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se estrena con tedx e intramurs

Nace Convent Carmen, el espacio que quiere ‘desacralizar’ los centros culturales

7/09/2018 - 

VALÈNCIA. Si las religiosas que hace años residían en el Convento de San José y Santa Teresa supieran que en pocos días se proyectará allí La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968) no darían crédito. Les faltarían padres nuestros. Pero es que esta iglesia ya no es lo que era, es otra cosa. Rebautizado como Convent Carmen, el espacio se abre al público por primera vez en 400 años con un proyecto cultural y gastronómico que busca agitar València generando un nuevo punto de encuentro que guarda más de un as en la manga. Impulsado por los empresarios Santiago Máñez y Juan María Sánchez, el espacio se divide en dos zonas: la iglesia, que se mantiene sin prácticamente haber sido intervenida, y el jardín, un espacio en el que se instalarán cinco contenedores como parte de su oferta gastronómica. Este es el punto de partida de una aventura que se iniciará el 28 de septiembre, fecha a partir de la cual podrá ser visitado por el público, y continuará en 2020 con la habilitación de un hotel.

Si alguien espera una reconstrucción de la iglesia en base al gusto moderno, quizá intervenida por algún artista contemporáneo y/o urbano, se va a sentir decepcionado. Cuando uno entra a la iglesia la encuentra casi tan cruda como la dejaron hace años. Iluminación, equipo de sonido y una pantalla de cine en el lugar que anteriormente ocupaba el retablo –desaparecido durante la Guerra Civil- son las grandes novedades de un espacio que se muestra desnudo por decisión propia, acrecentando la sensación de adentrarse en un espacio sagrado. “No se ha tocado nada […] Hay algunas grietas que, como dice el arquitecto, son nuestras arrugas”, explicó Máñez sobre un Convent Carmen que nace con un objetivo: “ que todo lo que pase en València esté aquí”. 

-¿Cuál es la ambición del proyecto?
-Somos ambiciosos. Lo más importante es que queremos un tipo de cultura transversal, que sea una cultura digerible por todo el mundo, un sitio popular. Encontraremos desde cine, escritura, artes escénicas, música... Es un contenedor cultural en el que cabe todo dentro de un orden. Queremos ser muy inclusivos. La idea es tener todas las semanas tres o cuatro, en algunas ocasiones incluso cinco, contenidos diferentes. Somos muy ambiciosos. Ahora tenemos que ver cómo la ciudad nos acoge.

Foto: KIKE TABERNER.

-¿Qué primará en la programación cultural?
-Lo que queremos es que sea un espacio vivo. No nos interesa tanto las exposiciones, que para nosotros son demasiado estáticas, sino todo lo contrario. Es decir, vamos a ir por la línea de actividades culturales muy activas, aunque suene a redundancia. No vamos a ser un contenedor cultural al estilo museo, todo lo contrario, podríamos ser el 'anti museo'.

-¿Cuentan con algún referente, nacional o internacional, a la hora de poner en marcha el proyecto?
-La verdad es que no, debo decir que queremos ser un poco pioneros. Existen espacios donde se ofrece cultura y, por otro lado, espacios donde hay mercados gastronómicos. La idea de fusionarlo en un mismo lugar no lo hemos encontrado. Algo parecido podría ser Palo Market, en el que se dan esos dos lados, aunque está más enfocado al aspecto musical y nosotros estaremos más abiertos a otras líneas culturales. El uso de iglesias como contenedores culturales empieza a darse en Europa porque están vacías y hay que darle un uso. Quizá lo más parecido en este sentido es un centro cultural en Toledo, aunque no cuentan con el espacio de jardín. Por eso nuestro proyecto es sorprendente.

TEDx e Intramurs se alían con el Convent

Este proyecto pasa por generar programación propia y, también, por establecer vínculos con marcas culturales ya asentadas en la ciudad. Este es el caso del programa de conferencias TEDx, que recalará en el antiguo convento el 11 de octubre. También el festival de exploración artística Intramurs , que celebra este año su quinta edición bajo el lema #atopic, desarrollará parte de su actividad en distintos espacios del convento entre el 18 y el 28 de octubre. “Queremos ser una puerta de salida de lo valenciano hacia el exterior. Es un espacio para la ciudad y la ciudad lo hará suyo”, recalca Santiago Máñez. Concebido como un espacio polivalente, la iglesia acogerá eventos de distinta rama artística, con un estreno de cine. Será el 3 de octubre cuando se ponga en marcha programación con el ciclo ‘Aniversaris de cinema’, una sesión fílmica que celebra la efeméride de uno de los clásicos de cine.

Santiago Máñez y Juan María Sánchez. Foto: KIKE TABERNER.

La programación se completará con Letring Catch (12 de octubre), un concurso para escritores en el que se realizan relatos exprés en directo, un espectáculo que tendrá lugar e el interior de la capilla; Convent Sessions (5 de octubre), una serie de conciertos que se convertirá en marca de la casa y que será estrenada por Pablo und Destrucktion; o Alternatives Sonores, un ciclo fijo en el que un grupo reconocido invita a una banda emergente para darle una ‘alternativa’ pública, generando un vínculo entre maestros y aprendices que comenzará con Luis Brea y el proyecto musical valenciano Pastore. Por otra parte, es el domingo el día que se ha fijado para dedicar a los más pequeños, con actividades asociadas con arquitectura y espacio. Del día del Señor al senyoret.

En los próximos meses, en Convent Carmen también habrá sitio para Generacions, unos minifestivales en torno a la idea generacional; un maridaje entre historia, gastronomía y cerámica valenciana con Marida con futuro; Música en el altar, una entrevista calmada a un músico reconocido ampliamente, con posibilidad de tocar algunas canciones en abierto o Debat al convent, una serie de conversaciones en para debatir sobre cómo hacer ciudad. El horario de apertura será de 12 a 24 horas aunque las actividades que supongan un alto nivel de sonoridad no se programarán más allá de las 22.30 horas.

Una nueva vida para el convento

El antiguo convento data de 1608 con una Iglesia renacentista de una sola planta levantada con la sobriedad característica de la orden de las Carmelitas Descalzas, aunque en el siglo XVII se modificó para acomodarse al gusto del Barroco junto a un jardín que servía de huerto. Sin embargo, la riada de 1957 devastó el convento, que fue derrumbado y se volvió a erigir bajo los cánones arquitectónicos de los años 70. Desde hace más de una década permanece abandonado, convirtiéndose en un pequeño gran secreto entre el casco histórico de València y el cauce del río Turia. Ahora abre sus puertas de nuevo. 

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