Antropología industrial / OPINIÓN

Motivos

Sarna con gusto no pica, y hacer algo con ganas cuesta la mitad de esfuerzo. La motivación mueve montañas, pero ¿qué tecla hay que tocar para activarla? La tradición dice que hay que alternar palo y zanahoria, pero no es tan fácil

20/10/2022 - 

VALÈNCIA. No hay tarea que se aborde mejor que una que nos agrada, ni trabajo más penoso que aquel que nos disgusta. La motivación es el mecanismo por el que la voluntad se pone en marcha y nos convence de que cualquier esfuerzo es bueno para alcanzar el objetivo deseado. La depresión es la falta de motivos, la felicidad es tener un motivo para todo. 

Hay causas que nos movilizan de manera egoísta, como el dinero, el sexo o el poder, y otras que tocan nuestra fibra más solidaria, que sin suponernos un beneficio material, nos compensa el sacrificio con un valor intangible y superior. 

La motivación ha sido un misterio para la psicología porque hay una base biológica indeterminada y por eso se ha resignado a prescribir la vieja receta del palo y la zanahoria y que cada cual la aplique como mejor entienda. Se aplicó a animales y personas desde el principio de los tiempos, fueran latigazos o incentivos por cumplimiento de indicadores. 

Parecería que la fórmula funciona pero la experiencia nos enseña que en muchos casos no es así o no resulta eficiente. Las empresas, los estados y cualquier organización busca la forma en la que poder incitar a sus miembros —o sus clientes— a cumplir con los deseos de la organización de manera óptima y esa es aquella en que, al menor coste, los ejecutores del trabajo desean hacerlo por encima de cualquier otra cosa.

«Los estudios han demostrado que la clave es la motivación intrínseca, una razón interna del propio individuo que es la que moviliza genuinamente a actuar»

En esta línea de pensamiento, Daniel H. Pink divulgó hace más de una década la teoría del DRIVE que vino a confirmar el abandono del taylorismo desde sus años de esplendor a mitad del siglo XX. Pink, que se dio a conocer cuando escribía los discursos para Al Gore, es un conocido asesor empresarial norteamericano, escritor de ensayos de éxito sobre tecnología y negocios y colaborador habitual de medios como Wired, The New York Times o National Geographic, entre otros.

Pink recoge las teorías de psicólogos como Harry Harlow o Edward Deci para desmontar la creencia de que las personas solo responden a mecanismos externos de dolor y placer, y que para controlarlas y hacerlas productivas son necesarios sistemas de represión o premio, con amenazas o palmaditas en el hombro. 

¿Por qué juegan los niños sin parar o los adultos tienen aficiones que les ocasionan un esfuerzo y un gasto de tiempo y dinero? ¿Por qué hay clientes de marcas que se entregan a ellas de manera casi fanática resultando sus mejores vendedores gratis et amore?

Los estudios han demostrado que la clave es la motivación intrínseca, una razón interna del propio individuo y que es la que moviliza genuinamente a actuar. Y algo mejor aún: optimiza el trabajo y sus resultados, consigue la excelencia en el servicio, el defecto cero en la producción y obtiene la recompensa en el trabajo realizado sin necesidad de capataces ni controles orgánicos. Es la que se apoya en la libertad individual y la autogestión y consigue su premio en sí misma.

Las organizaciones aún van por detrás de este paradigma que Pink denomina comportamiento I contra el clásico comportamiento X de incentivos externos. Un esquema que se alinea con el modelo de empresas atomizadas, casi unipersonales, incentivadas por la necesidad de adaptación y facilitadas por la universalización de las telecomunicaciones y la información instantánea. 

Pero ¿cómo pulsar el botón de la motivación intrínseca? Esa es la cuestión: que si la tocas, ya no es intrínseca. Puedes aportar un ambiente favorable a su desarrollo, pero no crearla desde fuera de las personas. Ese es su misterio y su grandeza.

Dice un viejo proverbio atribuido a Confucio que si trabajas en algo que te gusta, nunca tendrás que trabajar. En todos estos siglos no ha sido fácil ponerlo en práctica, pero ahí tenemos el reto. Dicho esto como un mensaje de motivación, ahora que acaba el verano.