Música y ópera

LA GIRA RONCOCO LLEGA A VALÈNCIA

Gustavo Santaolalla, el oscarizado compositor tras 'Babel' y 'Brokeback Mountain': "El premio nunca te lo dan a ti, se lo dan a tu trabajo"

  • Gustavo Santaolalla junto a su ronroco
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VALÈNCIA. Hay instrumentos que no se pueden separar de sus dueños: Kurt Cobain no sería nadie sin su guitarra eléctrica, ni Chopin sin su piano. Al músico, compositor e instrumentalista Gustavo Santaolalla nunca se le podría separar del ronroco. Un instrumento de cuerda originario de Bolivia, de la familia de los charangos, que mide casi un metro y que, como su propio nombre indica, tiene un sonido “ronco” y enigmático. 

Al buscarlo en internet aparece siempre Santaolalla a su lado; y no es para menos, lo ha hecho protagonista de casi toda su carrera, llegando a dedicarle hasta su primer álbum: Ronroco, que celebra ahora su 25 aniversario. Lo hace con el Ronroco Tour, que pasará por el Palacio de Congresos de València el próximo 25 de octubre para demostrar la pluralidad de este mágico instrumento que ha dado el salto hasta el mundo del cine o los videojuegos. Santaolalla ha puesto el ronroco en el centro de composiciones de películas como Babel -por la que obtuvo el Óscar a Mejor Banda Sonora Original- y trabajos como la banda sonora del popular videojuego The Last Of Us, en la que el instrumento funciona como “un protagonista más”. 

 

Este gran compañero le ha valido infinidad de premios, como varios Premios Grammys y dos premios BAFTA por Babel y Diarios de motocicleta. Tan solo se ha separado de este peculiar instrumento en composiciones como la banda sonora de Brokeback Mountain -compuesta para guitarra y en la que fue galardonado también con un Oscar a Mejor Banda Sonora original y un Globo de Oro a la Mejor Canción Original-, demostrando que su talento como compositor va más allá de su instrumento hermano. Antes de viajar a València, el artista concede una entrevista en la que desvela alguna de sus claves para componer música para el cine y en la que le escribe una carta de amor a su instrumento.

 

 

-La gira con la que llegas a València, el Ronroco Tour, lleva el nombre de tu instrumento como reclamo, ¿por qué apostarlo todo al ronroco?

 

-Es un instrumento que me acompaña desde mis inicios y sin el que no comprendo mi carrera. Desprende una magia muy especial y tiene unas condiciones sónicas únicas. Cuando llegó a mi vida sentí casi una conexión espiritual y da nombre a mi disco Ronroco del que celebramos en esta gira su 25 aniversario. Le debía un homenaje porque es el instrumento que me ha abierto todas las puertas. 

 

-¿Cómo saltas del ronroco al cine?

 

-Trabajé en mi primer álbum durante trece años de mi vida, creando melodías con el ronroco, el instrumento que me acabó abriendo las puertas al cine. Gracias a este álbum empecé a sonar en la radio en el programa Morning Becomes Eclectic donde empezaron a poner mi música junto a la de artistas como los Red Hot Chilli Peppers. Un día recibí una llamada de la oficina de Michael Mann y me pidió una de mis canciones para The Insider -protagonizada por Al Pacino- y más tarde me llegó mi primera oferta para trabajar con mi ronroco en Amores perros, la primera película de González Iñárritu. Después llegaría Diarios de motocicleta en la que el instrumento tiene ya un papel protagonista. 

 

-¿Cuál es tu proceso para componer bandas sonoras?

 

-Yo comprendo la música como un término muy visual desde los inicios de mi carrera. Mis producciones van muy ligadas con la imagen porque cuando terminé la secundaria mi objetivo era estudiar cine, aunque se interpuso el gobierno militar de turno cerrando el Instituto de Cinematografía. Ahí nací como artista y productor porque en Argentina no había perfiles que se dedicaran a la música alternativa. Junto a mi pasión por el cine siempre supe cómo acercarme a la industria desde las melodías que me evocan las imágenes. 

 

-¿Se puede hacer música para el cine sin ver la película?

 

-Depende del caso. A mí me gusta trabajar desde la historia y mi relación con los personajes, además de mis conversaciones con el director de la película. Existen casos en los que se invierte el orden, como me pasó con Brokeback Mountain, donde tuve que componer la banda sonora sin ver la película porque no se había filmado nada. El director, Ang Lee, decidió trabajar comprendiendo mis composiciones como si fueran un personaje más de la película y quedó perfecto.

 

-Además de componer tus temas, los interpretas, ¿qué te aporta formar parte de ambas partes del proceso?

 

-Humaniza mis creaciones y me ayuda a conectar con los relatos. Hay algo muy personal en interpretar mis creaciones: trabajo mucho con el error y con los ruidos que se generan durante la composición y es algo que, tal vez, no haría un músico más profesional que se dedica solo a grabar sobre una partitura. En The last of us alguno de estos “errores” llegan a elevarse tanto que acaban siendo protagonistas de la banda sonora del juego y encajan en el relato. 

 

-¿Cómo cambia tu manera de componer para el cine y para videojuegos como pasa con tu trabajo para The last of us?

 

-La música se incluye también en las partes cinemáticas del juego, es como si fuera una pequeña película, aunque el jugador puede decidir pasarla o no [ríe] y eso no pasa en el cine. En cualquier caso, mis composiciones siempre tratan de contar historias, ya sea en un álbum, en una película o en un videojuego. 

 

  • Gustavo Santaolalla en el set de The last of us

-Historias que tal vez la Inteligencia Artificial no llegaría a comprender.

 

-La Inteligencia Artificial puede ser una buena herramienta para sustituir procesos mecánicos, pero no puede llegar a sustituir a un creador. Un buen compositor ante todo debe tener humanidad, aceptar sus errores y las contradicciones del ser humano y emplearlas a favor de su creación. Los errores pueden acabar siendo grandes aciertos en la parte creativa y ayudan a conectar con la historia y con su humanidad. También creo que perdiendo ese miedo se puede llegar mucho más lejos.

 

-¿Cómo te has sentido cuando se han galardonado esos riesgos? Con premios como los Grammys, los Óscars o los BAFTA entre otros.

 

-Me he sentido feliz y sorprendido, nunca he creado pensando en premios ni en dinero, pero está claro que, como a cualquier persona del mundo, tener más dinero me puede servir para mandar a mis hijos a una mejor escuela o para comprar un instrumento mejor. Creo que no hay que confundir el objetivo de los premios; el premio nunca te lo dan a ti, se lo dan a tu trabajo. Tu trabajo muchas veces no es solo obra tuya, es de todas las personas que están a tu alrededor y al recoger un galardón hay que acordarse de nombrarlos aunque no salgan en la foto. Cuando gané mi segundo Óscar, recuerdo pensar que el primero no había sido cuestión de suerte y me dio una sensación de tranquilidad conmigo mismo lejos de las competencias. Me dio la seguridad de que lo que hago conecta con mucha gente, y que sirve para algo todo lo que estoy haciendo.

 

 

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