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crítica

Minkowski practica una 'deliciosa' brujería en Les Arts con 'Alcina'

21/02/2023 - 

VALÈNCIA. Otra gira internacional del grupo francés Les Musiciens du Louvre ha hecho posible que el aficionado vuelva a enloquecer en el coliseo del Jardín del Turia con la música de Händel porque si toda ella es soberbia, Alcina, una de sus óperas más olvidadas, es además, una de las más interesantes y atractivas de su producción. Junto a Orlando y Ariodante, completa la tríada de obras del compositor de Halle basadas en el poema épico caballeresco Orlando Furioso de Ariosto.

Estrenada en Londres en 1735, cuando la ópera italiana, -que el alemán conocía bien-, estaba de moda también allí, Alcina, -la ópera de las dos brujas-, está repleta de sensualidad latina, con texto y partitura de carácter altamente expresivo, gran riqueza melódica, y partes dedicadas al ballet. Era la época de los castrati, con sus arias pomposas llenas de virtuosismo, y atractivo especial, en la que Georg Friedrich Händel reinó, componiendo cerca del medio centenar de óperas.

El autor, -que quería con su música no solo agradar, sino transformar a la gente-, contó ayer con un cómplice excelente, verdadero especialista en esa estética barroca, Marc Minkowski, quien dirigió ayer en Les Arts a su orquesta como un verdadero brujo, convirtiéndose en el triunfador de la noche, hechizando a todos los presentes, con su especial savoir faire de espectáculo visual, convirtiéndose en un perfecto vehículo para las emociones del estilo.

Minkowski hizo música. El francés es director con más sabiduría que elegancia, pero, sin embargo, con lo primero consigue una música distinta, por nobleza y alto refinamiento, practicando la brujería en la búsqueda de la esencia sonora del más sublime estilo händeliano. A destacar su extremo cuidado con los solistas, a quienes no descuidó ni un instante, haciendo de la sensibilidad su instrumento más importante a la hora del fundido diálogo entre voces y orquesta. ¡Cómo da el paso sonoro a la voces! Cuánta mesura en la expresión, y cuánta enseñanza puede extraerse de este director que parece que no haga nada, pero que con un solo gesto es capaz de decirlo todo.

Puro Händel

Foto: MIKEL PONCE.

Coro y orquesta de Les Musiciens du Louvre están integrados por grandes músicos. Eso se puso de manifiesto a lo largo de todo el espectáculo, mostrándose un conjunto muy profesional y cohesionado, dúctil, dinámico y seguro, registrando una música de sonoridad redonda, limpia, y cálida, brillando como solistas, concertino, primer chelo, flautas, y clavecín. Puso Marc Minkowski su maquinaria completamente al servicio de las voces, a sus dinámicas y a su volumen, y premió a los cantantes con sus gestos cómplices como su sonrisa de agradecimiento, un saludo con el brazo, un guiño, o una mano besada después de cada aria…e incluso un abrazo cuando fue preciso.

El brujo galo sabe que la esencia de la ópera reside en las voces, y las mima, porque sabe lo que hace. Dirige sentado, pero se levanta en los momentos de más tensión, también como gesto para más atención y brío. No hace alharacas, y con sus indicaciones precisas, -con las justas-, muestra siempre carácter e intención. En los compases del lujoso ballet que cierra el segundo acto, dio toda una lección de ajuste de dinámicas, haciendo una música soñada de ajuste del ritmo entre las frases y los silencios. Puro Händel.

Hacia la excelencia

La soltura y espontaneidad del director, propia de quien se encuentra trabajando en lo que conoce bien, fue respondida de forma más que acertada por los cantantes solistas, quienes, animados hacia la excelencia, hicieron una Alcina de altura, a pesar de la enorme dificultad de la partitura, llena de obstáculos, por dinámicas y contrastes continuos en sus numerosas e inacabables arias da capo.

Despertaron todos íntimas emociones, pero especialmente la virtuosa soprano Magdalena Kozená, con voz de tinte mezzo, que hizo una Alcina sufriente y ardiente, llena de emociones impactantes. Posee la checa una voz de fácil emisión, buena colocación y poderoso caudal, que a falta de graves y cierta delicadeza, le permite resolver con solvencia y genio las partes más endiabladas que el autor quiso para una de sus heroínas más destacadas. Con franca expresión, en un inflamado Ah! Mio cor!, dio buena muestra de la homogeneidad en el color a pesar de los incómodos intervalos, y del canto de frases con notas alargadas para su ultrajado corazón.

El papel de Ruggiero lo defendió, Anna Bonitatibus con color de voz de aspereza pétrea, que se funde a la perfección con la orquesta, en la práctica de un canto inteligente, dúctil, y seguro. Con buena resolución en la coloratura, dijo un Mi lusinga il dolce affetto delicioso, demostrando musicalidad encomiable. Erin Morley fue una Morgana, de timbre limpio y fresco, de emisión segura y gran control de la respiración, que le permite hacer una canto versátil para las dinámicas, excelentes legatos, y grácil coloratura. Demostró un canto asentado, y si su Ama, sospira fue un brillante y homogéneo diálogo de pura fusión con el concertino, lleno de sensibilidad y gusto fue el que compartió con el primer chelo en su Credete al mio dolore.

Foto: MIKEL PONCE.

Bradamante fue Elizabeth DeShong, mezzo de sólidos y cavernosos graves apoyados en un tronco vocal de excepcional extensión, cuyo heterodoxo resultado sonoro compensa con su saber hacer y destacada musicalidad. En su Vorrei vendicarmi desplegó su firmeza para una compacta y electrizante coloratura. El joven tenor Valerio Contaldo tiene oficio para las agilidades, pero su entubada voz no se proyecta, apareciendo desigual y vidriosa para un canto roto, desatendiendo la posibilidad del uso de los resonadores.

Con ello hizo un Oronte de poco alcance, justo lo contrario del también joven contratenor Alois Mühlbacher, gran trabajador del aire para un resultado a la postre muy efectivo. Su canto para el Oberto, a falta de refinamiento, fue franco y controlado. Con su voz bien proyectada, y de buen volumen hizo una Tra speme de lujo. Y para lujos, los del bajo Alex Rosen, con tan corto papel, -el de Melisso-, como larga y grande son sus facultades. Se trata de un cantante de voz excepcional, bien producida, bien emitida, bien proyectada, de timbre squilante rotundo, y de armónicos plenos. Su volumen, en juego con la utilización de los resonadores, consiguieron un ligado Pensa a chi geme de graves timbrados estratosféricos, y de expresividad a la altura de su destacada elegancia.

Con él y con todos, Laura y Antonio Reyes, -barroquistas de pro-, disfrutaron de lo lindo. Y como el resto de asistentes, se volcaron en elogios y aplausos hacia los artistas que trajeron a Les Arts el embrujo, la pasión, y la sensibilidad de una Alcina, que habla de lamentos, crueldades, amores, traiciones, fidelidades, tormentos, dulzuras y llantos, sentimientos todos ellos propios del Händel más genuino.

Y ojalá, casi trescientos años después de su estreno, del inmenso encanto impuesto por Minkowski, nadie nos despoje.


FICHA TÉCNICA

Palau de Les Arts Reina Sofía, 19 febrero 2023

Ópera versión concierto, ALCINA

Música, Georg Friedrich Händel

Libreto Antonio Marchi

Dirección musical, Marc Minkowski

Orquesta y coro, Les Musiciens du Louvre

Alcina, Magdalena Kozená.  Ruggiero, Anna Bonitatibus 

MorganaErin Morley.  Bradamante, Elizabeth DeShong

Oronte, Valerio Contaldo.  Oberto, Alois Mühlbacher.  Melisso, Alex Rosen

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