VALENCIA. La semana pasada desapareció la gran lona instalada sobre la fachada del Museo de Bellas Artes de Valencia que, hasta ese momento, anunciaba a vecinos y visitantes la imponente presencia del 'Museu|m San Pio V'. Ha sido la última consecuencia tangible de "una reivindicación" por parte de su director en funciones, José Ignacio Casar Pinazo, que hace ahora casi un mes iniciaba una entrevista en CV Radio que la segunda pinacoteca más relevante del Estado español era "malnomenat Museu de San Pius V".
Ha sido este año 2016 cuando, a través de distintas comunicaciones y acciones, la dirección del Museo de Bellas artes de Valencia ha dejado entrever que pasaría a prescindir del 'apellido' que ha acompañado al edificio desde el inicio de su procelosa construcción en 1683. Fueron las guerras entre borbones y austracistas y las muertes de su impulsor, el arzobispo fray Juan Tomás de Rocaberti, y su arquitecto, Juan Bautista Pérez Castiel, las que demoraron su apertura hasta 1744 como colegio de misioneros y clérigos San Pio V. Desde entonces, el nombre de San Pio V ha acompañado a este seminario (1744), residencia frustrada de de Jose I Bonaparte (1808), academia militar de cadetes (1819), original Casa de la Beneficència (1826), almacén militar y de intendencia (1835), hospital militar (desde 1843 hasta el final de la Guerra Civil española) y, finalmente, Museo Provincial de Bellas artes (1946 hasta la actualidad).
Pero el nombre no figura ya en ninguna de sus comunicaciones. Tampoco está presente en la marca formal de su web ni en su fórmula nominativa en las redes sociales. Para Casar Pinazo es "una reinvindicación de las muchas que tenemos en marcha", tal y como explicaba en la citada entrevista y confirma a Valencia Plaza tras la suma de gestos para dejar atrás el añadido de San Pío V y adoptar en exclusiva la nomenclatura de Museo de Bellas Artes de Valencia. Él mismo quita importancia a este hecho, dado que "es en efecto el Museo de Bellas Artes de Valencia y esa es la denominación que tiene en su decreto de transferencia de las competencias del Estado a la Generalitat de 1984".
El Colegio Seminario había sido fundado por el ya citado arzobispo para los misioneros pero también para la orden de los Clérigos Regulares Menores, una idea revolucionaria de la época que impulsó el papa Pío V para instruir al clero secular en seminarios diocesanos. "El arzobispo quiso hacerle ese homenaje al papa del momento, pero se adecua muchísimo más a la función del museo la nomenclatura que figura formalmente en los decretos del propio museo de los años 1991 y 1996". Casar Pinazo admite que "se le conoce como San Pío V, se le añade ese apellido al museo", pero su realidad, lo que verdaderamente es y como es descrito en todos estos escritos oficiales hace referencia al principal contenedor y custodio de todo el arte valenciano. Es nuestro museo nacional de arte y como tal merece tener el nombre oficial que lo describe". Varias fuentes del propio personal del museo, consultadas por este diario en torno a la decisión, aseguran que "la reivindicación no es nueva, tiene años. Es más adecuado para lo que alberga y más fiel a su historia", apuntan.
El Museo de Bellas Artes de Valencia, con casi tres siglos a sus espaldas, recoge la principal marca histórica a través de la cultura y el arte de la ciudad y su entorno. Los fondos de la fundación de la ciudad conviven con la vasta colección de pinturas, esculturas, grabados, dibujos, fotografías y artes decorativas. Ligado a la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos desde 1768, su principal sede hasta recalar en el antiguo edificio del San Pío V fue el convento del Carmen. Tras la Guerra Civil y un novelesco traslado de fondos a Madrid, el estado ruinoso de este convento provocó casi como una solución práctica que las piezas se trasladaran al Colegio Seminario de San Pío V, actual sede del Museo de Bellas Artes de Valencia.
Antes de todo ello, en 1913, el Museo quedó oficialmente desligado de la tutela de la Real Academia (cuya sede permanece en su interior y convive no sin tensiones) y pasó a ser una institución autónoma dependiente del Estado y regida por un Patronato. El mismo está compuesto por miembros del Ministerio de Cultura, la Generalitat Valenciana, también la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, la Diputación de Valencia, el Ayuntamiento, la Universidad y otros patronos de libre designación. Los componentes de ese órgano fueron renovados hace seis meses, tras doce años sin haberse siquiera reunido, y ya plantean la creación de un consorcio para dotar de mayor autonomía a la institución. Toda esta resituación, unida al Plan Museológico que se impulsa desde la dirección, cobra más sentido -por remarcar el cambio de tiempos y formas- a la nueva y oficial nomenclatura desligada del apellido eclesiástico y original del edificio donde se ubica.
Desde el 7 de septiembre de 2015, el director eventual del Museo es José Ignacio Casar Pinazo. Su vinculación se preveía como eventual, a la espera de un concurso abierto para acoger candidaturas para dirigir los movimientos de la institución en un proceso similar a las direcciones de CulturArts o el Consorcio de Museos. Sin embargo, tal y como han sugerido diversas fuentes a este diario, no existe una fecha marcada para la puesta en marcha de esa búsqueda de director a partir de una comisión de profesionales. El propio director desconoce en la actualidad los plazos de ese futuro proceso.
Casar Pinazo es arquitecto de prestigio, poseedor de una extensa experiencia en restauración de edificios monumentales y musealización, en la que destacan actuaciones que afectan a edificios tan destacados como la Catedral de Valencia, la iglesia de Santa Catalina o el Museo Histórico de Sagunto. También ha ejercido como arquitecto inspector de Patrimonio de la Generalitat y ha dirigido el Máster de Conservación de Patrimonio de la Universidad Politécnica de Valencia. Desde 1999 dirige la Casa Museo Pinazo, en Godella, que conserva y exhibe, entre otros, los fondos artísticos y documentales del pintor valenciano Ignacio Pinazo Camarlench (1849-1916). De hecho, es uno de los principales impulsores e implicados en el Any Pinazo que este 2016 conmemora, divulga y contextualiza el centenario de su desaparición.