resultado mal del todo, pues ningún festival de música se celebra menos de medio año después de su anterior edición.
Saben lo que se hacen. “El 3 de marzo piérdete en el pasado” o “es un fiestazo para gente que supo divertirse... ¡sin tablets ni smartphones!” son algunos de los ganchos en comunicación. Público objetivo bien definido y correctamente atacado. Lo cual hace que, al que esté fuera del radio de acción, le suene a homeopatía musical. “¡El 3 de marzo vamos a recordar y bailar como si no hubiese un mañana!”, comunican haciendo la cuadratura del círculo temporal y discursiva: no hay un mañana, de hecho, hay un ayer. Eso sí, si bien recordar no parece una acción de esas que uno puede ejecutar -como el baile- hasta la extenuación; salvo que sea Jim Carrey en ‘Olvídate de Mí’. Bailar, comer, jugar, comprar… y recordar. Los eventos remember añaden siempre el factor intangible como valor diferencial (que ya no lo es).
Sin embargo, lo más cuestionable de todo esto no es tanto la explotación de los recuerdos -esto sucede en la mayoría de los productos con una filiación emocional de forma más o menos explícita- como la palanca que los activa. Los medios que no siempre justifican el fin si evaluamos un producto al margen de su desarrollo financiero. Las herramientas. Y, en este caso, musicalmente hablando, resulta difícil imaginar la entidad de algunos de los conciertos que se plantean en el Memories Festival y que, inevitablemente, tiran de one-hit-wonders (grupos de un sólo éxito). Porque los recuerdos, y las emociones adheridas a ellos, no tienen por qué corresponderse a una discografía perfectamente balanceada. Ni siquiera a un buen disco.
Cualquiera que esté más o menos familiarizado con la rutina de los conciertos ha de ser consciente de la pesadilla en que suelen convertirse esos recitales a los que uno va esperando escuchar determinadas canciones. Si llegan al principio, el resto del concierto se convierte en una anécdota; si llegan al final, la espera es insoportable. Quizá por eso, con un cartel que incluye grupos cuya carrera discográfica está marcada por el desequilibrio evidente de un éxito, lo más inteligente por parte de la organización es aceptar que (el contenido de) los conciertos quizá tampoco sea lo más importante: de ahí la activación de las entradas con privilegios y las zonas al margen de la música en directo.
“Memories Festival es un festival que apela a la nostalgia de las décadas doradas para los amantes de la música dance”. El mejor momento de Elegant Machinery se remonta a 1992, con ‘Process’; el de Invisible Limits, con ‘Golden Dream’, a 1989 -y la posterior gira española que pasó por València, donde fueron reverenciados-; UV Pop destacó a principios de los 80 -tocando junto a Nico o Pulp- y ‘Serious’ arrasó las discotecas de la Ruta, pero no volvieron a aparecer hasta 25 años después. Son sólo algunos de los casos de los grupos que forman parte del evento del recuerdo, muchos de ellos con instantes puntuales de efervescencia, pero que funcionan en un público inclinado a la nostalgia.
“La primera vez que oí esta canción después de dos días de fiesta (era domingo) fue en el activi (sic) A.C.T.V.”, comenta en un vídeo una asidua a la Ruta: “todavía tengo grabada en la memoria aquella experiencia, fue algo sublime de lo que nunca me olvidaré”. A eso apela un evento que completa su cartel con nombres como el 50% de OBK (desde 2012). “Era julio de 1989, qué tiempos y qué buenos recuerdos”, añade la voz anónima, que remata con el eslogan natural que hace sonreír a cualquier organizador de un evento remember: “un beso para todos aquellos que vivieron su juventud en los 80, yo lo viví todo, y ahora tengo 50 y soy distinta gracias a aquella época”.
Cómo de profunda será la brecha que dejan los recuerdos, que la propuesta experiencial por encima de la musical empieza a darse la vuelta a sí misma y llegar a rozar el delirio. De ahí que, tras la segunda edición del Memories Festival 80s & 90s, llegue el Memories Festival ’00. No es una broma. ¿Os acordáis de la música de los 2000? Normal, en algunos casos apenas han pasado diez años. El remember de anteayer ya está aquí. En mayo se estrenará en Repvblicca el viaje en el tiempo más corto de la historia con representantes del dance del otro día como Jessy, Lasgo, Dee Dee y Silver.