Después del Covid-19 yo pensaba que las cosas iban a cambiar y mucho. Sabíamos que no todos los cambios serían para bien, pero tras una experiencia así suele ser proporcional lo bueno con lo malo. Es más, lo malo tendemos a verlo como muy malo y lo bueno lo destacamos poco. En cualquier caso, y pasada esta situación que supuso un cambio de paradigma, en los últimos meses todo se ha desbocado.
Desde el punto de vista profesional, muchas empresas estamos agonizando a causa de temas coyunturales. Nos suben las materias primas, auxiliares y energías de una forma nunca conocida y fabricar nos cuesta tanto que ya se hace imposible sostener las compañías, por lo que se acaban cambiando los ritmos y se alejan las estrategias.
En los últimos meses, las pequeñas y medianas empresas en el sector de la alimentación, que es el que conozco más de cerca, hemos asumido un aumento de costes desproporcionado. En lo que llevamos de 2023, el coste de fabricación ha aumentado en torno a un 47% con respecto al mismo periodo de 2022.
Lo lógico y racional es que hubiéramos aplicado los sobrecostes a quienes nos están comprando y que estos lo aplicaran a los precios de venta. Pero a quienes vendemos nos dicen que tienen que mantener los márgenes y conservar sus posiciones en cuota de mercado.
De esta posición no se mueven casi nada y lo que nos han dejado es absolutamente insuficiente, hasta llega a rozar lo ridículo, en comparación con la repercusión que nos ha generado el aumento los costes de fabricación. Por lo que acaba dejándonos a muchos fabricantes en posiciones de verdadera agonía.
Hay muchos casos dentro de la industria que han podido, y siguen pudiendo, salir adelante. Bien porque sus recursos y su caja son mayores o porque sus posiciones de mercado les permiten poder aplicar con más contundencia los nuevos precios que se necesitan aplicar, aunque también están sufriendo.
A esto hay que sumar el comportamiento de la banca, como siempre tan oportunos, que siguen estando con los que más recursos tienen. Ahora te acercas a ellos, no a pedir (que también) si no a reordenar la parte financiera, y resulta que ellos también están a otra cosa.
En resumen, que los que tenemos que tomar decisiones estamos haciendo magia reinventándonos. Y no me refiero a nuevos lanzamientos, aplicación de I+D+i y estrategias que hemos estudiado, me estoy refiriendo a la magia que llevamos dentro y que cada vez está cogiendo más sentido a la hora de tomar decisiones para salir adelante. Hay que incorporar en las condiciones de un buen CEO el que sea MAGO.
Hemos salido de muchas, diría que de todas, y hay una frase que se repite cada vez: “como esta no he conocido ninguna”. Pues eso, de esta también saldremos.
Por otro lado, y fuera del ámbito laboral, nos damos cuenta de que parece que estas inquietudes no se reflejan en la sociedad. Si salimos a comer nos encontramos con dificultades para encontrar sitio por la cantidad de gente que hay, buscamos un viaje para desconectar y los precios están disparados y casi con el cartel de “completo”, vamos por la carretera y sigue habiendo muchos coches...
En conclusión, la vida sigue su ritmo todo y a pesar de que, en ese sentido, tampoco nos hemos librado del aumento del coste de la vida con la subida del precio de las energías, las hipotecas variables o la alimentación. Y sí, los sueldos algo han mejorado, pero no al mismo nivel. Pasa como con la desproporcionalidad de las empresas. Entonces, ¿qué es lo que está pasando? ¿Es una sensación verdadera o es un avatar?
Por otra parte, también vemos y escuchamos que no hay trabajo y, a su vez, que faltan trabajadores (chóferes, camareros, albañiles, camareras de piso, cuidadores…) A esto hay que añadir, en línea con el momento Matrix, que los sueldos de la mayoría de las personas son los que son: entre 1.100€/mes y 1.600€/mes. ¿Entonces?
Yo lo hablo con muchas personas y hay tesis para todo y para todos. Se dice (decimos) que tendremos dinero ahorrado, pensamos en el aquí y ahora, lo que venga, “Dios dirá y que me quiten lo bailado”. También está el indudable apoyo familiar en una sociedad como la española.
En cualquier caso, llama la atención que los sueldos de muchos pensionistas y jubilados es mayor que el de muchos trabajadores y todo ello a pesar de la subida del salario mínimo a 1.080€/mes en 14 pagas.
Todo parece surrealista, nada es verdad y nada es mentira. No sabemos qué está pasando, no nos contamos lo nuestro los unos con los otros, pero todos sabemos que algo nos está pasando.
Jaime Álvarez, director general de Gourmet