VALÈNCIA. Dice el refranero español que la fe “mueve montañas”, una creencia convencida de que confiar en algo se puede convertir en motivo más que suficiente para cambiar el mundo, o la historia de lo que nos rodea. Para el compositor valenciano Miquel Àngel Murcia (Ontinyent, 1982), es la música la que tiene ese poder, los acordes y las notas se convierten en el arma perfecta para hablar de injusticias, la historia y para celebrar a los grandes olvidados. Gracias a su “fe” este compositor, dedicado de pleno a la música desde los 7 años, se ha convertido ahora en el primer valenciano nombrado como compositor del año 2024 de la Fundación de Música Ibérica de Estados Unidos. Un nombramiento que viene de la mano de una promesa: el encargo de una melodía única en la que hable de un intercambio artístico entre América y Europa y ponga el foco en la recuperación de la música valenciana.
Para componerla, Murcia se inspira en la emigración valenciana a los Estados Unidos a principios del siglo XX, un viaje que lejos de la prosperidad que se refleja en los perfiles de valencianos “exitosos” busca retratar la triste realidad de quienes buscaban un futuro mejor al otro lado del charco. Lo hace inspirado, en gran parte, en el libro Valencians a Nova York de Teresa Morell Moll: “En el libro, Teresa explica que muchos de los valencianos que llegaron a Nueva York en el 1920 no sabían ni castellano cuando fueron allí a buscar una mejor suerte. Cuando hablamos de los valencianos en Estados Unidos lo hacemos con orgullo con figuras de éxito como las de Guastavino, pero también hay historias de supervivencia, de hambre y de soledad porque la crisis del 1921 convirtió el sueño americano en una pesadilla”.
Mezclando la música popular valenciana con un “enfoque postminimalista” Murcia se sirve de las melodías de otros compositores valencianos mientras da su toque propio para contar este relato lleno de musicalidad e historia con el que tiene que explicar un relato de migración y fracaso que “merecía ser contado”: “Esta historia habla también de un intercambio, pero se centra en una nueva visión que no habla todo el rato de la esperanza y de lo positivo. Es importante hablar de los más desfavorecidos, de las luchas entre las clases populares y de las dificultades para construir una riqueza económica. Me interesa poner el foco en lo que está más oculto”.
¿Y cómo lo hace? Resaltando también la historia de los grandes olvidados de la música, aquellos compositores valencianos olvidados de la historia, tales como Melchor Gomis, Martin i Soler, Matilde Salvador e Isabel Torres. Sus melodías y su tono resuenan dentro de un encargo en el que su melodía compone ese himno a València con el que recordar su pasado: “Hay una importancia clave del patrimonio sonoro valenciano que no se celebra lo suficiente y hay muchas compositoras y compositores que no se estudian lo suficiente en los conservatorios porque solemos tener una posición cultural periférica. Hay pocas personas que consideran que vale la pena recuperar esas músicas que pertenecen a lo que llamamos identidad cívica”, señala el compositor, quien considera que falta una consideración de los creadores y la música que “es de todos”-
Sirviéndose de su relato y su lenguaje, consigue cumplir otro de los requisitos del encargo: la recuperación de la música, mientras se nutre de sus “tratamientos armónicos y sus patrones rítmicos” para lograr la sensibilidad de su composición: “Busco generar un diálogo entre las melodías valencianas de la tradición popular mientras recupero a algunos compositores valencianos. Interno celebrar el corpus de nuestro patrimonio mezclando su música con las melodías de la canción popular. Buscó que la sonoridad rompa la división entre las clases sociales y expliquen su historia”. De esta forma, y con la música como “bandera” Murcia compone un himno sobre la historia de los valencianos que tuvieron que emigrar y se encontraron con la nada. Un relato en el que él mismo como compositor “viaja” a Estados Unidos, esta vez para contar la historia de quienes lo hicieron en el pasado, y en el que se convierte en el compositor valenciano pionero en abrir las puertas a un nuevo mundo.