CULTURA

Phonic Muzic, la tienda de música electrónica que revolucionó Castelló

Sergio García es copropietario de la tienda que marcó a varias generaciones y llenó de vinilos las cabinas de los djs

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CASTELLÓ. Las tiendas de música siempre fueron un espacio que superaba al propósito de un comercio: que es la venta de algún producto. Una tienda de música siempre fue un lugar de encuentro, de debate, de intercambio de opiniones y gustos. Ese lugar, junto a revistas, fanzines y programas de radio, donde se rendía pleitesía a la pasión por la música por encima del negocio. Podías mirar infinitas cajoneras, estanterías con cedés y demás en busca de sorpresas. El último disco de tal grupo, una portada que te embelesaba, una novedad… La mayoría de veces lo importante era el contacto humano, la recomendación, la opinión de los que allí estaban; ahora lo hemos cambiado por un algoritmo que deja muy poco espacio al descubrimiento, a la sorpresa sonora que rompe tus esquemas y te hace sonreír.

De entre la gran cantidad de tiendas de música que llegaron a poblar Castelló, Phonic Muzic apareció en un momento clave: el resurgir el rock, la llegada de la electrónica con el impulso de Dr. Slump, Masia, el skate, el grafiti. Una amalgama de movimientos culturales jóvenes que inundaban la ciudad. Phonic Muzic fue el catalizador de aquella música electrónica que provenía de Estados Unidos y que aquí fue eterna. Castellón Plaza habla con Sergio García, copropietario de la tienda que marcó a varias generaciones y llenó de vinilos las cabinas de los djs.

El encuentro entre nuestro entrevistado y Álex Beltrán en el Sónar de Barcelona a principios del milenio fue la primera piedra en la creación de Phonic Muzic. Dos djs, cada uno con sus gustos e influencias, que ponían de relieve la necesidad que comenzaba a acuciar Castelló de tener una tienda de discos de electrónica. "Íbamos con unos amigos y, bueno, amigos comunes, pues nos encontramos y nos conocimos. En principio éramos tres. Entonces, empezamos a hablar de la idea de que faltaba un sitio en Castelló donde conseguir buena música, y que al final a la gente le gustaba, pero que la gente estaba más acostumbrada a otros estilos más típicos del levante. Y no había esa cultura que había en València de club y sitios así más underground que había", recuerda. La pasión y la ilusión por la música fue el motor del proyecto. "La verdad que fue poco reflexivo, si te digo la verdad (risas)", señala. "Fue empezar a hablar del tema, de a mí me gusta esto, a mí esto, yo pincho esto, yo tal. Y dijimos: otras, juntas estas tres influencias y quizás podríamos hacer algo interesante".

Debió ser todo muy rápido, nada más terminar el Sónar el equipo se puso manos a la obra. Lo primero era el local en la calle Verdaguer 8. "Y yo creo que durante ese invierno ya se empezó a formar la idea y a ejecutarla. No recuerdo la apertura del local en sí. Y bueno, la suerte es que Castelló, por aquel entonces había locales muy accesibles. Y encontramos uno relativamente céntrico, pero un poco escondido, que bueno, como las buenas tiendas de discos", dice.

Ni Álex ni Sergio aparecían de la nada en el mundo de la música de baile, ambos estaban rodados en las cabinas de deejays y en las fiestas que se comenzaban a montar en diferentes lugares. "A nivel artístico, yo ya llevaba tiempo pinchando en Dr. Slump, pero yo ya había pinchado muchos en raves; raves en el campo, en casas, porque hubo muchas en aquella época, porque incluso en València estuve en alguna, y más o menos los dos estábamos un poco en marcha, Alex más en su ambiente, había ido alguna vez a Masía y se movía en ese circuito”, apunta. “Álex había estado alguna vez pinchado, no es que fuera residente ni nada, pero sí que ya él ya tenía contacto con aquello".

La unión hizo la fuerza

Ambos unieron sus dos estilos: electrónica y sonido Masía, probablemente las discotecas más influyente de Castelló. “Era una cosa muy personal, porque cuando te decantas por un negocio de este tipo, luego no piensas en qué es lo más beneficioso que va a ser para el negocio. Lo haces porque tú quieres traer un estilo de música. Alex era muy concreto, a pesar de que había más máquina y más cosas, en lo que a él le gustaba y sabía que había un público en eso, y yo concretamente también conocía muchos disc jockeys que estarían encantados de que hubiera una tienda de este tipo con más techno y más electrónica, que eran difíciles de conseguir en Castelló”. Phoner Muxic iba a ser el lugar donde encontrar esos discos casi imposibles de adquirir a principios del 2000.

La tienda comenzó a traer a Castelló un sonido nuevo, diferente; lo que había sido todo un éxito en Los Ángeles y que ahora se iba a adaptar a nuestro sonido. “Alex en realidad venía del americano. Él venía ya directamente del sonido Masía, por eso juntamos las dos vertientes. Alex venía básicamente de este sonido que a él le gustaba mucho, él había ido a Ibiza, había ido al Sónar y ya le gustaba mucho el techno también. Entonces parecía muy buena idea también”. Para una tienda de música lo primero es tener música atractiva para el público, algo que llame la atención y ahí, Phonic Muzic tenía un as en la manga para traer un sonido muy demandado Castelló desde Los Ángeles. “Alex sabía de todo este sonido porque ya había comprado música para él a nivel personal. Él se metía en foros, cuando no había tanto internet y ya conocía estas tiendas de Los Ángeles”

La tienda trabajó con sellos como Waxworks, Future Music, Futaktastik Records, Jaspe Stone…, más que acudir a las tiendas angelinas, recurrían directamente a los sellos, y en esa búsqueda de los sonidos que aquí emocionaban, se toparon con una veta. Algo sorprendente. El sueño de cualquier coleccionista: un almacén con cientos de discos que no se habían vendido. "Alex empezó a contactar allí y al ver que había un montón de música, y aquí la gente se mataba por ciertos discos que eran complicadísimos de conseguir, no sabían dónde salían; resulta que muchos estaban en almacenes en Los Ángeles ya en desuso total". 

Y aquel descubrimiento se debió al amor que destilaban todos, sellos y tiendas, por la música electrónica, aunque les separaran miles de kilómetro. Musicalmente algo se estaba cociendo a nivel mundial. “Ellos lo mezclaban más con música latina y aquí se mezclaba su música con máquina”, señala. “Era electrónica. Eran discos de pitido realmente, pero muy secos”. Le insto a que me la defina. “Hay mucha música, es que es muy concreto, no era ni máquina, que realmente ellos lo hacían como una especie de derivado del House, más rápido y con otro tipo de sonidos, ni siquiera conocían lo que ocurría aquí. Más pitidos, más sonidos y más seco, más de caja de ritmos, como más techno, digamos. Los bombos eran muy bombos de techno”.

De Los Ángeles a Castelló

La música que había hecho bailar a la gente en Los Ángeles ahora estaba llegando a Castelló y se estaba mezclando con los sonidos que aquí se estaba manufacturando. “Lo increíble es que esta música de repente encajara aquí en Castellón”, reconoce. “Y que la gente lo encajara con la música que se hacía en València o de Barcelona. Entonces, claro, ahí había como un nuevo estilo. Por ejemplo, Bassdrum Project que vinieron a pinchar que son de València. Estos hacían eso, empezaron a hacer la fusión de estos dos estilos pero con sus producciones en España. Sí que se hizo como una especie de estilo, en este sentido, con estas dos variantes de máquina y el sonido de Los Ángeles”.

Imagínense a estos djs de Los Ángeles alucinando al saber que en Castellón su música era lo máximo en ese momento, mientras en su país estaba un poco pasada de moda. “Al conseguir los discos, pues ya se hicieron colegas (de Alex). Entonces les contaba un poco lo que se movía aquí. De hecho, de ahí derivó también que luego hicieran sus viajes aquí”. A la gente le había gustado ese sonido, los djs lo pinchaban y sus discos, los que hacía poco estaban en un almacén cogiendo polvo, ahora se vendían por toda España. Estaba claro que iban a dar el salto y atravesar el océano para tocar aquí. “James BND hizo bolos en Masía”, señala. “Yo sé que luego reeditó con algún sello de Barcelona estos discos, los que la gente tenía más demanda. Se editaron aquí en España, una vez que estaba vendido todo el stock, esos discos se plancharon aquí en España”.

Mientras Alex buscaba más discos de aquel sonido de Los Ángeles, Sergio rastreaba música por España. “Por otro lado, fui donde yo creía que había fuentes de música, me fui a Exotec en Gijón, que era muy especialistas en techno, hardtechno, más Cristian Varela. Luego había distribuidoras en Madrid”. Para comprar un disco, había que saber qué estabas comprando y para ello, si era desconocido o nuevo, tenías que escucharlo previamente. Estando a  kilómetros de distancia, y para acelerar el proceso, no se podía recurrir a enviar discos por correo postal todas las semanas, algo costoso y lento, las distribuidoras y tiendas tenían un método más analógico. “En esa época los discos los escuchabas poniéndotelo por el teléfono, poniéndolos por el auricular. La manera de escuchar la música entonces, que esto yo lo he hecho horas y horas, es cuando tú le pones un disco a alguien y pones el auricular en el teléfono, esta era la manera”.

La pasión por la música era tal, que todo lo que te gustaba tenías que tenerlo en la tienda para tu público. El filtro era tu gusto personal, no las posibles ventas. “A ver, la historia es que al hacerlo así como más pasional que reflexivo, o como de un hombre de negocios, traías mucha música por curiosidad o por decir: ostras esto a lo mejor me gusta a mí, no sé si no lo veo pero creo que tiene que haber más gente que le guste esto. Había muchísima música, todas las semanas había música, había muchos djs y la cosa comenzó a arrancar”, reconoce.

Aquel sonido se hacía más accesible para que los djs compraran discos gracias a la apertura de Phonic Muzic; también lo era como escaparate para los aficionados o djs amateurs. La influencia de la tienda, en una época donde no podías ir a Spotify o Bandcamp a escuchar nada, era crucial y evidente. Llegabas allí, cogía un disco, lo ponías en un plato y a rodar. Lo podías escuchar tranquilamente mientras mirabas otros álbumes. “Yo le doy mucha importancia, y me considero una persona modesta, pero es que se abrió todo; o sea, de repente estabas musicalmente al nivel, da igual, de Madrid. O sea, la gente ya había adquirido una conciencia de la música mucho más de lo que estaba ocurriendo en general en la escena en cualquier sitio”, apunta.

Tener un acceso más fácil a la música para somatizarla bien, y así poder integrarla en tus sets gracias a la tienda también influyó en la escena. Al final los djs tenían una capacidad de prescribir música enorme desde sus cabinas y la tienda era el primer filtro. “Yo creo que abrió muchas mentes e incluso a disc jockeys, porque yo tuve muchos disc jockeys que al principio iban con estilos muy definidos o iban poco a poco, y luego ya se iban atreviendo”, comenta. “Fue todo un proceso, la verdad, y yo estoy bastante contento, porque al final si mereció la pena algo, fue esto”. Y la discoteca Dr. Slump contribuyó a que todo esto se contagiara más rápidamente. “Sin Doctor Slump, todo esto no hubiera sido tan notable, yo pienso. Yo pinchaba mucho, era como de la tienda al Doctor Slump continuamente, incluso Doctor Slump compraba música”. 

El aterrizaje de James BND y Raoul Zerna en Castelló

James BND y Raoul Zerna (que pinchó en Coliseum en Almudévar y en Masía) aterrizaron en Castelló, en poco tiempo su música se había expandido por aquí y era lógico que vinieran a pinchar. “Yo era un poco ajeno a esto, no le podía dar la misma importancia que le daba Alex. Al final eran unos chicos, la verdad que muy majos, y como se quedaban en casa de Alex durante ese tiempo, había semanas que venían casi todos los días a la tienda. Pincharon en la tienda”. Lo más normal en una tienda de música electrónica es que alguna vez hubiera una sesión. Le preguntó por alguna que recuerde. “La más gorda fue con Bassdrum Project, que pincharon tan fuerte que se oía en la calle, hubo bastante gente y fue el único día que nos subimos un poco de tono allí, y fue  curioso porque la verdad que vino gente que no venía de habitualmente a la tienda”

Phonic Muzic era el epicentro de toda esa movida; en parte también creada por ellos, y por fin estaban allí dos de los hombres que habían despachado esa música. “Estaban encantado de la vida, aparte Raoul era de Ecuador y  James BND, no sé si era colombiano, no recuerdo, eran de hijos de inmigrantes, muy auténticos y muy majos, la verdad, muy americanos”, recuerda. Dos mundos se encontraban, los djs de Castellón y estos dos muchachos que habían conectado musicalmente con ellos. “Y aprendí una cosa súper curiosa, aquí cuando pinchamos con los platos se toca mucho el plato para frenar, y es bastante genérico en Europa y ellos me dijeron: en América, y es verdad que luego lo he contrastado con djs de otros estilos totalmente diferentes, de House más tradicionales, en América el vinilo no se toca nunca, excluyendo algo como scratch o algo así. Todo se hace con el pitch continuamente”.

“Y descubrí por qué algunos disc jockeys sonaban como sonaban. O sea, había disc jockeys que sonaban diferentes las mezclas y no sabías exactamente por qué, y era justo eso. Bueno, cosas ya más técnicas, pero muy interesantes”. El sonido que ellos practicaban ya no estaba tan en boga en Los Ángeles; en cambio, aquí estaba en su máximo apogeo. Algo parecido a lo que le sucedió al músico Sixto Rodríguez, y su extraordinario éxito en Sudáfrica cuando en su Estados Unidos natal apenas había vendido unas pocas unidades de sus álbumes. “Realmente para lo que ellos hacían, se movía más aquí que allí ahora, porque lo suyo había pasado ya. Aquí ver salas llenas…”, remata.

La tienda estuvo aproximadamente cuatro años abierta y un día cerraron, pero ambos permanecieron vinculados a la venta de discos. “Alex y yo seguimos vendiendo música, cada uno tenía clientes y realmente pedían la música e ibas allí, yo estuve trabajando con Subway que era una distribuidora de València que el dueño se llamaba Roberto, y entonces sí que seguimos trabajando”. Sergio se ha mantenido al pie del cañón en la música, porque esto es un veneno, tiene dos sellos, Motion Relate Records junto a Javier Martínez de música más techno. Y otro más personal, con “una música electrónica muy curiosa” llamada, Dades, ambas las puedes escuchar en bandcamp.

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