VALÈNCIA. En un “parque de vida” como Bioparc, que alberga miles de animales de más de 150 especies, son frecuentes las alegrías en forma de nacimientos. Pero para el personal que cada día dedica su trabajo a garantizar el bienestar de los animales a su cargo, cada muerte, aun siendo de un animal de una edad considerable, resulta un duro golpe. En esta ocasión ha sido Kibo, el macho de elefante africano, que en noviembre de 2022 hubiera cumplido 45 años. En Europa solamente otros dos machos, con 45 y 47 años, le han superado en edad.
Como expresa el centro en un comunicado, la conmoción ha sido enorme pues el hecho se produjo de forma repentina durante la noche y ninguna evidencia podía prever lo ocurrido. El día anterior la actividad del animal se desarrolló con absoluta normalidad y se encontraba perfectamente incluso durante el entrenamiento veterinario, donde el personal técnico tiene un trato más próximo. A primera hora de la mañana, con el inicio de las rutinas diarias de control, se encontró muerto al animal. De forma inmediata se puso en marcha un protocolo especial con todo el equipo técnico y veterinario del parque al que se unió un grupo de profesores de la Unidad de Histología y Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad CEU Cardenal Herrera y pertenecientes al Instituto de Investigación en Ciencias Biomédicas. La autopsia se ha desarrollado por un conjunto especializado de 20 profesionales sin encontrar ninguna evidencia, por lo que se está realizando un profundo análisis de las muestras, así como estudios histopatológicos, microbiológicos y moleculares, con el fin de determinar la causa de la muerte.
Kibo nació en Hannover (Alemania) y llegó a Bioparc Valencia en 2013 procedente de Boras (Suecia) por recomendación del Programa Europeo de Reproducción de Especies Amenazadas (EEP) del elefante africano (loxodonta africana) para convivir con siete individuos, seis hembras y un macho más joven. Esta emblemática especie ha sufrido una disminución de más del 60% de su población en la última década y está incluida como Vulnerable a la extinción en la Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Kibo era perfectamente reconocible por su impresionante tamaño y por tener un solo colmillo y en estos años, su singular carácter ha conseguido que fuera "un animal especialmente querido y admirado por el equipo que se ocupaba cada día de sus cuidados".