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el muro / OPINIÓN

Menosprecio centralista

Foto: EVA MÁÑEZ

Los presupuestos generales son una nueva bofetada a nuestra autonomía. Sonora y contundente. Pero es lo que sembramos. Cultura del despropósito y la complacencia. No pintamos nada.

15/04/2018 - 

Entiendo el malestar. Tanto en la Generalitat Valencia como en los respectivos grupos políticos de nuestra cámara autonómica y / o municipales, aunque algunos no se atrevan a manifestarlo públicamente. Lo aceptan como penitencia tras el nuevo latigazo que nos ha dado el Gobierno central con el proyecto de presupuestos para 2018. Hasta yo estoy indignado.

Como ciudadano, apenas voy a recibir 150 eurillos en inversiones  reales frente a lo mucho que me sangra el fisco con el que estoy más que al día. Es un abuso a mi inteligencia emocional y ahorradora que no evade impuestos, ni esquilma arcas públicas, paga tanto manifeser, ha liquidado su máster y abona estudios y clases de inglés familiares porque el sistema público no ha estado a la altura y, además, satisface con sus impuestos la enseñanza bilingüe de los altos cargos ministeriales que menosprecian las lenguas cooficiales. Todos son iguales. Si me apuran puede que exista algún cíborg. Pero aún no me lo han presentado.

Aquí vienen ministros de visita -no todos- y se les llena la boca de supuestas inversiones. No existen ni existirán. Pero silencian voces. Quedan bien ante la complaciente opinión pública de turno.   

Flaco favor, además, hacen estos presuntos presupuestos a quienes aquí han de defender las siglas que envuelven al Gobierno central y al que le salen sustos inesperados, o no tanto, en cuanto abren un cajón. Les deja sin argumentos, rendidos y sumisos. Menudo papelón. Entendemos el reality show,  pero es indefendible cuando nos vuelven a situar  en el furgón de cola de las inversiones. Así que, de nuevo recibiremos 300 millones de euros menos que la media nacional. Con gracia y salero. Alicante, además, queda como simple anécdota. Pero ojo, esto no es nuevo. Viene de lejos y salpica tanto a gobiernos populares como a socialistas. No es sólo el escaso peso en Madrid. Simplemente no existimos.

Cuesta entender qué tengamos diputados de todos los colores pero complacientes. No se les oye. Sería de lógica protestar por dignidad, o intentar negociar como vascos, catalanes, navarros o canarios. Ellos sí saben de qué va el negocio. No se ponen finos ni puristas. Da igual signos, claves políticas o de partido. Se trata de dar la cara por la ciudadanía y no por el color político. Lo demás es fachada cuando en juego están los cacahuetes. Para algo los enviamos a Madrid a precio de conde y horario de marqués.

Lo más duro es ser consciente que los presupuestos anuales nunca van unidos realmente al rescate de la ciudadanía, salvo si sale por sí misma a la calle a dar la cara que nadie ofrece por ella. Eso incomoda y cambia actitudes.

Analizando la parcela cultural, que para muchos es lo de menos, pero debería ser lo de más porque la educación y la cultura ofrecen libertad de ideas, independencia ideológica y sobre todo criterio y rigor intelectual, da para pillar un rebote.

Se quejan por aquí, como siempre y ya convertido en deporte, que el Palau de Les Arts va a recibir 600.000 euros de subvención, algo muy parecido a lo que percibió el pasado ejercicio. Una cantidad insuficiente a todas luces, pero abonada en el tiempo. Todos tienen demasiada culpa y mucha responsabilidad.

Foto: EVA MÁÑEZ

Me constan los intentos del coliseo y la conselleria del ramo en sus esfuerzos imposibles por abrir vías de cooperación que nunca se concretan. Pero que no nos engañen. Claro que el resto de coliseos va a tener un apoyo mayor, pero también porque sus órganos de Gobierno tienen representación estatal. Aquí para ser objetivos y gobernados en su momento por el PP nunca se barajó su presencia. Ni siquiera en sus inicios. Nos metieron en el lío del que nadie sabe cómo salir y nos cuesta un pastizal.

¿Cómo iban a incluir en un patronato oscuro representantes de un gobierno socialista para que pudiera fiscalizar sus cuentas siendo aquello un despropósito sensorial? Empecemos por ahí. ¿Nadie se acuerda que fue un ministro socialista llamado César Antonio Molina quien vino a la Valencia de Camps y prometió un aumento progresivo de la subvención estatal que hoy supondrían al menos cinco millones de euros y fue su sucesora, Angeles Gonzalez Sinde, del mismo partido, quien dijo no saber nada de aquel acuerdo y lo finiquitó sin escrúpulos? A partir de ahí, todo está de más. Es fachada. El error partió de origen y se perpetuó con el tiempo. Desde aquella ministra nefasta sus respectivos sucesores ni siquiera se han vuelto a asomar por esta autonomía. Les da igual. O tienen mucho miedo. Les Arts fue utilizado en su día por el PP frente a gobiernos socialistas como instrumento plañidero, el mismo escenario que se repite cada año. Llorar sirve para salir en los papeles un par de días, pero no es buena consejera a largo plazo porque el tiempo y las hemerotecas no olvidan. Hacen falta puentes, medidas concretas, propuestas racionales, implicación, generosidad, cesiones, negociaciones políticas… Si es que realmente existe interés o racionalidad objetiva.

Les Arts tiene un problema añadido. El juicio que se avecina por la gestión amiga de sus patrocinios es un estigma. Tanto para la clase política como para los gentiles patrocinadores que se juegan dinero y prestigio. Nadie desea sentirse salpicado. Es un hándicap que sólo hurga en la herida.

Lo admitía en el extranjero su director principal invitado, Ramón Tébar, en una reciente entrevista. Por mucho cambio de reglamentos y normas avanzar en ese territorio es casi un imposible. Es lo que se comenta en el exterior.

Algo similar ocurre con el IVAM. No olvidemos que es un instituto autónomo como reza su ley de creación. Desde su constitución se mantuvo al margen de los cauces nacionales. Primaba el control autonómico. Reclamar implicación ministerial se antoja, por tanto, complicado. Antes y ahora. Pero sirvió como instrumento político para manifestar ofensa ante Madrid por los gobiernos populares, como lo sigue siendo ahora por el tripartito. Por no meter en el mismo saco al Festival Sagunt a Escena que con el PP también fue utilizado como ariete. Ahora ha desaparecido de las reivindicaciones.

Otra cosa es hablar del Museo San Pío V o del González Martí. Ahí sí existe una verdadera y real marginación, intolerable. Los dos museos son estatales. El Bellas Artes sólo tiene transferida su gestión. El desprecio hacia ellos es evidente. Miren si no a este ministro llamado Íñigo Méndez de Vigo del que interpretamos por sus silencios qué tipo de proyecto quiere para su departamento y la relación con las autonomías. Puro cartón.

De todo este asunto deberíamos extraer varias conclusiones: no se debería jugar con la Cultura como si se tratara de instrumento político. Todos tienen algo que esconder. El Gobierno reparte según su interés de voto autonómico y es lamentable marginar a la sociedad en su conjunto como vendetta política entre partidos.

Y, por supuesto, el poco peso que continuamos teniendo en Madrid o lo mucho que se ríen de nosotros. Nada cambia ni ha cambiado. Todo esto es Marca España.  

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