VALÈNCIA. Cuando pensamos en una persona alcohólica nos viene a la mente la imagen de un hombre sentado en la barra de un bar. Sin embargo esa imagen no es del todo real. Cada vez son más las mujeres que tienen dependencia del alcohol y según un estudio de perfil de la Unión de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente (UNAD) en 2016, por primera vez, las mujeres superaron a los hombres en el consumo de esta sustancia, un 31% frente al 27% de los varones.
Una realidad, mujer y alcoholismo, a la que hay que prestarle mucha atención porque hasta hace bien poco era una enfermedad silenciosa, parecía algo inexistente. La dependencia del alcohol ha sido considerada un problema masculino. Hace unas décadas la proporción entre hombres y mujeres alcohólicas era de 10 a 1. Hoy la proporción ha cambiado absolutamente y la proporción es casi de 3 a 1. Y esta situación, además de esconder más patologías mentales añadidas como la depresión o la ansiedad, conlleva grandes daños en el organismo. “Las mujeres y hombres son biológicamente diferentes, por ejemplo en la estructura cerebral, en el metabolismo digestivo o en la proporción de la materia grasa y eso influye en como afecta el alcohol. La OMS considera que un consumo perjudicial en una mujer siempre será menor que en un hombre, pero el problema es que la cantidad que se consume se está equiparando, con lo que los daños serán mayores”, apunta Augusto Zafra, psiquiatra director de IVANE SALUD y responsable de la Unidad de Salud Mental y Psiquiatría Hospitalaria en el Hospital Vithas Nisa Valencia al Mar y de la Clínica de Desintoxicación y Patología Dual en el Hospital Vithas Nisa Aguas Vivas.
A ello hay que sumarle que al ser una enfermedad silenciosa pasa mucho más tiempo hasta que es detectada y el periodo de carga de la enfermedad es más amplio y más grave. Generalmente, la mujer bebe sola, en la intimidad de su casa, a escondidas, influida por unos roles culturales que todavía perduran que hacen que no esté bien visto que una mujer beba. La culpa se añade a la depresión y el alcohol funciona como un método de escape. Es un círculo vicioso.
¿Cómo se entra en ese círculo vicioso? “Suele existir un factor precipitante, es el denominado ´estado no deseado´. Son cambios que suceden en la vida de una mujer ante los que se ve acorralada y sin escapatoria. Un matrimonio desavenido, una maternidad no deseada o no conseguida, un empleo no satisfactorio, un rol socio-familiar no elegido, la dificultad de conciliar familia y trabajo… Es como un proceso de duelo, de pronto la mujer ve que ha perdido cosas y está en una situación que no desea y no todo el mundo está preparado para asumir esa situación y encontrar alternativas. Y ahí aparece el consumo de sustancias como mecanismo de evasión mental”.
“Hace ocho años me separé y creo que caí en una depresión, según me dijeron meses después. No podía dormir y empecé a beber en casa. El alcohol me hacía dormir, mal pero dormir. Mejoré y estuve casi cuatro años sin beber. Empecé a beber de nuevo, no sé porqué”, explica Raquel (nombre ficticio), de 54 años, auxiliar de enfermería, separada y madre de un hijo de 26 años.
El perfil es una mujer, de entre 40 y 50 años que ha pasado por diferentes hitos madurativos y de pronto creen que ese proceso les ha llevado a un callejón que perciben sin salida y sin libertad. Pueden ser más propensas mujeres con personalidades mas inestables y con dependencia emocional. Pero no hay diferencias ni en el nivel socioeconómico, ni en la raza, ni en el estado civil o de rol familiar.
Por eso se pueden encontrar dos situaciones. Por un lado amas de casa o que llevan una vida más dedicada a la familia. No todas las mujeres tienen interés en asumir el papel principal del cuidado de hogar. Sin embargo, la presión del entorno o de la sociedad hace que asuman ese papel y que abandonen su proyecto vital. Cuando esto ocurre, la persona puede sentirse atrapada y eso provoca sentimientos de frustración, rabia y soledad. En este contexto, surge el beber para anestesiar los sentimientos, modular la ansiedad, escapar o simplemente no pensar.
Es lo que le pasó a María (nombre ficticio). Ama de casa, casada, de 62 años que siempre ha bebido. “Desde hace años mi familia me dice que tengo un problema, pero siempre han ido a la suya y nunca les he hecho caso”. Bebía para llevar la marcha de su casa, “en los últimos tiempos lo necesitaba a diario. Compraba unas latas de cerveza y con 4 ó 5 pasaba el día. Por la mañana tenía agonía y temblor hasta que empezaba a tomar la primera”.
Por otro lado, está una mujer que armoniza trabajo y casa. Las presiones, el estrés la sobrecarga empiezan a aparecer. Si la mujer se vuelca en el trabajo, puede llegar a pensar que descuida a la familia y es mala madre. Si por el contrario, tiene una mayor dedicación a la familia, puede caer en el riesgo de ser considerada como trabajador de segunda, con falta de compromiso corporativo lo que se traduce en la anulación de las oportunidades de promoción en el entorno laboral. “Nuevamente el posible abuso de alcohol o el alcoholismo puede hacer aparición, por la presencia del ‘estado no deseado’. La necesidad de buscar ansiolisis, desconectar de las preocupaciones, combatir el insomnio, etc.”, explica el doctor Augusto Zafra.
En ambos casos se trata de personas con una patología dual: alcoholismo y depresión. Y cómo tal hay que tratarla cuando deciden dar el paso. “Durante mucho tiempo no ha sido así, se ha tratado por un lado la adicción y por otro la patología. Y se ha visto que no es la solución. En IVANE SALUD lo entendemos como un todo y es el mismo equipo terapéutico el que trata a la paciente. Solo así se consigue una buena recuperación y un buen mantenimiento”. Esta es una de las características más destacadas de la Clínica de Desintoxicación y Patología Dual de Hospital Vithas Nisa Aguas Vivas. A diferencia de los modelos asistenciales tradicionales, en este centro se ofrece un abordaje terapéutico integral y personalizado. “Es fundamental no ceñirse a un corsé en estos tratamientos sino que hay que personalizar las necesidades individuales de cada paciente. Ver cuales te permiten trabajar primero y en qué tiempos”, afirma el doctor Zafra
Son tratamientos con una eficacia contrastada y realizados por un equipo multidisciplinar de profesionales altamente cualificados. “No son terapias de decir lo que tienes que hacer, son abordajes de enfoque motivacional, para animarles a que hagan el cambio y que la persona contemple la alternativa distinta y trabaje para ello. Estando siempre pendientes para guiar por el camino correcto. Por eso hay que ser ágiles y dinámicos, no dejarlo todo en manos del paciente sino estar atentos porque hay fases en la que la implicación del terapeuta es necesaria para ir evolucionando”.
Además, en estos tratamientos es fundamental el papel del entorno familiar. Un entorno familiar que está roto porque ha habido engaños y pérdida de confianza, y también hay que recuperarlo. La familia tiene que formar parte del tratamiento junto con la paciente “para que aprendan cuál es la situación, conozcan las reglas y sepan dónde son más operativos y donde no”. Su papel es funcional, tienen que hacer una supervisión silenciosa, en palabras del doctor Zafra. Eso significa que la familia no puede estar muy encima, “porque puede agobiar o tomar decisiones por la paciente y eso no ayuda a la recuperación”, ni muy alejada, “porque la paciente responde mejor y coge antes las riendas de su recuperación si nota el apoyo de la familia”.
¿Cómo se decide salir de esa adicción? Aquí la familia suele tener un papel protagonista y ser el desencadente de esa decisión. “Decidí dejarlo por mi y por mi familia”, cuenta Raquel. “Me estaba quedando sola y me ha costado mucho sacar a mi hijo. Había pensado incluso en morirme, no lo soportaba más. Sola no lo podía hacer y pedí ayuda”. Ahora afirma que es una persona nueva. “Me apetece salir con las personas, estoy de mejor ánimo y tengo buen apoyo de los míos. Pienso en el alcohol, pero desde el rechazo. Sé que no puedo volver a beber y, lo más importante es que estoy tranquila y veo a los míos tranquilos”.
En el caso de María influyó la familia y la salud. “Tengo cirrosis hepática, la memoria me falla y el médico nos dijo, a mi y a mi familia, que tenía que dejar de beber. Además mi hijo murió hace tres meses y no puedo ser ahora la carga de mi casa. La muerte de mi hijo ha sido importante para darme cuenta”.
Una decisión, la de abandonar el alcohol, que no es fácil de tomar. “Pero sé que no tengo otra”, asegura María. “Además, conforme me encuentro ahora, cualquier traspiés sería volver atrás. Físicamente estoy mucho mejor y ya no tengo que esconderme para ser quién soy”.
La Clínica de Desintoxicación y Patología Dual del Hospital Vithas Nisa Aguas Vivas de IVANE SALUD centra su actividad en personas que necesitan tratar su problema de adicción, y que, explica el Dr. Augusto Zafra, “precisan un recurso asistencial de ingreso y no encuentran solución sostenible ni prolongada a su problema de adicción a drogas o drogodependencia en otros centros de desintoxicación que perpetúan estancias de forma arbitraria y sin planificación de una ruta hacia la recuperación plena a largo plazo”.
El ingreso en La Clínica de Desintoxicación y Patología Dual del Hospital Vithas Nisa Aguas Vivas debe ser considerado como un punto de inflexión en la vida de la persona con un problema de adicción y el inicio sobre la que debe asentarse una mejoría progresiva y sostenida enfocada a cambiar la vida que la persona ya no desea mantener. Por ello, tras su estancia en el centro, “al alta, se coordina con en el dispositivo asistencial de seguimiento más adecuado y proporcionado para asegurar el máximo bienestar personal y familiar”, asegura Augusto Zafra.