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MEMORIAS DE ANTICUARIO

Mirando por el ojo de la cerradura: patrimonio secreto en Valencia

19/02/2017 - 

VALENCIA. Aunque pensemos que ya todo está visto y que “nos sabemos” Valencia, todavía quedan lugares secretos, envueltos en un halo de cierto misterio. De hecho, los hay que “me creo” porque existen fotografías, y aún no veo el día en que pueda atravesar el dintel de la puerta. La compleja historia de la ciudad la ha configurado arquitectónicamente como si de una sucesión de muñecas Matrioskas, que la mayor encierra a la menor, se tratara. Recordemos, sin ir más lejos, el hallazgo bajo la cúpula barroca de la Seu, de los ángeles músicos renacentistas, que a su vez ocultan el gótico subyacente. Por otras razones, también existen lugares vedados a la mirada del curioso, ya que el acceso a los mismos se encuentra entre complicado y lo directamente imposible. Hablemos de ello: en ocasiones lo son por su condición de recintos de clausura desde su fundación, y otras porque siendo en su origen de pública concurrencia, hoy nos los encontramos cerrados, o bien hay que agenciarse algún truco para acceder.

Apasionante pasatiempo sobrevolar la ciudad con el Google Earth. Juguete virtual que nos descubre predios ajardinados encerrados entre muros conventuales cuya existencia suele ser desconocida porque literalmente “no se ven”. Siempre hay demasiadas puertas cerradas para los amantes del arte: tapias, portones, verjas o guardas jurados. Un arte vedado a la mirada de quien lo aprecie, es como ese libro iluminado de grabados, utilizado por sus contemporáneos, pero que ha permanecido en un oscuro desván por los siglos, dejando de cumplir su función primigenia, salvo que alguien lo rescate del olvido. Es verdad que desde un tiempo hasta ahora, se observa cierto interés de la administración autonómica y local por facilitar el acceso a edificios públicos relevantes patrimonialmente, pero todavía hay demasiados en los que esto es la excepción.

Lugares con truco

Espacios que hay que estar al quite y saber cuándo se abren al público, evitándonos visitas en balde y encontrarnos con puertas y aldabas en las narices. Cada lugar tiene sus normas particulares: los hay que en horarios normales suelen encontrarse abiertos, y otros que por razones que desconozco, posiblemente por falta de personal, es una rareza hallarlos así.

Convento de Santo Domingo. Se encuentra entre los cinco conjuntos patrimoniales más importantes de la ciudad y lo que allí encontramos daría para un extenso monográfico: la Capilla de los Reyes con las impresionantes voltes de Francesc Baldomar que encontró en Pere Comte un tallista de la piedra de excepción. El erudito Antonio Ponz en el siglo siglo XVIII, escribe: "Es toda de piedra picada, y aunque gótica, es la cosa más grandiosa y bien construida de todo este recinto". La Sala Capitular con sus delgadas columnas fasciculadas (una especie de Lonja miniatura), el severo refectorio, el claustro gótico. 

Su visita sólo es posible si se solicite telefónicamente y por grupo. Qué quieren que les diga, me parece un tanto anacrónico que un lugar patrimonialmente tan importante tenga un acceso tan restringido, habida cuenta también que en su interior se halla la celda de San Vicente Ferrer, lo que tiene una especial significación para muchos valencianos. No es un anatema pensar en otros usos para el lugar (quizás museísticos) y trasladar la Capitanía General por ejemplo a los cuarteles de la Alameda.

Hay junto a las torres de Quart una iglesia de la que poco se habla salvo para indicar que siempre permanece cerrada. Discreta, bajo la sombra de las imponentes torres y tras la vegetación se encuentra Santa Úrsula. Construida en el siglo XVII, la iglesia presenta interés por dos razones artísticas y una historia: el zócalo cerámico del siglo XVIII que la recorre evoca el jardín valenciano y la espectacular concha o venera, única en su género en la ciudad, que a modo de gran escenográfica se puede admirar en la cabecera. En cuanto a la historia, este edificio huidizo tiene su oscuro relato: durante la Guerra Civil, dada la situación que se venía generando en Europa central, fue profanado por la policía política soviética y en el mismo fueron encerrados presos nacionales y extranjeros en cuyas detenciones e interrogatorios apenas intervenían las autoridades españolas. Nadie sabe lo que pasaba allí. ¿Cómo hacer para entrar?; es fácil: hay que hacerlo por la calle Guillén De Castro por lo que es hoy la Universidad Católica de Valencia. Suele estar abierta durante el tiempo que el centro abre sus puertas, por lo que el acceso es más fácil de lo que podría parecer.

Nadie ha quedado indiferente cuando le he llevado a contemplar la gran cúpula de las Escuelas Pías, pero son muchas más las ocasiones en que nos hemos topado con las puertas cerradas. Créanme, vale la pena visitar la segunda más grande de España con 24 metros de diámetro y 40 de altura y que guarda gran parecido con el Panteón de Agripa de Roma, salvando las distancias, ya que fue el modelo seguido. La iglesia se halla siempre cerrada siempre que se vaya fuera del, restringido, horario de misas. Tomen nota: de lunes a sábado a las 19.00 horas y los domingos a las 11.30. 

Tres conventos de clausura con un jardín y un hospital

El edificio romano, el árabe y el heredero medieval se desarrollan hacia dentro y es en ese espacio privado donde podemos hallar sus más preciados tesoros. Los abundantes conventos que existían dentro de las murallas solían disponer de un huerto o jardín en la parte trasera para uso y disfrute de monjas y frailes. Tan en las entrañas se hallaban estos huertos que, desde la calle, y hoy más si cabe con nuevas construcciones más elevadas, no cabe imaginar lo que allí se oculta. Hoy en día quedan algunos que conservan en mayor o menor medida esa zona, que estando en el centro mismo de la ciudad es un solaz vedado a nuestra mirada curiosa. A vuelo de pájaro, es decir, empleando el citado y nunca suficientemente ponderado Google Earth podemos divisarlos claramente en la trama laberíntica que pervive en la ciudad antigua.

Convento de San José

En la plaza del Portal Nou y fundado en 1588 por las carmelitas descalzas, es una sucesión de incógnitas: lo es el lugar y estado de las obras de arte que había en su interior y que fueron sacadas, su azulejería, el futuro destino del edificio. Un alto muro que evoca la antigua muralla, oculta un gran jardín que hoy será de naturaleza selvática, dado el estado de abandono y el crecimiento de la vegetación a su libre albedrío. Todavía hay jardines secretos o espacios a cielo abierto a los que no podemos acceder.

Convento de La Puridad. De una esquina de la plaza de Manises parte un pequeño callejón, siempre al abrigo del sol, donde se encuentra un discreto convento de monjas de clausura. Como los icebergs, lo que vemos no anuncia, en absoluto, su verdadera dimensión. A pesar de quedar un grupo reducido de religiosas, el convento es amplio, remitiendo a otros tiempos de numerosas vocaciones, y, lo mejor, posee un patio ajardinado que es todo un remanso de paz y un lujo en esta zona tan céntrica de la ciudad.

Convento del Corpus Christi. Pegado al lado exterior de la antigua muralla se encuentra este convento que pasa desapercibido junto a las grandes edificaciones de la Beneficencia, el Ivam y el a lo que hay que añadir el tráfico rodado. Hoy pasa junto al mismo el nuevo carril bici circular. El edificio conventual del siglo XVII se articula en torno a un claustro porticado que no vemos y rodeado por zona verde, recuerdo del antiguo Hort D´Argüedes que allí se hallaba.Hospital de los sacerdotes Pobres. Siempre que se habla de las calles más binotas de Valencia aparecen La Paz, Cavallers… pero ojo con la calle Trinquete Caballeros. Otra de esas puertas que nunca he visto abierta es la del Hospital de Sacerdotes Pobres, fundado en la edad media. Sí, esa sobre cuyo dintel hay una escultura de una Virgen con Niño, de estilo gótico, cuyo original se encuentra en el museo de la catedral. Tras esa misteriosa puerta se encuentra la iglesia (en un radio de cincuenta metros tenemos tres: San Juan, Santo Tomás y esta, llamada Del Milagro) y uno de los conjuntos de azulejería barroca más impresionantes de la ciudad, sino el que más, pero que, al menos en mi caso, sólo he podido disfrutarlo a través de los libros. Esperando el día.  

Reciente excepción: el Real Monasterio de la Trinidad

Tras ser desalojado por las últimas cuatro monjas clarisas, congregación que desde el siglo XV lo habitaba, el Real Monasterio de la Trinidad, junto al Museo de Bellas Artes, puede ser visitado en su integridad. Se habla, incluso de emplearlo en una futura ampliación del museo. Una empresa, Valencia Tour Experience www.valenciatour.org lleva a cabo una interesante visita guiada de este conjunto monástico, que todavía es uno de los grandes desconocidos de Valencia. Además del rico patrimonio que alberga, hay que recordar que fue abadesa del mismo en 1463 Sor Isabel de Villena, autora de Vita Christi y considerada como la primera mujer escritora en lengua valenciana y adelantada a su tiempo por sus ideas de marcado carácter feminista.

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